Amanece despejado, con un cielo azul que es la envidia del más cofrade. Niños y niñas de comunión se apresuran para acudir de punta en blanco a las parroquias carmonenses. Y, entre medio, pequeños pasos de cruces de mayo y, lo más importante, mayas. Es su día. Ya el año pasado hablábamos del binomio que mayo y maya conforman en la ciudad. Una tradición que la Peña La Giraldilla, en pos de revitalizarla a pesar de que existían más de 30, la hace concurso en los años 80 al calor del autonomismo andaluz, donde todo lo identitario sufrió un boom que puso en auge a romerías, cofradías y fiestas desaparecidas. Es el caso de algo tan particular y único en la provincia de Sevilla (y de Andalucía) que hunde sus raíces en la cultura celta.

Aunque no existe documentación histórica de la celebración de las mayas en la localidad, para Fernando de la Maza, profesor del Deutsche Schule de Sevilla y del aula de la Experiencia de la Universidad de Sevilla (US) e investigador de temas antropológicos y religiosos debe ser una de las fiestas más antiguas de la ciudad. Y todo tiene su explicación. “Hasta fines del siglo XIX no se encuentra la primera cita sobre esta fiesta que, en origen, se trataba de una niña en edad pubil a la que se colocaba en un sillón y a la que se le ofrecían dulces y limosnas -denominadas “chivos", contracción probable de ochavito, moneda de poco valor-“. De esa misma época es el testimonio gráfico que deja el arqueólogo Jorge Bonsor (ver galería de fotos) en el que muestra tres niñas coronadas con flores y estolas florales en el Alcázar de Arriba, hoy Parador Nacional de Turismo.

Los Mayos, fiesta de origen celta

Para de la Maza, desde época prehistórica puede datarse la fiesta de mayos en toda Europa. “Los pueblos celtas iniciaban en esta época su culto a la naturaleza previa a su salida nómada con el ganado y coincidente con el tiempo de desposorios de las jóvenes fecundas”, indica. Prueba de ello es que desde el siglo VII en España existen testimonios sobre su celebración y en la literatura del Siglo de Oro pueden rastrearse sus usos. Y un ejemplo claro de ello es este poema de Lope de Vega:

“Esta Maya se lleva la flor,

que las otras no.

Esta Maya tan hermosa,

tan compuesta y tan graciosa,

viene a ser de Cristo esposa,

y la palabra le dio,

que las otras no”.

La maya denominó a la niña/mujer a la que se colocaba en una especie de altar en Carmona, costumbre ya cristianizada con imágenes marianas en la ciudad, pero que se mantiene aún en zonas de Castilla y León y, sobre todo, en las fiestas de Colmenar Viejo o en el castizo barrio de Lavapiés en Madrid. De la Maza explica que esta fiesta “comenzó a ser perseguida a partir de la Ilustración tanto por la Iglesia como por el poder real, prohibiéndose por Carlos III, así como la petición de monedas”, asevera.

Carmona, vía Castilla

El profesor e investigador carmonense explica que esta fiesta de origen celta “pudo establecerse en Carmona tras la repoblación de la ciudad en el reinado de Alfonso X por una población proveniente de la zona de León y Soria y cuyos restos en la forma de hablar y cultura popular podía aún rastrearse a fines de la década de los años 60 del pasado siglo”. Además, Fernando de la Maza indica que en Carmona debió ser “a principios de siglo XX o en la posguerra cuando desaparece la niña maya y en la silla se coloca una estampa o imagen de la Virgen”.

Volver a las raíces

Preguntado por el auge de los pasos y cruces de mayo y un descenso en el número de mayas, apostilla que “se ha promocionado en los últimos años más a los pasos y al costal que a las propias mayas y han acabado solapándose. Puede que estemos en un momento en el que quizás, en dos o tres ediciones, desaparezca para siempre. Y el problema, en definitiva, es que el desconocimiento y desprecio de la cultura cuando se le denomina popular, puede llevar a su extinción”.

Echa en falta “pues ha desaparecido prácticamente” la costumbre de ir “de dos en dos con la silla de casa en casa pidiendo el chivito, y que daba buenos beneficios para helados y chucherías a los niños”, afirma. Y es que, hoy en día, las mayas están quitas alrededor de la Plaza de San Fernando a modo de altares expuestos “cuando en esta fiesta, lo importante es que interactúen los vecinos con los niños”, añade.

Por último, Fernando de la Maza, es claro: “Creo que es necesario realizar de forma urgente una exposición divulgativa que dé a entender su profundidad histórica. Entre otras ideas que podrían ser muy positivas para darle la importancia a las mayas que se merecen, una campaña escolar para explicar de dónde proceden, una muestra permanente en el museo de la Ciudad y en la Oficina de Turismo o una publicación”, concluye.