Los medios y los días

Mucha opinión, más información

Image
19 sep 2022 / 04:00 h - Actualizado: 19 sep 2022 / 04:00 h.
"Los medios y los días"
  • Mucha opinión, más información

A veces oigo decir que en el periodismo hay demasiada opinión y que debería haber más información. La información nunca sobra, pero la información sin interpretación y sin opinión no está completa. La opinión se deriva de la información y la contiene. Yo ahora estoy informando y a la vez opinando o interpretando. Eso al margen de que la información también opina. Me explico: es muy frecuente que los titulares opinen por la forma de presentarlos. Es muy frecuente que, en el mundo audiovisual, el orden de aparición de las informaciones, el tono de las voces, las imágenes e incluso las coletillas que proyectan los profesionales de la información, contengan una opinión implícita que persigue modelar las mentes a favor de la línea editorial de cada medio que suele coincidir con la mentalidad previa del receptor. Se produce así un círculo que se retroalimenta: el receptor busca aquello que quiere que le digan, lo halla, lo hace suyo, lo divulga, el medio toma nota y sigue en esa línea o rectifica en lo que estime oportuno con dos finalidades: influir en las mentes y vender.

Me llegan con frecuencia enlaces a textos de diarios de derechas o de izquierdas por parte de personas captadas y que se dejan influir siempre por los mismos mensajes, sin cuestionarlos. Y es que en el fondo todo es una necesidad de que te digan aquello que precisas para poder seguir viviendo con una cierta tranquilidad. Estamos ante necesidades psicológicas, de ahí que un debate llegue a ser algo innecesario e inútil si predominan los factores emocionales sobre los racionales, que es lo más común. Son rarísimas las personas que leen de todo y se construyen una opinión propia o que cambian de criterio en una interrelación con “el otro” y menos en las famosas tertulias de televisión a las que no suelen ir personas librepensadoras sino portavoces de lobbies de poder que los están vigilando al otro lado de las pantallas. A su vez, los medios saben a quién deben elegir para invitarlos a sus espacios.

A veces cito lo que dijo Obama cuando era presidente de EEUU: los ciudadanos deben leer The New York Times y The Wall Street Journal “aunque les revuelva las tripas a algunos”, algo así sentenció, cito de memoria. Se refería a que la primera de las cabeceras es de tendencia “socialdemócrata” y la segunda es neoliberal, es preciso abrir los horizontes mentales, el ciudadano de una democracia está obligado a ello y sin embargo no suele ser esto lo normal.

Por regla general, la opinión en los medios suele ir ligada a la línea editorial, de manera que un medio se vuelve aburridísimo para un receptor exigente porque las informaciones van siempre en la misma dirección y las opiniones terminan siendo un coro de firmas que apuntan también hacia el mismo objetivo, mientras que en la radio se oye aquello de “estoy básicamente de acuerdo contigo, pero quisiera añadir o matizar...”. Se introducen a veces las excepciones de rigor para llevar a cabo lo que en el lenguaje académico hemos llamado la autolegitimación del medio, esto es, las excepciones que confirman la regla. Sería más acertado dejar la opinión a una diversidad de autores, plurales en esencia y con firma asidua y, sin embargo, no es lo normal que esto suceda, los medios, sobre todo los más influyentes, hacen escasas concesiones a la disidencia más esencial, de esta manera el receptor que no se conforme con lo que le ofrece un rincón periodístico concreto se ve obligado a acudir a otros muchos, labor que sobre todo llevamos a cabo desde la universidad y desde el interior de los medios mismos. En eso se diferencia tener más o menos poder de no tenerlo, así como una mente abierta frente a la cerrazón temerosa de abrirse a otras opiniones.