Navidad maravillosa en Sevilla

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06 dic 2019 / 07:00 h - Actualizado: 06 dic 2019 / 07:00 h.
"Los medios y los días"
  • La avenida de la Constitución. / Jesús Barrera
    La avenida de la Constitución. / Jesús Barrera

Siempre soñé con una Navidad como la que ahora tengo en Sevilla. En estos tiempos convulsos es normal que los ciudadanos se retrotraigan a sus tradiciones y se cobijen en ellas y a mí, en cierto sentido, me ocurre lo mismo, se están uniendo en mi persona tiempos complejos con mi pre-vejez y eso es una combinación explosiva, no porque me sienta viejo, todo lo contrario, porque me siento joven pero la biología es la biología y el tiempo medio de vida de mi especie en mis condiciones es el que es.

Cuando escribo una columna debo luchar internamente para no parecer un nostálgico de los de cualquier tiempo pasado fue mejor. La nostalgia es buena y poderosa en una dosis adecuada pero mis tiempos franquistas fueron peores que estos, aquellos tiempos en blanco y negro sólo encerraban una paz y una normalidad falsas, aunque los recuerde con cariño porque mi cerebro aún no tenía toda la carga cognitiva que posee ahora. Estos tiempos son los reales, dolorosos pero reales, un tiempo de transición entre una sociedad humana y otra vamos a llamarla posthumana aunque usar ese término sea muy atrevido por mi parte.

En tal contexto la Navidad esplendorosa de mi ciudad me eleva la moral. ¿Que todo es consumo? Pues no consuma usted tanto. El mundo es lo que queramos que sea, si hay unos terroristas que están destrozando el planeta con emisiones que lo perjudican –más a nosotros que a él porque él seguirá adelante de todas formas- cambiemos el chip nosotros y dejemos de consumir muchísimos artículos que no precisamos y de usar coches y todo tipo de transporte contaminante. Reivindiquemos el transporte público y los autos al garaje, plantemos árboles por todas partes en lugar de cortarlos. Difícil, ¿verdad? ¡Con el poder que da tener un coche! ¡Con lo que se vacila con él! Los gobiernos que se opongan al cambio climático, que dicten normas estrictas de obligado cumplimiento y coloquen los cauces y medios para que las podamos cumplir. No, ¿verdad? Se enfrentarían con el Poder real que no es este cachondeo político que existe en España y otros lares como en los mismos EEUU. Pues entonces agua y ajo, es decir, a aguantarse y a joderse.

Por tanto, que me dejen calentito bajo las luces de bajo consumo de mi Navidad que unos días al año no van a hacer más daño que lo que se despilfarra en luz y en alimentos y objetos extraídos del petróleo que acaban en el cubo de la basura. Le doy las gracias de todo corazón al ayuntamiento –a éste y a los anteriores-, a la Fundación Cajasol, a los empresarios y entidades que aportan su grano de arena en la iluminación sevillana, a todos esos pequeños comerciantes que me brindan de todo en sus pequeños habitáculos en la avenida de la Constitución, Plaza Nueva, Alameda de Hércules..., a El Corte Inglés por su Cortylandia, a los artistas callejeros, a los campanilleros y coros, a los belenes que hay por todas partes, le doy las gracias al Belén del arquillo de la Plaza de San Francisco por recordarme que por estas fechas dicen los creyentes que nació un niño revolucionario cuyo mensaje no se cumple pero eso voy a olvidarlo ahora porque como vivo en un mundo de culto exagerado al cuerpo, ahora voy a cuidar estos días de esa parte del cuerpo a la que llamamos alma y voy a recordar cuando mi padre y mi madre me llevaban a la Campana a ver aquellos Reyes Magos que me iban a impulsar a no poder estar por más tiempo en la cama y levantarme a las seis de la mañana a ver qué me habían dejado porque los nervios me iban a matar.