El finado sí tiene quien le limpie

Cada vez son menos las personas con tiempo libre para cuidar las tumbas de sus antepasados

EFE/Fermín Cabanillas

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Fermín Cabanillas

Cada mañana, cuando el cementerio de Arahal (Sevilla) abre sus puertas, la empresaria Nazaret Brenes Moreno accede a su interior con cubos, paños y todo lo necesario para limpiar lápidas y nichos, algo que pasa desapercibido en estos días, pero que tiene detrás un trasfondo social.

Nazaret buscaba una idea para diversificar su trabajo (es gerente de cafetería), y notó, cuando iba al cementerio, que la media de edad de las personas que acudían cada día iba en aumento y que muchos enterramientos estaban descuidados, con lo que se le ocurrió ofrecerse como "limpiadora de tumbas", aunque el nombre oficial de la idea aún no lo ha definido.

Con esa premisa, decidió hace un par de meses contar en sus redes sociales la idea que había tenido, que en pueblos como el suyo, de 20.000 habitantes, todavía no se ha prodigado, "a pesar de que en las familias cada vez son menos las personas con tiempo libre para cuidar las tumbas de sus antepasados".

"Las personas mayores tienen problemas para subirse en las escaleras, y los jóvenes tienen cada vez menos tiempo libre", dice a EFE mientras limpia una de las tumbas que tiene asignadas: "Hoy tengo unos 20 encargos, y va a más, porque la gente se ha dado cuenta de que no es un servicio caro, pero sí se les ayuda con un trabajo que, al final, sirve de homenaje a sus seres queridos".

La empresaria arahalense entra en el cementerio de San Gabriel de su pueblo por la puerta principal y nada más acceder muestra la tumba de su padre, en un panteón vertical con los apellidos de su familia: "Murió cuando yo tenía dos años, en un accidente en su empresa", dice, y, acompañada por su hijo comienza a llenar cubos de agua y a organizarse en los nichos que tiene que limpiar en un solo día.

MUCHO CUIDADO CON EL MÁRMOL

Inicialmente, es un trabajo de limpieza como otro cualquiera, aunque este año cuenta con una complicación, "porque hay que usar unos productos muy concretos para las tumbas, que como ha caído polvo algunos días que ha llovido, hay que tratar el mármol con mucho cuidado para que quede perfecto".

Esa perfección la exprime mientras saluda a las personas que van pasando a su lado en un día soleado y con muchas personas pululando por las calles del cementerio sevillano. Una de ellas se para y le pregunta por un presupuesto, y se lleva ya el compromiso de que, al día siguiente, la tumba de su familia será una de las que serán limpiadas a conciencia.

Los motivos de que su empresa esté funcionando son varios, pero, sobre todo, "ya es muy raro ver en una pareja que uno de los dos no trabaje, y el tiempo que, sobre todo las mujeres, tenían para ir al cementerio a limpiar las tumbas, se ha ido perdiendo poco a poco", y ahora es ella la que se encarga de suplir esa carencia.

"Era algo que cada vez era más necesario. Hay personas mayores que no tienen forma para ir al cementerio por sus medios, y decidí echarme adelante con la idea", dice la empresaria, que admite que haberla puesto en marcha en estos días ha sido un "efecto llamada" importante, pero no quiere quedarse con una fecha concreta en el calendario, sino avanzar mucho más.

ACUERDOS PARA FECHAS CONCRETAS

Así, dice que ha diseñado "paquetes concretos o contratos anuales o por fechas", de modo que se pacte con la familia que, mediante una especie de tarifa plana, "venga al cementerio en días concretos del año, como cumpleaños de la persona fallecida, aniversarios o lo que la familia quiera", de modo que ese día el enterramiento esté impoluto, vaya a recibir visitas o no.

"Se trata de que la gente tenga la tranquilidad de que las tumbas de sus seres queridos se encuentran en perfecto estado durante todo el año", dice mientras da un último repaso al panteón familiar y se despide hasta que vuelva al día siguiente a trabajar en otras tumbas del laberinto de calles del cementerio de su pueblo.