La lección de la pesadilla

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24 feb 2020 / 12:58 h - Actualizado: 24 feb 2020 / 13:00 h.
"Excelencia Literaria"
  • La lección de la pesadilla

Por Mónica Montero Ganadora de la XIV edición de Excelencia literaria

Anoche tuve una pesadilla: vi cómo mis padres fallecían en un accidente de coche. Yo no era capaz de asumirlo. Lloraba y lloraba a todas horas durante días y días. Aunque estaba dormida, sentí un sufrimiento real.

Al despertarme, quise recordar cuándo fue la última vez que les dije un «te quiero», pero no fui capaz. Hacía demasiado tiempo que no lo hacía.

Quizás yo sea una víctima de este mundo en constante cambio, en el que solo pensamos en nosotros mismos y en todo lo que debemos hacer: el trabajo que tenemos entregar, la reunión a la que hay que acudir, las comidas, las salidas... Nos faltan horas en la jornada para realizar todo aquello que tenemos pendiente, que incluso puede ser dormir una hora más. Sin embargo, en los mil cuatrocientos cuarenta minutos que dura un día apenas dejamos hueco para reconocer a aquellas personas a las que queremos y que nos quieren. Nos figuramos que serán eternas, que estarán siempre que las necesitemos, pero, lamentablemente, no va a ser así.

La pesadilla me ha ayudado a entender que los momentos se acaban, que las personas se marchan y que nada permanece intacto, por lo que tenemos que aprender a vivir y a querer un poco mejor. De cuando en cuando conviene dejar los trabajos, las reuniones, las compras... en un segundo plano, para dedicar ese tiempo a nuestros amigos, familiares, compañeros y vecinos. Deberíamos aprender a disfrutar del momento, a ser un poquito más humanos. No somos robots programados para el trabajo. Dibujar una sonrisa, dar un abrazo, llamar a tus padres o decir un «te quiero» apenas resta tiempo a las veinticuatro horas que tiene el día.