La Tostá

La escuela sevillana en Torres Macarena

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
11 feb 2021 / 08:08 h - Actualizado: 11 feb 2021 / 08:10 h.
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El próximo domingo vamos a hablar en Torres Macarena de la escuela flamenca sevillana para cerrar cuatro charlas en este templo macareno del arte jondo. Cuando se habla de la escuela sevillana del baile, por ejemplo, se suele destacar siempre la figura inmensa de la maestra trianera Matilde Coral, pero la escuela sevillana es algo más que Matilde. A mediados del siglo XIX, Sevilla tenía ya una escuela de baile bien definida, la bolera, que de su fusión con la escuela flamenca, algo oculta, surgió el baile tal y como lo conocemos en la actualidad, contando con la evolución de los años, claro, y las aportaciones de ciertos creadores.

Es preciso decir que la secuela sevillana tiene mucho de Cádiz, Jerez y los Puertos, algo pocas veces se destaca. O sea, que para que Matilde bailara como bailaba tuvieron que venir a Sevilla Rosario la Mejorana, Gabriela Ortega, las Coquineras, las Roteñas, la Macarrona, la Malena, la Chorrúa, Mariquita Malvido, Isabel Santos, la Sordita, la Carbonera y muchas más. Lo mismo que para que el Niño Ricardo tocara como tocaba, se tuvieron que juntar en esta ciudad Paco el Barbero, Javier Molina, Juan Gandulla Habichuela o Antonio Moreno.

En lo que respecta el cante, la escuela cantaora de la capital andaluza se formó porque se afincaron en Triana Frasco el Colorao y el Fillo, Diego el Lebrijano y la Sarneta, y en el casco antiguo, Dolores la Parrala, la Juanaca de Málaga, Pepa Oro, la Serrana o la Moreno. Sevilla es malagueñera por Juan Breva, el Canario y el Perote, y seguiriyera, por los citados el Fillo y el Colorao, Curro Dulce, Enrique Ortega, Paco la Luz, Frijones o Manuel Torres. Sin olvidar al sevillano Silverio, que supo absorber como una esponja toda esa esencia cantaora.

Por tanto, la escuela sevillana del cante, el toque y el baile, es el resultado del trasiego de los artistas de unas ciudades a otras en la época de los cafés cantantes, o sea, mediados del XIX. Por otra parte, en Sevilla no hay una sola escuela flamenca, sino varias. Triana tiene dos, las de la Cava Vieja y la Cava Nueva. Luego están las de la Alameda, que se alimentó en su tiempo de las de la Macarena, el Barrio de la Feria, San Marcos, San Román, San Roque o San Juan de la Palma.

Cuando hace siglo y medio se hablaba en Sevilla de los aires macarenos, eso era una escuela, un sonido, unas maneras concretas de cantar o bailar. El Pinto y el Carbonero eran macarenos y representaban ambos a esa escuela. Escacena y Vallejo tenían el aire y el deje del Barrio de la Feria, como Lorente y Antonio Silva El Portugués. Y Pastora, Arturo y Tomás Pavón, criados en San Román y la Alameda, eran claros representantes de ambas escuelas. El tiempo ha hecho que haya una sola escuela en Sevilla, la llamada escuela sevillana, tanto en cante como en baile y toque.

De todo esto hablaremos el domingo en Torres Macarena, a partir de las tres de la tarde, en el patio, donde suelen darse buenos debates flamencos a pesar de la pandemia. Desde luego, con todas las medidas de seguridad que exigen las autoridades sanitarias.