Pentagrama de azahar

La música de la Sinfónica de Triana tiene luz. Estos músicos encienden la emoción, hacen brillar los sentimientos, te sacuden, te hacen reír y también te hacen llorar. Hagan por oírlos esta noche en El Correo de Andalucía Televisión. Este colectivo de músicos está decidido a echarse el atril a la espalda y recorrer el hermoso camino de la emoción

01 mar 2016 / 11:49 h - Actualizado: 01 mar 2016 / 11:54 h.
"'La Pasión'"
  • Un momento de la actuación de la Sinfónica de Triana en la gala ‘La Pasión’. / José Luis Montero
    Un momento de la actuación de la Sinfónica de Triana en la gala ‘La Pasión’. / José Luis Montero

Los músicos de la Orquesta Sinfónica de Triana sonríen mientras interpretan, disfrutan tocando, acarician las notas, sienten la poesía sonora, gozan del regalo de la música. Los miembros de la Sinfónica de Triana han decidido amar y hacer amar la música, sentirla y hacerla sentir, mimarla y relanzarla, defenderla y regalar al cielo de Sevilla todo aquello que llegó a sus corazones cuando el pentagrama decidió adueñarse de sus vidas.

Esta noche se emite en El Correo de Andalucía Televisión la primera Gala La Pasión. Y el mundo entero podrá asistir a través de las pantallas y de internet (www.elcorreoweb.es) a la puesta de largo de un colectivo, una magnífica Orquesta Sinfónica, que tiene la capacidad de emocionar desde el preciso instante en el que su director marca el inicio de unas interpretaciones que, ya lo verán, están cargadas de talento, aderezadas por ese pellizco que sólo pueden ofrecer los más grandes. La música de la Orquesta Sinfónica de Triana tiene luz, desprende luz. Estos músicos encienden la emoción, hacen brillar los sentimientos, te sacuden, te hacen reír y también te hacen llorar.

El mundo es de los valientes. Y estos músicos lo son. Están ensayando sin más ayuda cierta que su propia necesidad de ser felices, de echar adelante un proyecto que les ronda y les apasiona, les gusta y quieren hacerlo llegar a puerto. Sin subvención ni patrón, este colectivo de músicos está decidido a echarse el atril a la espalda y recorrer el camino de la locura por un carril con más espinas que pétalos para que exista nuestra Triana sinfónica. Los artistas son así. Siempre toman el camino más difícil. Seguramente necesitan el fuego para llegar al agua, el infierno para tocar el cielo con las manos. Ojalá les vaya bonito, muy bonito, para que disfrutemos los demás de una manera de entender la vida –que eso es precisamente lo que hace un músico, vivir así- y de esas mágicas notas salidas del alma de un grupo de personas que a esta hora, sólo tienen la certeza de su fe.

La Orquesta Sinfónica de Triana que dirige Manuel Alejandro González afronta por fin un proyecto serio, riguroso, con motivos para ser felices. El futuro ha de ser una suerte de cooperativa de músicos de primera categoría que garantice el buen funcionamiento, el nivel de excelencia y el pegamento de un magnífico grupo humano que, a la vista está, mantiene un nivel extraordinario de capacidad interpretativa.

En su repertorio, marchas procesionales para bandas de música, para grupos de cornetas y tambores y para agrupaciones musicales. También hacen música clásica, se atreven con bandas sonoras originales y con el flamenco. No dejan además de crecer e incorporar piezas a su proyecto sinfónico.

Y sus caras reflejan felicidad cuando tocan. Obsérvenlo. Son felices cuando tocan, se compenetran, se quieren y respetan. Y además aman la música. Todo se nota. Los componentes de la Orquesta Sinfónica de Triana adoran lo que hacen. Y precisamente por eso llegarán donde se planteen. Tienen la fuerza en el corazón. Apenas cincuenta y pico de grandes intérpretes que están llamados a hacer historia en la música sevillana del primer cuarto del siglo XXI. Ya verán.

Hagan por ver esta noche la Gala La Pasión en El Correo sólo por escuchar a estos artistas. Notarán que su música huele, que sabe a Sevilla, que las notas pueden acariciarse. Y abran el corazón. Entenderán porqué me parece que los pentagramas de esos músicos están hechos de azahar.