Opinión
Ramón Reig
Todos queremos dinero
No sé si en España habrá alguien que no quiera dinero a pesar de que su alcancía esté llena. Lo que yo veo en los medios es que todo quisque solicita pasta. Los camioneros, los investigadores, los pensionistas, los jóvenes, los sanitarios, las universidades, los enseñantes en general, los parados para sus subsidios, los autónomos, los mismos medios de comunicación, los agricultores, los policías, los guardias civiles, los aparcacoches, los pinchadiscos, los camareros..., me parece que hasta Amancio Ortega y Juan Roig aspiran a aumentar el vil metal para no quedarse detrás de otros colegas y poder invertir o bien no pagar tanto a Hacienda que eso también es dinero que se queda.
El otro día estaba en la cola de caja del supermercado y la gente hablaba de dinero, una señora casi le echaba en cara a la cajera que ofreciera productos adicionales a los clientes que estaban pagando porque, supuestamente, recibía comisión por venderlos, como si eso fuera pecado. Lo del pecado pasó a la historia, ahora todo se compra y se vende, lo dicen en los anuncios de TV las empresas que viven de eso y hasta la Iglesia me cobra por entrar en la catedral a ver la tumba de Colón o sentarme un rato en el Patio de Los Naranjos, como hacía en mi juventud divino tesoro de la gratuidad. Oh, gratis, la palabra más hermosa.
La cajera negaba una y otra vez que recibiera comisión como si le nombraran al diablo, y añadía que no estaría mal que le aumentaran el sueldo. Un joven que se encontraba detrás de mí en la cola, soltó que el mejor sueldo era un buen premio de lotería. Lo miré con desprecio y me fui. Mira, niño, que eres muy joven para pensar en rascarte la barriga. Trabaja y si no hay trabajo sigue buscando y olvida ya la ganancia fácil y el pendoneo que hay una constante por más sociedad digital y por más redes sociales que pululen: todo lo importante se logra con esfuerzo, con trabajo. Así que a todos y a todas como tú os lo digo claro: o trabajáis u os vais a la misma majada. Y si no hay curre incendiáis el mundo como es vuestra obligación en lugar de tanta papanatada como ejercéis.
Comprendo que después de que la ministra Montero, doña Irene, haya anunciado que va a sacar directa o indirectamente unos 20.000 millones para su ministerio y de que Sánchez pretenda gastar más en armamento, el personal se pueda sentir molesto. 20.000 millones de Montero son, visto lo visto, una inversión para desarrollar la estupidez, el nombre del ministerio ya es una idiotez, Ministerio de la Igualdad, ¿qué igualdad?, ¿quién ha dicho, científicamente, que todos seamos iguales? A cada cual según su trabajo y su capacidad, a cada cual los mismos derechos pero lo de que seamos iguales eso se gana, no se regala. Que ya está bien de callarse y achantar cuando se sabe que por Ministerio de Igualdad se entiende extender la venganza de un cierto tipo de mujer contra el llamado patriarcado opresor mediante el cual se siembra la desigualdad, el rencor y la competitividad salvaje y destructiva entre hombres y mujeres.
A ver qué van a hacer gobierno y empresarios si todo el mundo necesita y quiere dinero y los únicos que lo tienen seguro son Irene, los cañones, Amancio y Roig. Porque esto de dar dinero no es asunto sólo del gobierno, ¿dónde están los mecenas privados que financien por ejemplo proyectos científicos? ¿Dónde están los Medici españoles y sevillanos? Supongo que como se quiere dinero por aquí y por allá, por eso escasean los mecenas también, escasean por el simple hecho de que también quieren dinero. ¿O es por la ley del mecenazgo? Caixabank y el BBVA son buenos mecenas y me imagino que se basarán en la misma ley. Deberían soltar más pasta pero para lo que hay no está mal. Lo que sucede es que, en este tema de las subvenciones, en España, ahora y siempre, ha funcionado mejor el amiguismo y el clientelismo, para eso sí que hay dinero a perpetuidad.
En armamento hay que invertir, por supuesto: para contentar a los yanquis y porque hace falta, me gusta que los militares estén contentos y que por ahí fuera nos tengan respeto y miedo. Habría que ir pensando en una bombita atómica de fabricación propia para colocarnos a la altura de los momentos actuales y crear puestos de trabajo. Al mismo tiempo, se debería crear laboreo para profesorado que explique cómo no usar nunca las bombas atómicas que se fabrican. Las bombas, y ésas con mayor motivo, deberían ser siempre como la escopeta del tatarabuelo que la tenemos ahí colgada de adorno para sacarle brillo de cuando en vez, pero nada más. Por otra parte, hay varias ideas que se me ocurren para lograr dinero y abastecer a unos y otras. Eso sí, antes de exponer tales genialidades debo cobrar. Quien las desee, que me pague.
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