Confieso que una vez repartí propaganda electoral del PSOE, cuando José Rodríguez de la Borbolla era presidente de la Junta, que no sé si ha sido el mejor, pero sí ha sido el más flamenco. Sobra decir que fue también el más honrado. Le dieron la insignia de oro de la Peña Flamenca El Chozas, de Su Eminencia, y apareció en mangas de camisa y con un abanico que meneaba con un arte increíble. Entonces yo era más de izquierdas que Cañamero y votaba al PCE de Carrillo. Pero Pepote me cautivó esa noche y a la mañana siguiente me uní a un grupo de socios de esta peña y repartí propaganda en el Parque de María Luisa. Y rosas, claro. Y ya ven, no me salieron llagas. Los años me han hecho menos radical y creo sobre todo en los políticos que se pegan al pueblo, que son sensibles a la causa de los más indefensos. Pepote era así, sencillo, agradable, sano. Susana Díaz no me cae ahora tan bien como hace un año, pero confío en que no defraude a quienes creen en su sensibilidad social. Lo tiene difícil y su partido está destrozado, pero espero que tenga lo que hay que tener para cambiar las cosas.