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La Gazapera

La ausencia de José Menese

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
29 jul 2023 / 14:22 h - Actualizado: 29 jul 2023 / 17:58 h.
"Flamenco","La Gazapera"
  • José Menese. El Correo
    José Menese. El Correo

Hoy hace siete años que nos dejó uno de los cantaores más puros y portentosos de la historia del cante andaluz. Él lo llamaba cante gitano-andaluz, como su maestro Mairena. “No echaríamos tanto de menos a un cantaor como el morisco si no fuera porque el cante está atravesando una etapa difícil, sin grandes referencias. Sé que hay cabreos cada vez que digo esto, pero no puedo decir otra cosa. No es que no haya cantaores: es que no hay grandes maestros con personalidad. ¿Lo era el señor Menese? Esto no admite discusión alguna, aunque he escuchado decir muchas burradas sobre el cantaor de La Puebla de Cazalla, como que no era un creador, que era corto o que no conocía el compás. Un maestro, y José lo era, lo conoce todo. Creador no es sólo quien compone una melodía, sino el que crea un estilo, una manera de cantar. Un cantaor corto es el que sabe sólo tres letras y canta cuatro palos, que no era el caso de Menese. Y sobre el compás, una cosa es ser festero, que Menese no lo era, y otra conocerlo y cuadrar el cante. ¿Alguien se atrevería a decir que Menese no cuadró bien la soleá y que este palo no es de compás?

José Menese fue un grandísimo cantaor con estilo propio, grandes conocimientos y un compromiso insobornable con la pureza. Evidentemente que no era perfecto, pero es que la perfección no es nada flamenca. ¿Por qué lo echamos de menos quienes somos insobornables seguidores suyos? Por cómo era, incluso con sus defectos. Tenía un corazón tan grande como la Fuenlonguilla y si te daba su amistad era para siempre. Si te tenía que decir en la cara que eras una babucha, te lo decía. Tuve varios encontronazos con él y les puedo asegurar que sabía hacer pupa con las palabras. Pero también sabía pedir perdón, pedir disculpas, y eso lo hacía grande en lo humano. Mi madre solía decir que era cualquier cosa menos falsa. Menese era igual que ella. Y eso no le benefició al maestro morisco. Ni su sinceridad, quizá la mejor de sus cualidades, aunque le creara muchos problemas a la hora de las entrevistas. La liaba casi siempre. Era fácil sacarle un titular de esos que sirven para que una entrevista forme la marimorena. En eso no se parecía a Mairena, que sólo le daba libertad a la lengua en las reuniones privadas.

Con sus defectos y virtudes, Menese es un artista inmortal. Pasarán los siglos y siempre aparecerá como un cantaor clásico indestructible. Dejó una obra discográfica que debería ser de obligada escucha en los colegios, y eso es lo que deja un artista, su obra. Lo demás se va borrando de la memoria. Ya casi ni me acuerdo de los problemas que tuve con él por mis críticas. Menese para mí es un cantaor del alma, de cabecera, que necesito para seguir creyendo en el cante por derecho. A veces escucho sus discos encerrado en mi despacho, a oscuras, porque necesito seguir sintiendo el torniscón de su eco jondo, siempre tan comprometido y puro. Apenas voy ya a La Puebla, además de porque no solicitan mucho mi presencia, porque se me parte el alma cuando paseo por sus calles y no me encuentro a Menese yendo al Central o viniendo de La Viña. La última vez que lo vi fue en el Central y mejor que no lo hubiera visto. Estaba destrozado, acabado, roto. Cuando salí del pueblo tuve que parar el coche en los olivos y echarme a llorar. Fue la última vez que lo vi con vida. Su ausencia me mata, es tan dura como su cabeza.