Opinión

María Graciani

¡Soy gastrósofa!

Tostas con de jamón con salmorejo y huevos de codorniz,  de Bodega Bichuela.

Tostas con de jamón con salmorejo y huevos de codorniz, de Bodega Bichuela. / María Graciani

Sí, has leído bien, este extraño vocablo que parece un mini trabalenguas alude a los disfrutones de la buena mesa, a aquellos que practican la sabiduría de los sabores y se deleitan en ellos, pues he descubierto que pertenezco a este afortunado grupo: los gastrósofos.

Ya lo decía Hipócrates: «Que tu medicina sea tu alimento y tu alimento tu medicina», y es que este «bálsamo cotidiano» tiene la capacidad de hacer que tu mente y tu cuerpo se sientan más sanos, piénsalo... Desde que nacemos, «somos lo que comemos» (como dirían las abuelas), lloramos cuando nos falta el alimento y cuando lo obtenemos, nos ponemos contentos (fíjate sino en la expresión de serenidad que se le queda a un niño chico cuando termina algo que estaba «mu rico»). Sí, alimentarnos es una necesidad pero también un deleite para los sentidos... Sentarnos a compartir la comida, ¡hace que nos sintamos más unidos! pues entre bocado y bocado nos contamos cómo nos ha ido el día, qué nos ha pasado, a quien conocimos o cómo nos sorprendimos... Nutrirnos con sabiduría nos alegra el día amén de recargarnos el ánimo y la energía.

Cada domingo Alonso, mi chico, y yo disfrutamos yendo a tapear a diferentes lugares y nos divertimos practicando la gastrosofía: la ciencia del conocimiento culinario, que sin ser expertos, hacemos de algo cotidiano (la comida) algo extraordinario...

¿No es maravilloso re-descubrirse a diario? ¡Así le damos más «vidilla» al calendario! A veces hasta cierro los ojos y siento como si mi paladar se convirtiese en una pista de aterrizaje a punto de recibir un nuevo avión de sabores... Esos maravillosos chocos de la Peña Cultural Mascareta (además son «pet friendly», vamos que permiten mascotas, mi Atila ya ha tomado buena nota), la presa con foie del Club del Carmen, el atún a la plancha de Caracole, las tostas con jamón, salmorejo y huevos de codorniz de Bichuela (amén de sus postres caseros que son para quitarse el sombrero) ¿qué? ¿ya salivando? A mí hasta hambre me está entrando al relatarlo...

Pues sí, resulta que soy gastrósofa y yo ni conocía el término (pero si lo que implicaba). Yo lo interpreto como filósofa de la comida porque hago de algo sencillo un genuino disfrute, incluso si ahora cierro los ojos soy capaz de recrear en mi paladar el sabor de mis platos favoritos... ¡Ay, qué apetito! La buena mesa, como la buena compañía, tiene la virtud de alegrarte el día, no lo dudes: ¡prueba la gastrosofía!

María Graciani