Los medios y los días

Una yegua, docenas de toros muertos y dos mil flatos

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30 abr 2023 / 04:00 h - Actualizado: 30 abr 2023 / 04:00 h.
"Los medios y los días","Feria de Abril 2023"
  • Caballistas el viernes por el real de la Feria de Abril. / Eduardo Briones - E.P.
    Caballistas el viernes por el real de la Feria de Abril. / Eduardo Briones - E.P.

Mientras le he dicho a Alberto Cortez y a otros intérpretes musicales de mis tiempos –muertos la mayoría- que me canten algo, hago balance de la Feria de Abril que este año sí ha sido en Abril: una yegua, unas docenas de toros muertos, dos o tres mil, flatos humanos por el calor y un millón de personas –de personas humanas, como dicen algunos iletrados- que se han divertido muchísimo y han disfrutado a pesar de la calor, según me han contado los medios y los mensajes que recibo por el móvil. En las redes no entro porque me enredan y ya sería el colmo del masoquismo.

Me alegro por quienes se han divertido, habrá sido un auténtico entrenamiento para cuando tengamos que combatir en el Sahara y defendernos de Marruecos por sus deseos de adosarse Ceuta y Melilla. Tendremos que conquistar el país alauita y así poder desarrollarlo como nos estamos desarrollando nosotros, de esa forma se quedarían en sus casas con televisores muy grandes, de más de 1.000 euros, para ver a los sufridores concursantes en islas desiertas. Ya de paso liberamos a los saharauis, pero todo eso lo tendrá que hacer una alianza PP-Podemos, el PSOE pasa y hay que ver lo sensible que la derecha se ha vuelto con los revolucionarios saharauis desde que Pedro se entiende con Mohamed.

Hay una cosa cierta, con pruebas irrefutables. Los caballos y los toros no nos han matado pero nosotros sí que hemos matado a la yegua y a los toros. Con premeditación y alevosía. Los veterinarios dijeron que la autopsia de la yegua revelaba que ya estaba enferma, que la dueña lo sabía y que salir a trabajar enferma y con ese calor la deshidrató del todo. Prueba científica irrefutable. Otra cosa es lo que diga la ley. Los toros es de dominio público que no se suicidaron sino que los desangraron poco a poco y cuando ya no tenían fuerza para nada los suicidaron porque para qué vivir así.

Los toros, animales que nos enseñan la dignidad de saber morir: salen a un coso donde de pronto ven a miles de seres que gritan, ninguno de su especie y, salvo los que saltan la valla para escaparse, que son una exigua minoría, ahí que están, dando la cara, siendo coherentes y ofreciendo hasta la última gota de su sangre. Cuando ya no pueden más, se marchan lentamente hacia las tablas y se echan. Incluso ya con su cuerpo sobre la arena, embisten con su cabeza a quienes se les acercan. Hasta que les dan la puntilla. Todo ha sido en equipo aunque la gloria se la lleve el “sacerdote” que ha representado el ritual de matar a la bestia, el ritual de la sangre, tan celebrado en algunos de los países que conquistamos en América, ya acostumbrados a la sangre desde antes de llegar nosotros. El toro, sin embargo, ha estado solo, nadie le ha echado un capote para que viva sino para que muera. La Maestranza lleva en su alma el sabor de la vida del paseo de carruajes y el de la muerte.

Una entrañable profesora e investigadora italiana, de Florencia, cuando viene por Sevilla no puede ver ni a los caballos que tiran de los carruajes para turistas a pesar de que le digo que los animales están cuidados y que sus dueños deben tener mimo con ellos porque es su modo de vida y porque el ayuntamiento está atento –o se supone- de que se cumplan las normas. No le convence. No es que sea la típica persona que da la caña con el maltrato animal, no, sencillamente es muy sensible con todo. En mi caso, pienso en las causas que nos empujan a matar para divertirnos como cualquier psicótico extremo. Tiemblo al pensar qué haríamos si, como los nazis, tuviéramos permiso para asesinar.

He estudiado la fiesta de los toros desde la antropología. Mi conclusión es que se trata de un hecho que está ahí y que es el propio humano el que tiene que decidir con su presencia o ausencia si sigue o no. Nada de eliminarlo por ley. Ahora, eso sí, de darle dinero público habiendo otras necesidades, ni hablar. Y los caballistas pueden disfrutar cuanto quieran siempre que firmen un buen convenio colectivo con sus trabajadores, aunque sea en desagravio por la yegua que cayó muerta en el Paseo Colón.