Tu cara es del color de la verdad

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04 nov 2016 / 22:41 h - Actualizado: 04 nov 2016 / 22:04 h.
"Cofradías","El Gran Poder","El Gran Poder en el Jubileo de la Misericordia"

Tu cara es del color de la tierra donde la guerra siembra tanto sufrimiento. Tu cara es del color del tronco del árbol de las esperanzas, al que todos abrazamos cuando vemos tus ojos de resignación y consuelo. Tu cara es del color de la noche palpitando al son de un pueblo que te sigue donde vayas, que te reza, que te implora y que se aferra a la Cruz de tu misericordia. Tu cara es del color que resulta de la mixtura de la naturaleza del Padre y la redención del Hijo unigénito, tu cara es del color de la salvación, tu cara es del color de la libertad.

Tu cara es del color de la montaña a la que subimos todos los que creemos en tu destino. Tu cara es del color del manantial donde bebemos el agua de tus palabras y de tus pasos, agua de «creo en ti y en tu vida eterna». Tu cara es del color del río que, sin puente, todos cruzamos, solo por verte, Señor, porque tu cara es del color de la humildad, de la pobreza y de la sencillez, los tres símbolos que tú elegiste para tus discípulos y para cuantos te seguimos con fe. Tu cara es del color de la soledad para la que te entregamos nuestras oraciones y súplicas, honrándote con nuestra compañía.

Tu cara es del color de la tristeza. El mundo se empecina en no hacerte caso, por eso tu cara es del color de la mansedumbre. Tu cara es del color de la plaza que San Lorenzo bendijo para que levantaras tu casa, en la que vives junto al Mayor Dolor y Traspaso de tu Madre, tu cara es del color de sus lamentos, la eterna compañía de San Juan Evangelista y la gran devoción de los beatos Diego José de Cádiz y el Cardenal Marcelo Spínola. Tu cara es del color de la penitencia, tu cara es del color de la oración. Tu cara es del color ruan de la madrugada, racheo exclusivo de tus pies hacia el Gólgota sevillano que preside el Giraldillo, rendido ante tu Gran Poder porque tu cara, Señor, es del color del amor que vas derrochando a tu paso cadente y silencioso por la alfombra de padrenuestros que, por calles y plazas, te extiende Sevilla, tu fiel centinela, tu ángel y guarda, tu luz y tu guía.

Tu cara es del color de la muerte. Tu cara es del color de la vida. Tu cara es del color de la verdad.