Miles de personas en toda España clamaron ayer contra la «impunidad franquista» y por la dignidad de las víctimas del régimen. «Verdad, justicia y reparación», exigían. Abrigadas por la serenidad que imprime la razón como bandera, y la reivindicación como motor de sus cánticos, demandaban el reconocimiento jurídico de los afectados, la anulación de la Ley de Amnistía de 1977 y la apertura de una investigación de los crímenes de la dictadura.
Un asunto pendiente que lleva años siendo el leit motiv de estas miles de personas que, tras la muerte del Franco hace 40 años, aún no han hallado respuesta a sus peticiones. Es pertinente ya que se permita la apertura y el libre acceso a todos los archivos públicos relacionados con los años de dictadura en todos los ámbitos de la sociedad, tal y como exponían ayer los responsables de IU-Unidad Popular. Esta transparencia, tan aplaudida y vendida políticamente, debe encontrar eco certero también en este frente, para que las heridas empiecen a cicatrizar de una vez por todas. Recuperar la memoria de las víctimas debería ser una razón de Estado, y un ejercicio de democracia tan importante como otras cuestiones que en estas décadas han cobrado prioridad.
Los manifestantes mostraron su interés también en trasladar sus demandas a los partidos políticos que concurren a las elecciones generales del 20 de diciembre, a los que solicitan que no den carpetazo durante otra legislatura más a este tema, porque no se entiende que «no se hayan puesto aún las pilas en lo concerniente a la recuperación de la memoria de las víctimas del franquismo».
«Los crímenes del franquismo no prescriben», gritaban ayer en Madrid. Y así es. La dignidad como nación y como personas empieza por reconocer e implantar justicia en episodios que no resultan agradables para nadie. Los años no pasan en balde. Somos lo que somos, venimos de donde venimos, pero en la virtud de rectificar también está la redención.