Hay personas a las que el título de Hijo Predilecto de Andalucía se les queda pequeño. Deberían entrar directamente en el Santoral Andaluz, pesar de que sus milagros no tienen nada que ver con la fe y mucho que ver con la ciencia.
Es el caso del Doctor Guillermo Antiñolo, al que tengo el lujo de conocer de primera mano. Un investigador de esta categoría, una auténtica eminencia en su terreno, podría estar trabajando donde quisiera. Y lo mejor de todo es precisamente eso: que está trabajando donde quiere, que no es otro sitio que el Servicio Andaluz de Salud. De Guillermo Antiñolo les aseguro que no sé qué me admira más, si su sabiduría médica e investigadora o su firme compromiso con la sanidad pública, para que sus avances estén al alcance de todos nosotros.
Estudiar medicina y llegar a esos niveles de sabiduría genética y médica no es fácil, pero no sucumbir a la tentación en forma de talonario mareante o cheque en blanco para trabajar en el sector privado me parece, si no más, igual de complicado. Porque lo primero se puede estudiar, y con medios e inteligencia se puede llegar a alcanzar. Lo segundo es más complicado. Porque el compromiso social y humano simplemente se tiene o no se tiene. Y mi querido doctor decidió hace tiempo que sus investigaciones genéticas para que nazcan niños sanos, pese a enfermedades hereditarias, y sus terapias de reproducción asistida son como el Himno de Andalucía: desde Andalucía, para España y la Humanidad. Gracias, amigo. Enhorabuena.