La vida del revés

Irene Montero y el paradigma de la estupidez

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06 ago 2020 / 10:06 h - Actualizado: 06 ago 2020 / 17:03 h.
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  • Irene Montero. / EFE
    Irene Montero. / EFE

Decía Talleyrand que «Nadie puede sospechar cuántas idioteces políticas se han evitado gracias a la falta de presupuesto». Y no le faltaba razón, al bueno de Charles-Maurice, cuando afirmaba esto con tanta ironía; pero ni era español ni le tocó soportar lo que nosotros, ni tenía idea de lo que es dotar de presupuestos a las mayores majaderías.

Lo voy a decir ya, y lo voy a decir con contundencia y claridad para que nadie pueda albergar duda alguna: la señora Irene Montero, la ministra de Igualdad del Gobierno de España, representa todo lo que detesto en un político. No soporto los timos intelectuales, no soporto a aquellos que esconden sus enormes carencias tras una verborrea facilona de vendedor de tercera categoría. Y me parece el colmo que alguien con esa talla intelectual intente dar clases a diario de lo que sea. Un político ha de resolver problemas y no inventarlos haciendo creer a unos pocos que son los grandes afortunados del siglo por tener delante al mago o a la diosa de la palabra.

Irene Montero y los que rodean a esta mujer, llevan años dando el coñazo a los españoles. Ahora es desde dentro del Gobierno (¿cómo es posible que esta mujer sea ministra de nada?), pero lo han hecho desde los ayuntamientos o desde los parlamentos autonómicos anteriormente. Nos están torpedeando con estupideces cada día. Son muchas las formas aunque la más sonora (literalmente) es a través del lenguaje; en concreto, destrozándolo cada vez que abren la boca.

Sin duda, la ideas feministas más primitivas fueron construidas por personas inteligentes y capaces de armar discursos sin hacer el ridículo. Pero las buenas ideas suelen terminar en manos de tocinos intelectuales que tratan de disimular lo que son soltando frases imposibles que los más tontos se tragan como dogma de fe (echen un vistazo a las religiones y verán que no invento nada). Irene Montero no tuvo ideas feministas primitivas y las maneja regular.

La señora Montero es una ignorante. Y los que siguen sus instrucciones son unos ignorantes que repiten como papagayos las idioteces ajenas. La señora Montero no sabe (y no lo sabe porque si lo supiera no diría tanta chorrada) que existen palabras neutras que funcionan como femeninas desde el punto de vista gramatical. Si digo ‘qué criatura tan bonita’ o ‘la víctima era joven’ nadie me mirará con ira si la criatura o la víctima son varones. No creo que ningún hombre del mundo tenga intención de comenzar una cruzada para que no se diga que los buitres son carroñeros y se comience a decir desde hoy que son carroñeros y carroñeras. Ni los logopedas del mundo reivindicarán que se les llame ‘logopedos’, entre otras cosas, porque nos íbamos a estar riendo de ellos toda la vida. La tontería está llegando muy lejos y la fatiga que produce y el presupuesto que arrastra esta idiotez son monumentales. En el Ayuntamiento de Madrid, mientras Carmera fue alcaldesa, había un departamento que se dedicaba a que todos los documentos se escribiesen utilizando el lenguaje inclusivo. Si no se decía, por ejemplo, ‘nosotras y nosotros’ (¿no debería ser nosotras y vosotros?) el documento se devolvía al departamento correspondiente y se pedía rectificación. No cabe un tonto más en este mundo.

No hace falta decir que los ejemplos son muchos más y que las razones por las que el lenguaje inclusivo es una patraña de burgueses disfrazados de pobres que pasan las tardes frente a un ordenador buscando su ideología, son rotundas. Ay, si supieran que las ideologías machacan el pensamiento y lo anulan y las ideas (las que no tienen) son las que hacen funcionar la cabeza...

Si ser ministra de Igualdad consiste en destrozar el uso del lenguaje o en presumir de poder llegar borracha a casa por ser mujer, casi mejor que desaparezca.