Suena el despertador dos horas antes de mi entrada al trabajo. Media hora para prepararme. El resto lo echaré en el coche, en los varios atascos habituales ya en mi rutina de lunes a viernes. No vivo en Móstoles ni en ninguna otra población del área metropolitana de Madrid. Tampoco de Barcelona. Vivo en una localidad del Aljarafe sevillano, Espartinas, o lo que es lo mismo una ratonera, aunque algunos sean más benévolos y la llamen isla. Para mí se asemeja más a lo primero.

Se trata de una de las poblaciones «ricas» de la provincia (ostenta el segundo puesto por detrás de Tomares por la renta pér cápita de sus habitantes). En 1996 tenía 4.160 habitantes. En 2006, su población censada ya ascendía a 9.177. En 2015 sumábamos 14.909 vecinos.

Es el único municipio de la comarca que no cuenta con una conexión directa con la A-49. El siguiente pueblo, que es Umbrete, tiene dos. La única salida a la autovía es a través de la carretera A-8076, ya sea por Gines, o por Umbrete, por donde además hay que atravesar su casco urbano). Esta vía soporta unos 16.000 coches cada día. Eso convierte un trayecto de menos de cinco kilómetros en una caravana que en ocasiones se prolonga hasta la media hora. En la ruta además, un colegio privado, con 1.800 alumnos, que en horas punta añade más tráfico al lugar.

Yo resido en Espartinas desde hace más de una década y no recuerdo una época sin atascos. Ni siquiera en los años más duros de la crisis en los que hasta la reducción del tráfico fue indicativo de las altas cifras del paro.

Y ustedes se preguntarán, ¿por qué se fue a vivir allí? El alto precio de la vivienda en la capital fue la razón originaria, pero sin duda, la calidad de vida de los pueblos en general, y de este en particular, con una amplia cartera de servicios, desgraciadamente ahora en declive, fue el mayor aliciente. Como yo, centenas de familias optaron por un modelo de vida que tiene como medio de transporte fundamental el coche.

La oferta del deficiente transporte público en esta parte del Aljarafe se reduce al paso de varias líneas de autobuses con numerosas paradas en su camino a Sevilla, en un horario indeterminado, que hacen que no sea para nada una alternativa al transporte privado.

¿No sabía donde me metía? Pues sí. Desde que vivo en Espartinas, como decía antes, los atascos parecen ser una característica más del municipio, pero también lo son las promesas de solución por parte de los partidos políticos (fundamentalmente PP y PSOE, ya que ambos han gobernado y gobiernan en administraciones con competencias sobre posibles medidas). En todos estos años de crecimiento demográfico y urbanístico «mal estructurado», como afirma Pablo Naranjo, portavoz de la plataforma Antiatasco Espartinas A-8076, «no ha habido voluntad política para solucionar el problema».

Porque «soluciones existen», insiste Naranjo, al frente de una organización que en menos de un año desde su nacimiento ha conseguido movilizar el malestar ciudadano y plantar cara a las administraciones.

La primera y más ansiada solución durante años fue la salida a la A-49 a través de un enlace que comienza en la plaza de toros espartinera, hasta llegar al bucle Bollullos-Umbrete. Una obra ejecutada y conocida como la «carretera del colesterol» porque los vecinos la empleamos para hacer ejercicio, que quedó en punto muerto porque su continuación por suelo bollullero, depende de su ayuntamiento que a día de hoy se niega a colaborar.

La segunda posibilidad es el enlace por el bucle de la A-49 y la SE-40. Quedan por construir apenas 200 metros de carretera, a falta de la expropiación de unos terrenos, un expediente que el Ayuntamiento de Espartinas (gobernado en minoría por Ciudadanos) no ha hecho público, pese a insistir en que ya se ha iniciado. La última solución, la más compleja y costosa, sería por la A-8076 con la SE-40, cuyo primer tramo por Espartinas ya está ejecutado incluso con su señalización, pero sin fecha de puesta en servicio.

16.000 vehículos

Un informe encargado por la Consejería de Obras Públicas a una empresa especializada confirmó que este número de vehículos atraviesa estre tramo de la A-8076 cada día. El objetivo era buscar una solución al semáforo ubicado en la frontera con Gines (zona de Roalcao) que es junto al colegio Europa otro de los puntos conflictivos.

3,5 kms

La solución final al semáforo no fue quitarlo (pues afecta a vecinos y empresarios de un polígono colindante), pero sí ampliar su tiempo en verde, lo que ha reducido la caravana de hasta 3,5 kilómetros que se producía en horas punta de la jornada hasta un kilómetro menos. Si bien, los atascos siguen.