Cada vez que me entero de que han matado a una mujer los que tendrían que intentar evitar estos homicidios, asesinatos o como quiera llamárseles, hacen lo mismo: condenas, esto es una lacra, división del asunto en buenos y malos, el minuto de silencio, la pancarta, caritas compungidas, y a continuación la vida sigue igual. Y a eso lo llaman defender a la mujer. Yo lo llamo rutina, incapacidad para ver el caso desde otros prismas, cobardía para acometer los profundos cambios que hacen falta en la educación a todos los niveles y en la economía mercantil para que el terrible problema al menos se aminore.
Los medios braman: han matado a una mujer y ésta hace ya el número mil y pico desde que se empezaron a contar los asesinatos. Punto. Suma y sigue. La asesinada es un simple número, ni los responsables de gestionar la vida de un país ni los medios de comunicación se detienen en más. Entonces aparecen tres problemas: uno el que ya estaba: matanza de mujeres. Dos, los políticos y el sistema que sostienen; tres, la absoluta superficialidad de los medios de comunicación, dedicados en su mayoría a entretener, a matar el buen periodismo, no a desarrollar servicios públicos, a través del conocimiento y la formación, en favor de la paz social.
Cuando anuncian esos medios indolentes que un hombre ha matado a su pareja y luego se ha suicidado se pueden tomar dos posturas: la que ahora se adopta y la que llamaré científica que empieza por el interrogante por qué, un interrogante que también es el filosófico y el periodístico porque toda noticia debe explicar el porqué de la misma y con toda la profundidad necesaria. Al explicar las causas profundas de algo, el ser humano comprende mejor y tiene más posibilidades de ser educado y autoeducarse. ¿Qué ha pasado? ¿Qué impulsa a un sujeto a agarrar una escopeta y matar a su señora para luego matarse él mismo, teniendo en cuenta que el ser vivo tiende a conservarse y a su vez necesita de otros seres para vivir? ¿Qué historia hay detrás?, ¿cuántas miles, millones de historias, se esconden tras la violencia de género o doméstica o como ustedes deseen llamarla? Porque si la Historia es la maestra de la vida es lógico que necesitemos aprender de esa maestra para al menos reducir nuestros comportamientos negativos para con nuestros semejantes.
Nada sucede por generación espontánea, todo fenómeno posee detrás una perspectiva y si desde el punto de vista de la Justicia se debe actuar contra la persona que agrede, para disminuir, al menos, la violencia, se necesita profundizar en el alma humana. Pero esto a los políticos no les interesa, ellos persiguen sobre todo dejarse ver y el titular periodístico y los medios son sus copistas. Qué lástima de política y qué lástima de periodismo, ambas son actividades imprescindibles, pero las estamos asesinando día a día.