Refugiados de verdad

la segunda vez

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20 sep 2015 / 00:03 h - Actualizado: 20 sep 2015 / 00:03 h.
"La segunda vez"
  • Refugiados de verdad

La pasada semana escribía acerca de unos supuestos refugiados quienes, con el carnet de Podemos entre los dientes y alegando parentela con cualquier edil tocador de cacho público, se han cobijado a costa de nuestros bolsillos, en diversos cargos consistoriales.

No obstante, los auténticos, apremian nuestras fronteras entre abrigos de muerte, desolación y esperanza. Los éxodos masivos trasladan al gobernante, receptor de los mismos, a una liza introspectiva en la cual se enfrentan, la bonhomía con la diligencia. En Madrid, se ha producido un claro ejemplo hace pocos días. La presidenta de dicha Comunidad, vencida por la primera, en un absurdo alarde lanar, no sólo propone la atención primaria gratuita a los inmigrantes ilegales, sino que da un paso más allá, ofreciendo el mismo descuento en los medicamentos que el otorgado a un cotizante al uso. No pasará a la historia de la política hispana como original portento, quien enfrentado a una dicotomía, aumenta gravemente el problema de fondo, dado que en España, por desgracia, estamos sobrados de necios.

La situación es grave, también incongruente. Mientras se solicita la solidaridad de las naciones europeas, Estados Unidos e incluso, he llegado a oír, Nueva Zelanda, varios de los países más acaudalados del mundo, correligionarios de la mayoría de los huidos, no han mostrado ni un solo átomo de solidaridad. Me refiero, evidentemente, a los opulentos Arabia Saudita, Omán, Emiratos, Qatar, Brunei y alguno que se me olvida. Cierto es, que lo cristiano es practicar la caridad sin mirar al vecino... ¿Acaso otra muestra más de la superioridad moral de una civilización frente a otra...?. En cualquier caso, chocante.

Por otro lado, ¿por qué adquiere tanto poder mediático, la foto de un crío ahogado, la desesperación ante una valla de espinos, y no lo obtiene la de todos los niños cristianos enterrados vivos, ahorcados, ejecutados, por la barbarie del Estado Islámico, o la consternación de tantos ciudadanos ante una mesnada de terror, muerte, crueldad y desolación?.

¿Hasta cuándo va a esperar Occidente para tomar por tierra, sin complejos, sin remilgos, las ciudades y predios conquistados por el Estado Islámico para devolverlos a sus legítimos y pacíficos ciudadanos?. En realidad es muy sencillo, se toma la decisión, se consulta a los riquísimos Estados aludidos anteriormente, si la respuesta es idéntica a la dada con la avalancha de expatriados, es decir: ejem, nosotros... pues... no, ejem..., ocúpense ustedes; se cuelga el teléfono, se preparan las tropas y a liberar Irak y Siria.

Mucho me temo que la decisión y el arrojo no caracterizan ahora mismo a la mayoría de los líderes europeos. Por lo tanto, al igual que a los protagonistas de Casablanca «siempre les quedará París» a nosotros, los inepta y melifluamente gobernados, siempre nos quedará Vladimir, ¡Vladimir Putin!.