Santos de Sevilla

San Judas Tadeo, el santo que nadie quería y al que hoy se encomienda Sevilla

La representación de este santo lleva en la Iglesia de San Antonio Abad desde mayo de 1981, fruto de que una vecina de Sevilla cumpliera su promesa de "expandir su fe"

Representación de San Judas Tadeo en la Iglesia de San Antonio Abad.

Representación de San Judas Tadeo en la Iglesia de San Antonio Abad. / Rocío Soler Coll

Rocío Soler Coll

Rocío Soler Coll

San Judas Tadeo es un santo especialmente querido en Sevilla. Patrón de las causas perdidas y desesperadas, permanece en la entrada de la Iglesia de San Antonio Abad, donde en su interior se encuentran Jesús de Nazareno y la Virgen de la Concepción, las imágenes titulares de la Hermandad del Silencio.

No hay día, ni momento, que la representación de este santo no tenga enfrente a un fiel contemplándole, rezándole, o encendiendo una vela por él. Es usual ver a gente sonriendo, a abuelos orando con sus nietos, y a personas con el rostro entre lágrimas pidiendo por aquello que les hace sufrir.

Prueba de ello es su altar, abarrotado de flores y custodiado por dos grandes mesas auxiliares repletas de velas encendidas.

Muchos vecinos que transitan por las calles del centro pausan su día improvisadamente para entrar un momento al patio de la iglesia y poner una vela por aquel problema que les preocupa. Esta estampa convierte la entrada de la iglesia de la calle Alfonso XII en un lugar único y muy diferente a cualquier otra iglesia de Sevilla.

Feligreses ponen una vela a San Judas Tadeo en la Iglesia del Silencio.

Feligreses ponen una vela a San Judas Tadeo en la Iglesia del Silencio. / Rocío Soler Coll

La talla de San Judas Tadeo tiene una peculiaridad: el santo sujeta un hacha, el arma con el que lo mataron. El día que se celebra su santo es el 28 de octubre, y ese día la entrada de la iglesia del Silencio se llena de flores y velas.

Su popularidad es tal, que los comercios próximos a la iglesia aseguran que muchas personas se asoman a sus tiendas preguntando dónde está San Judas Tadeo. Parece que esta representación lleve siglos encajonada en ese arco del Silencio, pero la realidad es que se colocó por primera vez el 19 de mayo de 1981, hace 43 años.

La representación de la imagen de San Judas Tadeo en la Iglesia del Silencio.

La representación de la imagen de San Judas Tadeo en la Iglesia del Silencio. / Rocío Soler Coll

Nadie diría que su historia gira en torno a una vecina de Sevilla, culpable de que muchos fieles puedan hoy rezarle a su santo. A principios de 1981, durante un viaje a Madrid, Julia Alonso compró la representación de San Judas con el objetivo de donarlo a alguna iglesia de Sevilla, una hazaña que le costó más de lo que ella esperaba.

Cumplir con una promesa

"Me fui de viaje a Madrid a ver a una amiga íntima porque yo estaba pasando por un mal momento", cuenta Julia en una conversación con El Correo de Andalucía, que se ha citado con ella en el patio de la Iglesia de San Antonio Abad.

Julia Alonso, la vecina de Sevilla que donó la representación de San Judas Tadeo a la Iglesia de San Antonio Abad.

Julia Alonso, la vecina de Sevilla que donó la representación de San Judas Tadeo a la Iglesia de San Antonio Abad. / Rocío Soler Coll

Para aquel entonces, una Julia de 32 años, fue a visitar a su amiga Pilar, quien le regaló una estampa de San Judas Tadeo y le explicó quién era él. "Al día siguiente me llevó a una iglesia donde había una imagen, y a los días, mi problema se solucionó". Tras esa experiencia, Julia, que es cristiana y católica, decidió hacerle una promesa a este santo, pues sentía que este santo había borrado su gran preocupación. "El mensaje de San Judas es que sus fieles divulguen y expandan su fe, y eso quise hacer", relata la vecina de Sevilla, quien además de tenerle fe a este santo es devota de la Esperanza de Triana y de Jesús del Gran Poder.

Antes de marcharse de Madrid, Julia pasó por una tienda muy conocida en la capital de imágenes de santos y otro tipo de tallas para comprar una escultura de San Judas Tadeo, sin embargo, cuenta que las que había eran tan pequeñas que tuvo que pedirla por encargo.

