Cantillana inaugura el Centro de Interpretación de Ocaña, un espacio para la exhibición de su obra así como para el conocimiento y la investigación de este artista.
El genial artista vuelve a su pueblo, a un espacio a su medida para quedarse definitivamente. Tras muchas vicisitudes, el Centro de Interpretación de Ocaña en Cantillana (CIOC) ha sido inaugurado. Un espacio donde permanecerá expuesta una selección de la obra, que servirá para valorar y reconocer un legado que va más allá de su propio arte.
Toma como sede la iglesia del Convento de San Francisco. Un edificio del siglo XVII remozado para ser el contenedor de la obra de Ocaña, proyecto que se ha dilatado a lo largo de dos décadas, siendo incluso inaugurado, vacío y sin obra que exponer, en 2015. Una inversión de 600.000 euros para su rehabilitación, más 11.000 de la Diputación de Sevilla para mobiliario, han conseguido finalmente abrir un templo para el arte, la cultura y la igualdad.
Un día emotivo y festivo respaldado por los cinco hermanos –Antonio, Luisa, Jesús, Juan Manuel y Rafael–. La alcaldesa, Ángeles García; el Consejero de Cultura, Miguel Ángel Vázquez; y Luisa, cortaron la cinta inaugural. Ya en el interior, su entierro, el icónico cuadro premonitorio, lucía a modo de retablo mayor. Ante él, los discursos oficiales. Orgullo de un espacio que contiene «el alma de Ocaña, que el fuego no pudo llevarse», apuntó la alcaldesa. Una exhibición «de su forma de ser y su pintura», del compromiso social «que le salía igual que la pintura, de forma espontánea», y que «sigue ganando batallas después de muerto», en palabras de su hermano Rafael. «Se salda una gran deuda con Ocaña», señaló el consejero, valorando su «legado artístico y su apuesta por un mundo tolerante, abierto y de convivencia».
José Pérez Ocaña nació en Cantillana en 1947. Las tradiciones y fiestas de su pueblo, el matriarcado de la localidad o las mantoneras determinaron su obra. Pintor autodidacta, emigra a Barcelona en los años 70, lo que supuso su total eclosión. Habitual de los espacios contraculturales, alternativos y modernos, compagina el oficio de pintor de brocha gorda con la expresión de su arte, acompañado de actuaciones, instalaciones y montajes. Configura así un personaje con el que abanderó sin proponérselo movimientos por los derechos y la igualdad. Exponente de un estilo propio, creó una expresión artística que recordaba a otros movimientos pero que no compartía nada con ninguno.
Artista en sí mismo, su vida era su propio arte, en un momento histórico y social donde expresarse cómo él lo hacía –declarándose abiertamente homosexual, anarquista, paseando disfrazado cualquier día por la calle, organizando espectáculos o cualquier tipo de performance– era complicado. Su producción trascendía a sus creaciones y al propio contenido material para ser un espectáculo único e irrepetible.
Para dar cabida a esa expresión múltiple y global, el CIOC se plantea como un espacio vivo y en expansión, que muestra al artista y al personaje en todas sus facetas, sustentado en tres perspectivas complementarias: la colección pictórica, compuesta por medio centenar de cuadros que permanecerán expuestos de forma permanente; una selección de fotografías que recogen las instalaciones con las que complementaban –e incluso sobrepasaban– a sus exposiciones; y sus performances, tan definitorias y significativas, plasmadas en vídeos.
En la colección pictórica expuesta no hay un recorrido lineal ni cronológico. Ofrece un compendio de sus iconografías propias o temas fetiche: mujeres, niños, mantillas, mantoneras, escenas populares, religiosidad. Una visión de su mundo para entender su obra. La colección ha sido cedida por la familia, mediante convenio temporal y prorrogable.
José Naranjo, doctor en bellas artes, pintor y profesor, es el mayor conocedor de la figura y la obra de Ocaña. Su tesis versó sobre el artista, publicada recientemente. Valoraba la creación de este centro como «positiva y necesaria para que haya un espacio que mantenga visible la obra de Ocaña. Que su repercusión no vaya unida a que haya programadas o no exposiciones temporales».
Pero más allá aún, lo interesante de este nuevo espacio es que «será en sí mismo un punto de información y estudio sobre el artista». Echa a andar el CIOC con una colección destacada, ampliable con todas las publicaciones, la documentación y el material audiovisual existente, para seguir avanzando y enriqueciéndose, a la vez que constituirse en el referente que debe ser sobre Ocaña. «Conseguirá ser un verdadero centro de interpretación en cuanto quien quiera saber sobre el artista pueda entrar en sus instalaciones y conocer todo lo que sobre él hay disponible, además de propiciar el estudio y la investigación para completar su conocimiento».
El centro se complementará con una programación que mantenga el interés y no se agote al conocer la obra expuesta. Se prevé que acoja muestras de artistas locales, y de artistas que toman a Ocaña como referente. «Sería interesante exponer esta producción contemporánea junto a la de Ocaña, mostrar su repercusión en los artistas actuales», explicaba Naranjo. Pero no solo en el aspecto pictórico, puesto que hay mucho material –como la serie de fotografías de Colita–, que pueden sumar a su conocimiento.
La muestra se apoya en la publicación Ocaña, arte de fetiches. Creada para este nuevo espacio, ha sido realizada por Naranjo. Describe y contextualiza las obras expuestas, las performances, las instalaciones, el personaje y su activismo. Un libro que aporta claves para entender el centro y la obra. «Explica por ejemplo cómo la obra pictórica deriva a las instalaciones, cómo ambientaba las exposiciones y por qué lo hacía así».
Murió en 1983 como consecuencia de las heridas provocadas al prender el disfraz de sol que portaba en aquel pasacalles. Y nació el mito, sustentado por el personaje. Con la apertura de este centro, la pintura travestida encuentra su sitio. Una casa para el artista y el mito contracultural, un hogar para el personaje, su sexualidad y su defensa de los derechos y las libertades. Un templo para que Ocaña siempre permanezca vivo en su pueblo.