Servicios mínimos

Las mujeres, de forma mayoritaria, se ocupan del trabajo invisible, tan imprescindible como poco reconocido. En lo laboral son las más precarias, cobran menos y tienen mayores obstáculos para llegar a puestos directivos

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08 mar 2018 / 09:55 h - Actualizado: 08 mar 2018 / 09:57 h.
"Tribuna","Día de la Mujer","Huelga feminista 8M"
  • Servicios mínimos

Por Rafa Soto, miembro de la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género (AHIGE) en Andalucía.

Nos callamos y escuchamos lo que las mujeres nos están diciendo con esta huelga. Firmado: Los hombres. Hasta aquí, el artículo que queríamos escribir.

Con ese artículo nos comprometemos a que las mujeres tengan hoy todo el protagonismo. Pero nos faltan tres mil ochocientos y pico caracteres para completar el artículo solicitado, precisamente en el día en el que miles de mujeres, también las periodistas, paran. Se nos ocurre entonces que podemos dejar de decirle a las mujeres lo que tienen que hacer y dedicar este espacio a animar a los hombres a asumir los servicios mínimos en las empresas donde las compañeras han decidido sumarse al paro, y también los otros servicios mínimos.

Las mujeres en huelga y los hombres nos ocupamos de los servicios mínimos haciendo resonar sus palabras: «Si nosotras paramos, se para el mundo». Las mujeres, de forma mayoritaria, se ocupan del trabajo invisible, tan imprescindible como poco reconocido. En el mundo laboral son las más precarias, cobran menos y tienen mayores obstáculos para llegar a puestos directivos. El reconocimiento nos hace a los hombres más justos.

Las mujeres paran y los hombres nos ocupamos de los servicios mínimos respetando y apoyando su movilización, asumiendo que hoy no somos el centro, que nuestro rol es secundario. Es su huelga y, desde la periferia, podemos ver hoy otras formas de organizarse, reivindicar y expresarse que nos enseñan.

Se movilizan las mujeres y nosotros hacemos los servicios mínimos atendiendo a las criaturas y a las personas mayores y dependientes. Aprendemos que el cuidado es lo contrario a la violencia, aprendemos sobre el afecto comprometido, sobre la ternura y la sensibilidad. Recordamos que un día fuimos niños y que al poco, otro día, seremos ya mayores. Tenemos en cuenta las necesidades de las otras personas cuando ayudamos, cuando las amamos. Eso es cuidar: una de las imprescindibles señas de identidad de la humanidad.

Salen a la calle las mujeres porque las estamos acosando, sobrecargando, violando, cosificando y discriminando. Porque traficamos con sus cuerpos, les negamos el apoyo y les hacemos pagar caro que no se sometan. Porque las estamos matando. Y nuestro servicio mínimo es empezar por reconocer y acabar con nuestras propias violencias, las de la imposición, la manipulación, las del descuido, las burdas y las sutiles. Y seguir por nuestro entorno cercano. Y también insistir con ellas para que el Pacto de Estado contra la Violencia pase de las palabras a los hechos. Para que dejemos de pertenecer a la Manada.

Cuando hoy termine la huelga, miles de mujeres habrán lanzado su mensaje unidas. Será un éxito, seguro. Ya es un éxito haber llegado hasta aquí con tantos obstáculos, superando el «divide y vencerás», que sin tregua hostiga al feminismo cada vez que nos dicen –o decimos– «tenemos que apoyar el feminismo responsable, no el feminismo radical». Lo están haciendo las mujeres, nos están «sirviendo» esta vez sin servilismo, diciéndonos la verdad, posicionándose y poniéndonos límites.

Y, probablemente, será un éxito mayor, multiplicado, cuando los hombres decidamos escuchar lo que hoy nos dicen y nos situemos a su lado, considerando que no se trata de una guerra de sexos, sino que el enemigo común es el machismo. Aprendiendo a perder nuestros privilegios «de nacimiento», los hombres podremos sumarnos a la igualdad efectiva.

Miles de mujeres transitan a diario entre el «no sirves para nada» y el «no pares de servir». Y nos dicen que ya han tenido suficiente, muchas de ellas ya están hartas y esta jornada es un punto de inflexión, de cambio y empoderamiento. Esta huelga es una oportunidad de valor incalculable para reiniciarnos como sociedad. ¡Es tan difícil tratar de arreglar un tren en marcha!

Para muchos hombres, que hoy hayamos salido de nuestra zona de confort, también puede suponer un antes y un después. Por eso: ¿por qué no hacer los servicios mínimos hoy y cada día a partir de hoy?