La Tostá

Hacía años que no pasaba tanta vergüenza

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
16 ene 2022 / 08:52 h - Actualizado: 16 ene 2022 / 08:58 h.
"La Tostá"
  • De Burgos, con el objeto lanzado desde la grada. / E.P.
    De Burgos, con el objeto lanzado desde la grada. / E.P.

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A mediados de los setenta jugaba al fútbol federado en el Diamante Rojo, del barrio de los Carteros de Sevilla, y era socio del Real Betis. Amaba el fútbol más que a mi vida y lo consideraba un deporte maravilloso. En Su Eminencia había varios equipos, como eran el Vírgenes y el Amistad, además del que llevaba el nombre de la populosa barriada, y levantarse un domingo temprano para ir a cualquiera de los campos del barrio era lo más cercano a la felicidad. Me alejé de él cuando comenzó a ser un negocio y a estar dirigido por mafiosos, como pasa en la actualidad. Sigo siendo bético y anoche me preparé una cena, encendí la chimenea y me dispuse a ver el derbi con la ilusión de revivir aquellos años, cuando Esnaola, Cardeñosa, Gordillo, Benítez o López eran mis ídolos. También jugadores del Sevilla Futbol Club como Babi Acosta, Bertoni o Montero. No sería un buen bético cuando iba también a disfrutar del buen futbol al Estadio Sánchez Pizjuán, pero así era. Llevaba décadas sin ver un Betis-Sevilla y anoche pasé tan mal rato que será difícil que vuelva a ver otro partido en lo que me quede de vida, sea el que sea. El fútbol ya no me interesa para nada, sería incapaz de ir a un campo aunque me llevaran en brazos y prefiero quedarme con el buen recuerdo de la época comentada, cuando ser bético era más importante que comer o dormir. Cuando anoche vi que un trozo de tubo de PVC, de riego, de 25 centímetros –no una barra, ni un palo–, dio en la cabeza del jugador sevillista Joan Jordán, sentí vergüenza ajena sin saber si el tubo lo había lanzado al campo un aficionado del Betis o del Sevilla. Daba igual, era una lamentable agresión y entendí que se parara el juego hasta ver el alcance del golpe. Pero luego llegó el circo, el teatro, el vergonzoso comportamiento del entrenador del Sevilla y de los comentaristas de Telecinco, y la suspensión del partido, con decenas de miles de personas en la grada que habían venido desde lugares lejanos, desde los pueblos y otras ciudades. Al Sevilla le interesaba la suspensión del partido porque era evidente el dominio del Betis y no las tenía todas consigo. Ojalá el jugador agredido esté bien y el golpe no sea nada, a pesar de que, al parecer, tenía traumatismo craneoencefálico, según el comunicado del club de Nervión, que no tardó en llegar a las redes sociales. Supongo que se analizarán las imágenes para conocer la verdad de todo, porque no solo está en juego el buen nombre del Real Betis, sino el de la ciudad de Sevilla. Hacía años que no pasaba tanta vergüenza como sevillano.