Se están celebrando estos días unas jornadas en Sevilla sobre la Transmisión vivencial como clave de los gitanos en el flamenco. Estupendo, mejor esto, el análisis y el debate, que salir en una rueda de prensa y hablar del blanqueamiento y la desnaturalización del arte andaluz, que no gitano solo, sin investigar nada de nada. Salvo que llamen investigación al libro Los gitanos flamencos, de Pedro Peña Fernández. Seria, quiero decir. Tradicionalmente, los gitanos flamencos no han investigado mucho. Antonio Mairena se creyó todas las películas de sus viejos maestros calés como fuente de información y así le lució el pelo, que nunca le sobró. Ahora hay unos cuantos que pasan por investigadores e historiadores y que aún no saben cómo comenzó todo esto del flamenco. Apoyen a los buenos investigadores, sean o no gitanos, y a los buenos artistas que luchan por mantener viva la escuela gitana del cante, el baile y el toque. Lo demás son ganas de perder el tiempo y de ajustar cuentas con el payismo ignorante y fanático.