Opinión

Manuel Bohórquez

Los pueblos y el flamenco

Los pueblos y el flamenco

Los pueblos y el flamenco / Manuel Bohórquez

Pocas veces, por no decir ninguna, se ha señalado la importancia de los pueblos andaluces en la creación y el desarrollo del flamenco. A ver cuándo la Diputación Provincial de Sevilla encarga una buena investigación sobre esto, en vez de malgastar el dinero en proyectos sin interés alguno. Cuando se habla de la importancia de los cafés cantantes en la consolidación del flamenco como arte y la salida a la luz de los primeros artistas, casi nunca se dice que en los pueblos de Sevilla también hubo cafés cantantes a los que iban a actuar las primeras figuras de este arte. Pongo solo dos ejemplos, aunque podría poner muchos más: el Café de Juan Junquera, en Utrera, y el Manuel Arjona, de Herrera.

Juan Junquera Moreno fue un seguiriyero y empresario jerezano, dueño del Café de la Vera Cruz, uno de los más importantes de Jerez, que llevaron entre él y su hermana Tomasa, cantaora también. La ambición empresarial de estos hermanos gitanos les llevó a abrir cafés fuera de Jerez, el citado de Utrera y otro en el Puerto de Santa María. En el de Utrera debutó un joven Chacón en 1884. Tanto daba que hablar el nuevo genio del cante, que Silverio, que competía con Junquera en el cante y en los negocios, se plantó en este pueblo y se lo quitó para hacerlo debutar un año más tarde en su café de la calle Rosario. Ahí empezó el despegue del gaché jerezano, sin duda uno de los dos o tres más importantes de la historia.

En Herrera, que no es un pueblo de los más flamencos, existió el Salón de Manuel Arjona, donde llegó a cantar todo un Juan Breva con su paisano el Cojo de Málaga y el Niño Medina. También Chacón, el Niño de Cabra, la Niña de los Peines y Manuel Escacena. Hay toda una historia que contar del flamenco en los pueblos de Sevilla. Se está grabando una serie de ExpoFlamenco, Mi pueblo Flamenco, que es probable que no llegue a buen puerto por falta de apoyo de las instituciones. Se trata de contar la historia flamenca de los pueblos andaluces y de dar a conocer al mundo el patrimonio jondo de los de más tradición. Pero no hay dinero, al parecer, solo para aumentar las cuentas corrientes de los artistas favoritos de estas instituciones públicas.

El flamenco no es solo un arte urbano, aunque surgiera con fuerza en las grandes ciudades, sobre todo en Málaga, Cádiz y Sevilla, que es donde se movía y se sigue moviendo el dinero. ¿Alguna vez se han puesto a pensar en las figuras históricas del cante que nacieron en los pueblos andaluces y no en las ciudades? Juan Breva, el Canario, el Niño de Cabra, Marchena, Mairena, Palanca, el Niño de la Huerta, Juan Talega, Perrate, Fosforito, Fernanda y Bernarda, Lebrijano, María Vargas y un largo etcétera. La lista sería interminable. Cafés cantantes y teatros de los pueblos fueron fundamentales en la creación de este género artístico y parece que el asunto interesa poco. Nada, mejor dicho.