Los medios y los días

Ramón y Cajal y el feminismo

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05 feb 2020 / 04:19 h - Actualizado: 05 feb 2020 / 04:19 h.
"Los medios y los días"
  • Ramón y Cajal y el feminismo

La década de los 80 del siglo XX fue una época dorada para TVE por las series que nos ofrecía. Series rigurosas, con excelentes guionistas y puestas en escena de las que hoy podemos volver a disfrutar en TVE A la Carta. Eso estoy haciendo ahora en mis ratos de descanso, aprender con la vida de los seres humanos con quienes no se pierde el tiempo observando sus trayectorias, sino que se gana porque te están diciendo que nada relevante se logra sin tesón, sin esfuerzo, sin ser eso que ahora llaman un friki de manera despectiva. Vi una película infantil estadounidense el otro día con mi hija pequeña y dos de sus amigas, Espías con disfraz, donde se reivindica el esfuerzo friki, pero como la dicha no puede ser completa la propaganda gringa colocaba a EEUU como el bien, mientras que el resto era el mal. Es el lavado de cerebro que llevan haciendo los yanquis desde antes de la segunda guerra mundial y bien que vemos sus efectos a diario.

En la serie Ramón y Cajal: historia de una voluntad –el título lo dice todo- se puede ver y estudiar a una de esas personas para las que, a primera vista, sólo existe su investigación, su trabajo. Tanto es así, que en uno de los episodios a Ramón y Cajal (Adolfo Marsillach) se le muere una hija en su casa y por más que su señora (Verónica Forqué) le avisa de que agoniza y lo llama para que salga de su laboratorio, el Nobel ni se entera y cuando termina su intensa labor se encuentra con la mujer en el cuarto de la niña que yace muerta en su regazo.

La esposa de Cajal es una mujer sumisa y comprensiva con el trabajo de su marido hasta límites insospechados. Cajal estaría ocupadísimo, pero le daba tiempo –no había TV ni Internet- a engendrar hijo tras hijo de los que se encargaba la madre, claro está. Creo que al feminismo actual no le hubiera gustado nada esta situación, pero yo estoy convencido de que, si Cajal no hubiera tenido una compañera así, también hubiera desarrollado la misma vida científica. Eso sí, con estabilidad emocional –la que su mujer le daba- se trabaja mucho mejor y se come mucho mejor y se viste más decentemente. La mujer fue decisiva pero no imprescindible, estos frikis han venido al mundo a hacer lo que tienen que hacer y a morir luego, a veces –como Cajal- reconociendo que se ha sido injusto con la familia. Pero la ciencia y la creación artística o literaria tienen tal poder que se abren camino a pesar de todo lo que se plante ante ellas.

Hoy la situación ha cambiado. Como decía mi maestro Nietzsche, el filósofo no debería casarse, aunque él bien que lo intentó con Lou Andreas Salomé en la que vio a su superhombre ante su desconcierto. Pero 120 años después de la muerte del filósofo, bastante más del 30 por ciento de la población española vive sola y el mercado se está adaptando al hecho, ya no hacen falta mujeres sumisas ni hombres que se preocupen por ellas. Desde luego, sigue siendo reconfortante y satisfactorio hacerlo, pero el mercado y el cambio de mentalidad en ellos y en ellas parece como si estuvieran terminando con el reparto de papeles que no debe ser como en tiempos de Cajal, pero tampoco como en el que se avecina y el que ya está aquí, hoy todos somos hombres y todos somos mujeres, todos somos humanos. Sin embargo, algo me dice que estamos yendo demasiado deprisa.