Sábado de Pasión

De Padre Pío a Sevilla Este: crónica del Sábado de Pasión

Muchos estrenos y una amplia cobertura mediática convirtieron la segunda jornada de Vísperas en un disfrute para los cofrades

02 abr 2023 / 08:30 h - Actualizado: 02 abr 2023 / 08:32 h.
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Coincidiendo con la hora nona —las tres de la tarde en clave litúrgica—, el primero de los cortejos del Sábado de Pasión se puso en la calle para dar inicio a la segunda jornada de Vísperas. Se trataba de la hermandad de Padre Pío, que desde la parroquia del Buen Pastor y San Juan de la Cruz, perteneciente al arciprestazgo de Amate-Cerro del Águila, iba integrada por 225 nazarenos de capa. Este año, el paso de Nuestro Padre Jesús de la Salud y Clemencia portaba en su trasera una reliquia de San Pío de Pieltrecina —el santo de los estigmas que da nombre al barrio—, mientras que el palio de la dolorosa, vestida con gran gusto por Antonio Bejarano, exhibió un cirio con el lema ‘Divina Gracia de Vida’ fundido por los donantes de órganos. Entre los detalles de su atuendo, brilló especialmente el encaje francés y el ramillete de jazmines de orfebrería donados por los hermanos. Otra pieza que sobresalió en el atavío de la Santísima Virgen Madre de la Divina Gracia fue la toca de sobremanto cedida por la Hermandad de los Gitanos, la cual pertenece al excelso ajuar de la Virgen de las Angustias.

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Una hora y media después, la Hermandad de la Milagrosa dio lustre a las calles de Ciudad Jardín portando en sus pasos sendas cámaras ‘pasocam’ que permitieron emitir planos inéditos durante la retransmisión de La Recogía, al final de la jornada. Del paso de misterio cabe destacar la túnica de terciopelo verde del Señor, la saeta interpretada por un costalero a las puertas de la parroquia y las marchas de la Agrupación Musical de la Redención —‘Puente del Cedrón’, ‘Cristo entre Nosotros’ o ‘Eterno Redentor’ hicieron las delicias del público—. Otro momento inefable fue la ofrenda del Centro Asturiano de Sevilla en forma de gaitero —el tema ‘Asturias, patria querida’ estuvo acompañado de una réplica de la Virgen de Covadonga—. Por su parte, María Santísima del Rosario estrenó para la ocasión un tocado elaborado con paño egipcio bordado en hojilla de plata así como un pañuelo de encaje enriquecido con lentejuelas de oro, ambos del siglo XIX. A su salida, la banda de la Cruz Roja interpretó el himno de la Armada así como la marcha ‘Siempre en tus manos, Rosario’, acompañada por el coro de Julio Pardo, como homenaje al fallecido compositor gaditano. En cuanto a la Guardia Judía —quienes a golpe de ‘shofar’ sorprendieron a propios y extraños—, es de justicia mencionar el detalle que tuvieron al visitar la Ciudad de Los Niños de San Juan de Dios, en Alcalá de Guadaíra, donde tuvo lugar una representación matinal de la Pasión.

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La cofradía decana del día, Dolores de Torreblanca, se puso en la calle a las cinco menos cuarto con un cortejo de 750 nazarenos, los cuales escoltaron a Nuestro Padre Jesús Cautivo ante Pilato y María Santísima de los Dolores, hermosísimos en sus andas. Entre los varios estrenos que pudieron apreciarse durante las nueve horas de recorrido sobresalieron la Manguilla con la Cruz Parroquial, bordada en oro y seda por el taller de costura de la Hermandad, y el marmoleado artístico del suelo del misterio, realizado por el escultor Juan Antonio Blanco Ramos. En cuanto a la dolorosa, el numeroso público que la acompañó por las calles de reciente rotulación, como Párroco Antonio Olmo (antes calle Abedul), Parque Juan Castellano Martín (antes parque Acacias), y Calle Vicente Alonso García (antes calle Almendro), disfrutó de las preciosas jarras violeteras de Orfebrería Andaluza, cuya plata iba acompañada del aroma de las flores que exornaban todo el palio —desde rosas pink a fressias blancas—. Tampoco faltaron novedades en el atavío de María Santísima de los Dolores, sobresaliendo el fajín hebraico creado con hilos de sedas elaborados en telares valencianos del siglo XVIII, o el broche con su nombre realizado en plata de ley por el orfebre Eduardo Quinta Lobo. La música, uno de los grandes aciertos de la cofradía, la pusieron tres bandas de estilos completamente distintos: la Juvenil de la Centuria Macarena (en la cruz de guía), la Sentencia de Jerez de la Frontera (en el misterio), y las Nieves de Olivares (en el palio). Como cada año, uno de los momentos más emotivos de la estación fue la llegada de la comitiva al Convento de las Hermanas de la Cruz.