Julia Alonso, la vecina de Sevilla que donó la representación de San Judas Tadeo a la Iglesia de San Antonio Abad.

Julia Alonso, la vecina de Sevilla que donó la representación de San Judas Tadeo a la Iglesia de San Antonio Abad. / Rocío Soler Coll

"Cuando llegó a Sevilla y abrí la caja, me llevé las manos a la cabeza", recuerda Julia, ahora entre risas. La imagen estaba pintada con colores "muy fuertes" y a Julia no le gustó nada. "Menos mal que tengo una hermana muy habilidosa y pudo matizar los colores", subraya, a lo que añade "el resultado fue muy bonito, tal y como es hoy".

La odisea de encontrar una iglesia

Julia tenía un objetivo claro: conseguir que una iglesia acogiera su imagen de San Judas Tadeo y cumplir la promesa de expandir su fe. "Primero fui al Santo Ángel y les conté mi historia a los monjes", recuerda. El Convento del Santo Ángel, ubicado en pleno casco antiguo de Sevilla, tiene un retablo de estilo neoclásico así como la representación del Cristo de los Desamparados. "Me dijeron que no lo querían, que ya tenían muchos santos". A Julia esa respuesta le desilusionó mucho.

Feligreses rezan a San Judas Tadeo, patrón de las causas difíciles y desesperantes.

Feligreses rezan a San Judas Tadeo, patrón de las causas difíciles y desesperantes. / Rocío Soler Coll

A los días, Julia decidió seguir con su misión y se presentó en la Iglesia del Salvador para entregar su talla, que no era de gran valor artístico, a diferencia de muchas otras expuestas en iglesias de la ciudad.

Ante la segunda negativa, Julia se dio cuenta de que "nadie lo quería". Entristecida, pero decidida a encontrar un lugar para su imagen, llamó a la puerta de la Iglesia de San Antonio Abad, pues su abuelo era hermano del Silencio. "Una señora que vivía en un edificio pegado a la iglesia me atendió y me puso en contacto con el sacerdote", explica.

El sacerdote escuchó con atención la historia de Julia, y encandilado con la voluntad de la vecina por encontrar un hogar para su santo, decidió hacer un espacio para la imagen. "Al principio lo colocaron dentro de la iglesia, al lado de la Virgen", puntualiza. La misión de Julia no acababa ahí, quería que los feligreses pudieran rezarle a este santo, tal como había hecho ella. Por ello, publicó un anuncio en el periódico ABC anunciando que la imagen de San Judas Tadeo se veneraba en la Iglesia del Silencio. "Eso generó una avalancha de gente preguntando por el santo de las causas perdidas y decidieron ponerlo fuera".

Al principio las velas estaban en el suelo, y durante mucho tiempo Julia compraba estampas en Madrid para repartirlas entre las personas que se acercaban a la imagen, pero con el tiempo consiguió que la Hermandad hiciera las suyas propias.

"Me dijeron que cambiarían la imagen"

Muchos años después, Julia recibió una llamada de la Hermandad del Silencio. "Me dijeron que cambiarían la imagen por una más grande y de más valor y no me importó", narra, pues se llevaría la imagen a otro lugar.

Representación de San Judas Tadeo en la Iglesia de San Antonio Abad.

Representación de San Judas Tadeo en la Iglesia de San Antonio Abad. / Rocío Soler Coll

La sorpresa llegó cuando le explican que una señora estaba interesada en quedarse con la imagen. "Ahí ya me opuse. Para que se la quedara alguien, me la quedaba yo", sentencia y se justifica: "Mi promesa es que estuviera en una iglesia".

Julia cuenta emocionada el día que un cura de San Antonio Abad le confesó que todas las personas preguntaban dónde estaba San Judas Tadeo, "el de siempre". Como consecuencia, la Hermandad tuvo que volver a cambiar la imagen y colocar la del santo de Julia en su altar, bajo el arco en el que había permanecido tantos años.

"Para mí significa muchísimo ver como la gente le tiene tanta devoción a este santo, yo verdaderamente creo que es abogado de las causas difíciles", confiesa agradecida y emocionada al recordar su tenacidad para conseguirle un lugar a su santo. "No se puede quejar, he cumplido lo que le prometí", insiste.

Julia va con mucha frecuencia a visitar al santo que un día alivió sus preocupaciones, especialmente los 28 de cada mes, puesto que en el Silencio se reza una oración suya para esos días. "Yo a toda la gente que veo apurada le digo que se encomiende a San Judas y si tengo alguna estampa, se la doy".