Pedro Sánchez, Rajoy y los mosquitos en Sanlúcar

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15 ago 2019 / 08:03 h - Actualizado: 15 ago 2019 / 08:07 h.
"Mariano Rajoy","Pedro Sánchez"
  • El presidente y la vicepresidenta del Gobierno en funciones Pedro Sánchez y Carmen Calvo. / Eduardo Parra - Europa Press
    El presidente y la vicepresidenta del Gobierno en funciones Pedro Sánchez y Carmen Calvo. / Eduardo Parra - Europa Press

Hay muchas leyendas urbanas en cada una de las ciudades de nuestro territorio, acostumbrados a solaparlas tras el fingimiento y las sombras, como los mozárabes, recovecos y esquirlas que aparentan el Norte cuando se dirigen al Sur.

En los aires difíciles de Cádiz, encuentras la relativa a los vientos de Herodoto, y a la duración impar del viento de Levante, aquel que derribara caballos y al que un rey –caído- llegó a castigar privándole de nombre.

La historia del médico nazi que acabara dirigiendo un Sanatorio en Chipiona, donde curaba a los enfermos desahuciados, hasta que un día desapareciera para siempre en la bruma de un comando israelí. Un comentario en un periódico gaditano aun hoy lo maldice desde el desamor, en prueba de que vive.

O en fin, el Castillo de la Pantista, donde habitara una ex presidiaria cuya energía aun se percibe en un derruido monumento que apenas se divisa desde la desembocadura del Guadalquivir hacia Hades. Allí yacerán las cenizas de quienes amo y confío que las propias...

O por qué no, la Playa de la Muralla, donde mi admirada maestra Encarna nos condujo a mi hijo y a mi por un túnel del alma, que para siempre quedará grabada en la de él. Ha sido la única demostración palpable para este viejo descreído, de su existencia.

Mientras escribo estas líneas, él se sienta, con cuatro años, en el alfeizar de la ventana, a mirar la luna y aun debate sobre si el hombre llegó a pisarla, mientras no tiene duda alguna de que un Principito gobierna una rosa en un minúsculo planeta que señala con su tímido dedo índice.

Es el viejo debate entre la ciencia y la poesía. No estoy seguro de que en los fragores de la existencia ésta última sea un arma cargada de futuro como la definiera Celaya. Tampoco creo que de la lectura de la historias de los Dioses griegos se extraiga aquí más jugo que del monoteísmo ibérico. Lejos de esta piel de toro raída, la enseñanza de cómo aquellos copulaban en un prostíbulo sin pies ni cabeza, razona la certidumbre del acierto de mi huida de ese Penal de El Puerto sin vis a vis.

Pero no quiero desviarme del trasunto del articulo, que versa sobre los mosquitos y los Presidentes de Gobierno. Y es que cada vez que descansan en Doñana, éstos proliferan agotando las estanterías de insecticidas de los establecimientos comerciales, que no sé qué tiene el Sur, más que un desierto que llora mientras canta.

Y es que salvo los mosquitos de Felipe, que eran tolerados como propios, hay diferencias entre los producidos por Rajoy o por Pedro Sánchez, puesto que el único secreto interesante sobre Aznar, era que la cama de la pareja perfecta, eran dos y separadas.

Y es que los mosquitos de Rajoy, eran tenebrosos. Transmitían el miedo, hasta el punto de esconderse en Altea y otros recónditos lugares más propios de la imposible abolición del deseo oculto.

En cambio, los de Pedro Sánchez son más livianos aunque constantes. Debe ser que han leído su Manual de Resistencia. Y es que parece que al Presidente Sánchez le gusta venir al Sur de incognito, lástima que lo descubran esos insectos que nos invaden periodícamente tras la previa a su llegada a Las Marismillas.

Portándonos bien con los malos, les recomiendo un acercamiento presto a Jerez. Porque solo allí, alguno de los desheredados de Dios, os dirá que eso es “cosa de los ricos”; que de ellos no se acuerdan ni los mosquitos.

Por eso, de allí es el cante jondo de los que ya ni sangre permanece; como la posesión de la andaluza por los venidos de Madrid; que al final no es más que la ignorancia de los secretos de sus dormitorios, con el vómito del estómago y el corazón esclavo tan sólo de su gitano, cuando la luna llena resplandece con el Puente de Cadiz en el horizonte.

Y es que los mosquitos, ya ves, son “cosa de vosotros los ricos”, esto es de los Presidentes al pasar sus VISAS.