Secretos y misterios de La Mejorana

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
08 jul 2016 / 21:35 h - Actualizado: 08 jul 2016 / 22:56 h.
"Desvariando"

La Mejorana fue la madre de Pastora Imperio y del guitarrista Víctor Rojas. Se llamó Rosario Monge Monge y revolucionó el baile flamenco en Sevilla a principios de los ochenta del siglo XIX. Llegó a ser la gran atracción de cafés cantantes como los de Silverio y Manuel Ojeda El Burrero, el primero de la calle Rosario y el segundo de la calle Tarifa, con una segunda etapa en Sierpes. Fueron los dos grandes cafés flamencos de Sevilla, por los que pasaron todas las primeras figuras del cante, el baile y el toque. Rosario La Mejorana fue una de ellas, una bailaora y cantaora que trajo de Cádiz, del Barrio de la Viña, donde nació, la gracia y la majestad de aquella ciudad. Su manera de mover los brazos, el contoneo provocativo de sus caderas, el compás y su belleza la hicieron triunfar pronto en la capital andaluza junto a otras célebres bailaoras como su paisana Gabriela Ortega –la madre de Joselito y Rafael El Gallo–, Concha la Carbonera, Dolores Jiménez La Pitraca y otras.

La vida de La Mejorana está llena de secretos y misterios que se llevó a la tumba. Prestigiosos investigadores tanto andaluces como de otras partes del mundo han dedicado mucho tiempo en intentar averiguar su origen familiar, abandonando la empresa por imposible. Según la tradición oral y alguna que otra gecetilla, la bailaora fue hija del afamado cantaor gaditano Curro Durse, el bisabuelo paterno de Manolo Caracol, que era un gitano carnicero y, por lo que se ha contado, un gran conquistador. Nunca se ha podido demostrar que fuera su padre, aunque es algo que está ahí desde hace más de un siglo.

Había que localizar como fuera su partida de bautismo para poner un poco de claridad y aportar datos fiables sobre su origen familiar y primeros años de vida en Cádiz, antes de que se afincara en Sevilla ya como bailaora. La empresa no era fácil porque la artista, al empadronarse, solía cambiar el nombre de sus padres, así como en otros documentos. También la edad, algo normal en las artistas y bastante frecuente en los padrones de vecinos. Con pocas esperanzas de llegar a buen puerto, hace algunos meses comencé un trabajo de investigación para aclarar por fin este asunto y aportar los documentos necesarios, que es la única forma de hacer estas cosas, aunque no paren de salir libros de flamenco sin ningún rigor en los datos, que luego hasta se venden y reciben premios.

Tras meses de rastreo por archivos eclesiásticos de Cádiz y Sevilla, localicé un documento que la hacía viuda del portuense Claudio Rivera Morón, gitano como ella. En 1875 aparecían los dos casados y empadronados en la calle Descalzos del Puerto de Santa María. Aunque la artista constaba como natural del Puerto, al igual que su marido, el siguiente paso fue buscar el expediente matrimonial en el Arzobispado de Cádiz, donde sonó la flauta. Rosario la Mejorana se casó en esta ciudad con Claudio Rivera Morón en este mismo año de 1875, cuando contaba solo 17 años. Y en el expediente matrimonial, como suele ser obligatorio, estaba la partida de bautismo de la artista, el documento que tanto habíamos deseado y que nos iba a ayudar a completar su lagunosa biografía.

En esa partida consta que María del Rosario Ignacia Monge Monge había nacido el día 1 de febrero de 1858, antes de lo que pensábamos, porque siempre se barajó el año 1862. Nació a las dos de la madrugada en el número 16 de la calle Patrocinio, en pleno Barrio de la Viña, y fue bautizada el día 9 de ese mismo mes en la Parroquia de San Lorenzo. Era hija del gaditano José Alonso Monge Heredia y de la gaditana María Dolores Monge, casados en Cádiz, según declararon ante los testigos Pedro González, Rafael Pacheco y José Toscano. Nieta, por línea paterna, de un Alonso Monge al que ya teníamos localizado desde hacía años, cuando investigábamos al Planeta, con lo que es muy posible que La Mejorana perteneciera a la familia del arcaico cantaor gaditano.

Llama la atención la avanzada edad del padre de La Mejorana, 48 años cuando ella nació. De hecho, José Alonso Monge Heredia fallecería el día 19 de diciembre de 1863, con 53 años, siendo vecino del número 8 de la calle Santa Catalina, según el certificado de defunción que aparece en el expediente matrimonial. Fue enterrado en un nicho de tercera clase, lo que indica que la familia era pobre de solemnidad. Así que con solo 5 años, Rosario la Mejorana quedó huérfana de padre, por si ya no era lo suficientemente pobre, con lo que eso suponía en aquella época de tanta miseria. También su madre era mayor para la época, 43 años, pero la vio crecer e incluso casarse.

El matrimonio de La Mejorana con el matarife del Puerto de Santa María fue breve, puesto que se casaron en 1875 y un año después ya aparece el esposo viviendo de nuevo con sus padres en la calle Descalzos. Suponemos que es cuando la artista decide afincarse en Sevilla, a finales de los setenta, donde encuentra de nuevo el amor en un conocido y atractivo sastre de toreros, Víctor Rojas Teresa, ocho años mayor que ella y padre de una niña con una tal Dolores Valenzuela. Fue un romance apasionado y muy sonado en Sevilla, el clásico flechazo del señorito con la flamenca. Cuando ella enviuda, en 1883, se formaliza el noviazgo y en 1885 nace Pastora Rojas Monje, la célebre Pastora Imperio, en la céntrica calle Confitería.

Años más tarde nacería el segundo hijo del matrimonio, el guitarrista Víctor Rojas, en esa ocasión en la calle Torrejón. A todo esto sin estar casados y con separaciones esporádicas por continuas desavenencias en la relación. No es cierto, pues, que se casaran en 1881, como se ha asegurado, entre otras razones porque ella era aún una mujer casada en esa fecha. Lo hicieron siendo los dos muy mayores, él con 60 y ella con 52, para legalizar una relación de más de treinta años y con dos hijos ilegítimos para la Iglesia. Pero sobre todo, porque Víctor Rojas, el sastre, tenía una enfermedad incurable que al poco tiempo se lo llevó a la tumba. La Mejorana moriría una década después, en Madrid, en 1920. Una historia de cine, sin duda, que ampliaremos más adelante con nuevos datos.