Tetas

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21 jul 2018 / 19:44 h - Actualizado: 21 jul 2018 / 19:45 h.

En la autovía de Huelva, a la altura de Castilleja de la Cuesta, hay un gran anuncio –la publicidad siempre mirando por nuestra seguridad vial– en el que una mujer muestra un sujetador que oculta dos hermosos senos. Yo lo veo de refilón cuando voy conduciendo, camino de mi trabajo en Sevilla. Si por culpa de este instinto animal casi irrefrenable con el que la naturaleza me ha dotado por lo macho que soy, me quedara ensimismado, mirando esas beldades mientras conduzco, y me doy una piña, ¿quién tendría la culpa?, ¿la empresa anunciadora, yo o ambos? Seguro que el culpable sería un servidor, por lascivo y machista. El cartel tiene detrás, a pocos metros, un cementerio que está junto a Ikea. El eros, el tánatos y el consumo, en armonía.

Tras numerosas mañanas haciendo esfuerzos para no fijarme en la tentación –pues quien huye de ella, huye del pecado– el otro día el atasco correspondiente estaba más denso que de costumbre y pude ver de qué iba aquello. «Debe ser algún sujetador», pensé, pero no, es una clínica que aumenta pechos, esto es, una promoción del dicho «pueden más dos tetas que dos carretas».

Parece que irrumpen con fuerza en España y entre la juventud costumbres de otras latitudes. En América Latina sigue la de las fiestas de las quinceañeras. Cuando la chica cumple los quince, la presentan por todo lo alto en sociedad, eso también existía aquí –lo copiaron de nosotros allá– pero se estaba terminando o había terminado y ahora empieza de nuevo, como esas otras celebraciones en las que los púberes van encorbatados y con esas chaquetas estrechas que se llevan ahora, que les dan a los varones aspectos de lechuga hortelana, atada por la mitad para la venta. ¡Qué antigua cierta juventud de hoy! En mis tiempos gloriosos, los progres no utilizábamos ni la palabra novia/o, eso era carca, y ahora no hago más que oírla.

Cuando los padres presentan a una niña de quince años en sociedad, lo hacen para que llegue algún mozo y le cante Quince años tiene mi amor, la cace y la case, otro machismo más. Les dan un buen regalo a las quinceañeras en América Latina y muchas demandan una operación de aumento de pechos, de manera que el cartel tetón va bien encaminado, hay mujeres con magnos gustos y hacen bien: grandes plataformas en los pies, grandes senos, cosenos y cotangentes porque sin tetas no hay paraíso, qué razón tiene el título de la serie, yo un día, como sufra un piñazo, podría dar la vida por esas dos bendiciones que adornan mi trayecto a la dura faena.