Viéndolas venir

Por encima de la Democracia

Image
Álvaro Romero @aromerobernal1
06 dic 2020 / 16:14 h - Actualizado: 06 dic 2020 / 16:16 h.
"Viéndolas venir"
  • Por encima de la Democracia

Titulo así mi columna de hoy solo porque celebramos el magno día de la Constitución, esa ley de leyes que mis compatriotas se dieron casi un año antes de que yo naciera y que siempre es intocable hasta que se modifica en una quedada del fin de semana. Me refiero a causas mayores, como entenderán los que me entiendan. De modo que si hasta por encima de la ley hay justicia y por encima de la Constitución sigue latiendo la vida, también me atrevería a decir en un día tan señalado que, por encima de la Democracia, escrita incluso con mayúsculas, hay causas mayores que defender, por mucho que se crean quienes creen defender las libertades después de haber leído cuatro fragmentos descontextualizados en las redes sociales donde hoy se lee todo.

En su último libro, el exquisito y recomendable Otra vida por vivir, ese sabio griego que ha vivido casi toda la suya en Suecia y que se llama Theodor Kallifatides afirma lo siguiente: “Con elecciones democráticas puede llegar al poder un partido que quiera acabar con la democracia. Y puede anular el derecho a la Libertad de Expresión haciendo uso de ese mismo derecho. Puede incluso difundir la idea de que ese derecho debe ser abolido”. Y dice más, pensando en ese equilibrio tan sutil del humanismo que integra la Otredad, tan machadiana: “Las libertades democráticas deben estar al servicio de principios más grandes que ellas, como por ejemplo la paz o la igualdad entre los hombres, para no volverse autodestructivas. La sociedad no quiere, ni puede prohibir opiniones, únicamente acciones. Parece lógico, pero no lo es. Las opiniones no se consideran acciones, son intangibles, existen en el espacio y en el tiempo un poco como fantasmas. Las palabras no son sino aire comprimido”.

En definitiva, que es una falacia eso tan repetido de que todas las opiniones son respetables. No lo son. Las personas sí, por supuesto, pero no sus opiniones. Porque esas opiniones que se hacen con palabras como aire comprimido terminan estallando y entonces se vuelven acciones ineluctables. Y claro que es complicado observar hasta dónde puede o debe llegar la libertad de expresión en una democracia, pero al menos hemos de ser conscientes de la necesidad de que estemos atentos, porque los goles vienen por la derecha y por la izquierda, y de las consecuencias de esos goles no tendrán la culpa nuestros nietos, del mismo modo que nosotros no tenemos mérito por vivir tan bien como vivimos gracias a esta Constitución, aunque sea mejorable, como todo en la vida.