Tribuna

¡Que no te la den con queso!

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20 sep 2020 / 04:00 h - Actualizado: 20 sep 2020 / 04:00 h.
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  • ¡Que no te la den con queso!

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¿Te suena esta expresión? probablemente la hayas escuchado en más de una ocasión o incluso la hayas utilizado como sinónimo de "¡que no te engañen!" pero... ¿Sabes de dónde viene? A mí me lo descubrió mi amiga Conchi "Verita", experta y profesional jamonera. Antiguamente, cuando un vino se quedaba un poco agrio, para darle salida, había quien te lo servía con un buen queso viejo para que "no te dieras cuenta" del amargor y te centrases sólo en el sabor del manjar, ¡así es como te la daban con queso! Con el tiempo, la frase quedó como sinónimo de advertencia, en plan: "¡cuidado, que no te engañen!".

¡ Viva el "eau de jamón"!

Pues mi amiga Conchi, no sólo no me la dió con queso, sino que acertó de pleno con su cata de jamón (y de queso, caña de lomo, croquetas, solomillo, melón... Vamos, que aún no me explico como pude salir de allí andando). Conchi "Verita" es el alma máter de "Casa Verita" (C/Cruz 6, Arahal) una magnífica tienda de jamón del "weno" (lo escribo así con "w" para remarcar lo rico que está ese jamón "entreverao", cuidado desde su selección hasta el corte). El pasado martes por la tarde-noche fuí al Arahal con mi chico, Alonso, para visitar a mi amiga. Cuando llegamos a "la casa de los jamones", al abrir las puertas, lo primero que te llega es ese delicioso olor... Yo incluso cerré los ojos unos instantes para centrarme en él, me refiero al "eau de jamón", un magnífico embajador de todo lo que quedaba por venir...

El photocall ideal y el cole del jamón

A la derecha se encontraba lo que bauticé como "el photocall ideal": una pared repleta de jamones, (por supuesto, no podía faltar la foto con ese fondo tan genial). Cada una de las patas llevaba su correspondiente brida de color: blanca, verde, roja, negra... Conchi nos explicó con detalle las diferencias entre cada una de ellas, resultaba muy interesante escucharla porque ella te habla desde la pasión de su vivencia, desde la dedicación y la ilusión de toda su vida... A mí me gustó el sistema de las bridas, se me hacía como una especie de "cole del jamón": la brida negra sería el alumno del curso superior y la roja, verde, blanca serían alumnos más pequeños pero envueltos en la misma calidad de la escuela...

Más adelante, a la izquierda del "photocall ideal", había varios mostradores expositores, atendidos por tres miembros del equipo Verita y apoyado en el primero de ellos se encontraba D. Manuel Vera, padre de Conchi, quien, años ha, desde su pequeña tienda, sirvió de inspiración a la actual "Emperatriz del jamón", su hija, "Verita".

Una de las chicas del equipo Verita nos dió a probar a Alonso y a mí, dos lonchas de jamón que acababa de cortar, cada una de una bandejita, las dos estaban deliciosas pero a mí me gustó más la segunda, a lo que Conchi respondió entre risas: "¡tonta no eres!", había empezado con buen pie la cata jamonera, me puse contenta... ¿o fue el jamón el que me puso?

Al fondo de la tienda había otros productos de la región: aceitunas, quesos, aceites, pimientos... Y en la pared, en frente del expositor, me llamó mucho la atención una antigua foto en blanco y negro: era la abuela de Conchi con sus cerdos, unos cochinos bien hermosos, recordatorio inequívoco del alma familiar del negocio. ¡Que dos palabras tan importantes! ¿verdad? alma y familia... ¡juntas hacen maravillas!

Ya creíamos haber llegado al final de la tienda, cuando Conchi abrió una puerta invitándonos a ver sus tripas... El "backstage" incluía varias cámaras frigoríficas donde conservaban los sobres con el jamón ya cortado, una sala con máquina de ozono para mantener la calidad jamonera y el punto de recepción de la mercancía.

¡Gastrocelebración!

Cuando llegó Eduardo, el marido de Conchi, fuímos a su casa y tuvimos la oportunidad de conocer a más miembros de la familia Verita: su hermana, su hija, su sobrina Daniela (una pequeña "Pipi" que, con su risa y sus carreras, llenaba toda la casa). El recibidor de Conchi me pareció palaciego... Era un original patio interior, donde 4 columnas hacían de original marco de un hermoso azulejo (tanto en tamaño como en "preciosura") de La Torre del Oro. Teniendo como testigo esa bella imagen sevillana, proseguimos la cata: 4 bandejas de distintos tipos de jamón, ya costaba distinguir quien era el alumno aventajado en el cole jamonero porque... ¡todo estaba "weno"! y para que no se mezclasen los sabores, Conchi nos obsequió con un singular Moscatel Dorado y cava, ¡toda una celebración gastronómica!

Ingenua de mí, creí que la cata acababa ahí... ¡No tenía ni idea de lo que quedaba por venir! (si lo sé, no almuerzo... y eso que se trataba de la cena). Conchi también nos deleitó con el sabroso queso de romero Verita (quitaba el "sentío"), con caña de lomo, con solomillo al whisky (¡con su mantita de jamón!), con croquetas de jamón (¡esa masa mágica!) y de colofón... ¡melón con jamón!

¡Verita tiene una varita!

Nuestro tiempo en el hogar de la Emperatriz del jamón había concluído y una valiosa lección habíamos aprendido... Conchi "Verita", lo que ofreces es lo que eres: calidad, exquisitez, pasión... Gracias por hacernos partícipes de tu dedicación vital, de tu ilusión, de tu creatividad... Sin duda, Verita tiene una varita que sabe darle a tu paladar lo que necesita.

María Graciani

https://mariagraciani.wordpress.com/