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En San José Obrero, el Cirineo tallado por Fernando Aguado cumplía diez años, de ahí que muchos ojos se posasen sobre él al tiempo que admiraban a Nuestro Padre Jesús de la Caridad así como el llamativo exorno floral donde sobresalían especies como las rosas, los claveles y los lisiantus. Por su parte, la Virgen de los Dolores, hermoseada con rosas, esparragueras en tono cobre y jazmines de talco, lució la nueva saya ejecutada por el taller de bordado de la Hermandad, la cual combinaba a la perfección con su tocado de encaje y la corona dorada de los Hermanos Delgado. Como remate a su atavío, los priostes le colocaron un nuevo pañuelo donado por un hermano.

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Reina del Parque Alcosa, María Santísima de la Purísima Concepción, primorosamente vestida por José Antonio Grande de León, lució en la candelería de su palio un cirio de los Donantes de Órganos con la leyenda 'Luz de Vida' y otro votivo que rezaba 'Reina Madre', ambos diseñados por Manuel Muñoz Varón. Uno de los momentos más emotivos de la hermandad del Divino Perdón fue el paso por la calle Las ONG, donde sus dos pasos transitaron sin música para atender las necesidades de las personas que presentan Trastornos del Espectro Autista (TEA), una preciosa iniciativa impulsada por la Asociación Asperger-TEA Sevilla y la Hermandad de los Dolores del Cerro del Águila, a la que la corporación del Sábado de Pasión se sumó con entusiasmo. Como curiosidad, al regreso de la cofradía le fueron retiradas las potencias al Cristo, ya que una de ellas se había aflojado. Una hora más tarde, la Agrupación de las Maravillas hacía su puesta en escena desde la Parroquia de Santa María de la Cabeza —sita en la barriada de San Diego—, con un cortejo integrado por cien personas. A las órdenes de Pablo Rodríguez, Nuestro Señor de los Afligidos —talla realizada por Dubé de Luque en el año 2009— inició su recorrido de cinco horas por calles como Familias Cuidadoras, Profesor Tierno Galván o Asociación de Vecinos con música de Nuestra Señora del Sol. A destacar la cera roja que, combinada con el exorno floral y alojada en los altos candelabros del paso, daban color al sobresaliente Cautivo.

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Jesús del Amor, talla bellísima de Sánchez del Pino, lució este Sábado de Pasión una túnica blanca lisa con parte del pecho al descubierto que lo hacía destacar en su meritorio conjunto. Y es que, pese a su juventud, la agrupación está haciendo las cosas bien, lo cual pudo apreciarse en el ‘focale’ —pañuelo portado por el romano que lleva atado al Señor—, o el modo de sujetar la cruz por parte del Cirineo; detalles extraídos de películas como ‘La Pasión de Cristo’, que refuerza el carácter historicista del misterio. Ni que decir tiene que la Virgen del Desconsuelo también lució preciosa durante todo un recorrido en el que estuvo acompañada por los músicos de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Rota. El cortejo, integrado por mil personas, se lució especialmente en su itinerario de vuelta por calles como Mujer Trabajadora o Ajímez, antes de acceder a su parroquia al filo de la medianoche.

La gran novedad del día era la primera salida procesional del Señor de la Humildad, Titular de la Agrupación de La Espiga radicada en la parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles y Santa Ángela de la Cruz, en Sevilla Este. Una hermosa talla acompañada de un cirineo —ambos de Israel Redondo— cuya canastilla estrenó sus cuatro maniguetas gracias a la donación del San Roque Balompié, club del barrio. Doscientos cincuenta hermanos formaron parte de un cortejo que recorrió calles de llamativo nombre, como Cueva de Menga, Milano Real o Malvasía, y cuyos sones musicales corrieron a cargo de la Agrupación Musical Nuestra Señora de la Encarnación. Sin duda la guinda de un pastel degustado vorazmente por los cofrades.