Comparemos a los científicos en general y a los de la vacuna en particular con el periodismo que viene inundándonos de amarillismo y especulaciones cada día. La ciencia se consagra como el único camino real mediante el cual el ser humano ha logrado lo que persigue desde que nace: vivir más y mejor. El periodismo se está cubriendo de inmundicia y lo viene haciendo desde hace siglos, el amarillismo y el sensacionalismo vuelven a campar a sus anchas. Y además a millones de ciudadanos parece gustarles.
Cuando yo escribo en este diario un artículo en el que cuento y comento una trifulca entre políticos o personas públicas en general, me sigue más gente que si procedo como suelo hacerlo: con las ideas, con los conceptos, porque el ser humano actúa en y bajo “su circunstancia”, como decía Ortega, y si no la comprendemos no nos podemos comprender a nosotros. En el fondo, perdemos el tiempo cotilleando sobre lo coyuntural y olvidando lo estructural, algo que se resume así: la Moncloa pasará, el Banco Santander perdurará.
El periodismo tiene prisa por decirle a la gente que ya hay una vacuna para la pandemia Covid-19 pero la ciencia le dice que espere, que esto no es como el periodismo, que insulta, especula, desinforma y lo convierte todo en una noticia falsa y les diré por qué: porque, como suele decirse, una verdad a medias es la peor de las mentiras y lo habitual es encontrarse una noticia enfocada parcialmente: a los fascistas se les da lo que quieren y nada más, a los comunistas lo mismo, y a los liberales y a los conservadores y a los católicos. Eso es mercado, no periodismo, y mucho menos ciencia o filosofía.
Mientras, la ciencia avanza con rigor, supongo que los científicos estarán aguantando carros y carretas con las prisas y presiones que también vendrán sufriendo desde sus empresas públicas o privadas, hay mucho prestigio y mucho dinero en juego. Supongo que ellos harán lo que deben hacer que es ir poco a poco, si existen personas capaces de jugar a héroes dejando que las utilicen como a cobayas cuando aún no corresponde esa fase de los experimentos allá ellas, luego, si todo sale bien, lo querrán vender como un acto solidario, pero “a mí ya no me la dan”, como decía Fernando Fernán Gómez en la película Stico, de Jaime de Armiñán.
En otra película, El tormento y el éxtasis, el papa Julio II, apodado el papa guerrero, le preguntaba una y otra vez a Miguel Ángel que cuando narices iba a terminar la Capilla Sixtina y el genio le respondía: “cuando la acabe”. Ahora lo queremos todo sobre la marcha, “lo quiero para ayer”, pero tanto la vacuna como el periodismo necesitan su tiempo, la ciencia se lo suele tomar, el periodismo no tanto, lo quiere todo para antes de ayer porque cada día, cada minuto, debe vender un producto al que llama actualidad que precisamente como las prisas no son buenas se ha convertido en un objeto que empieza a ser deleznable para mi desgracia como profesor de periodismo y como periodista.
No puedo más que esbozar una sonrisa cuando un periodista quiere que un científico le ofrezca certezas y el científico se mantiene en sus trece respondiendo que este o aquel asunto debe ser probado y que todo es aún hipotético. Aún existe eso que se llama periodismo de investigación, por fortuna, que es un proceso lento pero que es el auténtico periodismo. El periodismo del futuro será de explicación, de análisis, de investigación. Dedicado a una minoría, como siempre le ha ocurrido al buen periodismo. A lo demás habrá que llamarlo información, agenda, pasatiempo, curiosidades. Nunca periodismo.