Sucesos

Mamouth Bakhoum, el senegalés con permiso de trabajo y residencia que murió en el Guadalquivir tras vender camisetas en la calle

Residía en Sevilla desde 2017 junto a sus dos hermanos y de forma temporal trabajaba en un matadero además de como mantero en Sevilla para mantener a su mujer y su hija, que viven en Porokhane, un pueblo de Senegal

Saliou Ndiaye, secretario general de la Asociación de manteros de Sevilla, habla con este medio sobre la muerte de Mamouth Bakhoum.

Rocío Soler Coll

Rocío Soler Coll

Rocío Soler Coll

"Yo lo conocía mucho y sé que jamás se hubiera tirado al río". Son palabras de Mamour Mboup, compañero y amigo de Mamouth Bakhoum, fallecido en el Guadalquivir el pasado domingo tras una persecución de la Policía Local -el jefe de los agentes de Sevilla lo llama "seguimiento"- que le dieron el alto por vender ropa deportiva en la calle de forma ilegal.

Tras ser rescatado sin vida del río por los agentes de Policía y después de 45 minutos de maniobras de reanimación por parte de los sanitarios de emergencias, el cuerpo de Mamouth fue trasladado al Instituto de Medicina Legal de Sevilla (IML) para realizar la autopsia, que tuvo lugar este lunes por la mañana. En este momento, el cuerpo está a disposición de lo que ordene el juzgado que se ha hecho cargo de unos sucesos que han puesto sobre la mesa un debate: cuál es el protocolo de actuación de la Policía con respecto a estos vendedores, popularmente llamados manteros, que hace años que están en las vías comerciales de las principales capitales.

Una mujer se manifestó este lunes en Puerta Jerez por la muerte de Mamouth Bakhoum.

Una mujer se manifestó este lunes en Puerta Jerez por la muerte de Mamouth Bakhoum. / Rocío Soler Coll

El cuerpo de Mamouth será repatriado a su país gracias a los fondos que recaba la comunidad senegalesa de Sevilla, que oficialmente integran más de 800 personas, según ha explicado a este medio Abdou, representante de esta organización que hoy llora de rabia la muerte de unos de sus compatriotas.

Una hija, una mujer, una familia rota

Detrás de un suceso que ha conmocionado a la ciudad, hay una historia humana, anónima hasta ahora, y común en muchos aspectos a tantos otros africanos que viven en España. Sólo en Sevilla, según el censo de 2022, había un total de 1.018 senegaleses, una cifra, con todo, irreal pues son decenas o centenares los que no aparecen en los registros oficiales.

No era el caso de Mamouth: el hombre que falleció el domingo tenía 43 años y llevaba desde 2017 en Sevilla, como un vecino más del barrio de Los Pajaritos, donde viven muchos miembros de la comunidad senegalesa. Mamouth deja mujer y una hija de un año, que siguen en Porokhane, un pueblo del interior de Senegal, del que era originario. En Sevilla, residen a día de hoy sus dos hermanos, uno de padre y madre y el otro sólo de padre. Antes de España, residió en Italia. Su periplo hasta llegar a Europa coincide con el de muchos otros: una travesía larga cruzando varias fronteras en busca de futuro.

El perfil humano del hombre que falleció a este domingo en el río por unos hechos que han echado a la calle reclamando justicia a más de dos centenares de senegaleses es el de un hombre bueno, según las distintas voces con las que ha hablado El Correo de Andalucía. "Era un hombre muy trabajador y el único sustento de su familia", recuerda su amigo Mamour.

Fuentes oficiales confirman que desde hacía años tenía el permiso de residencia y el de trabajo e incluso tenía cotizado en la Seguridad Social "bastantes años". Sin embargo, el pasado 24 de noviembre, tal como marca en su NIE, ahora en manos de su compañero, su permiso de residencia estaba caducado por una multa, algo que "le preocupaba mucho".

Cuando Mamour habla de multa se refiere al episodio de atentado contra la autoridad que consta en su expediente, y que ha podido ser confirmado por este medio. En concreto, fue hace dos años y derivó en una condena de cuatro meses, que no llegó a cumplir por no superar los dos años de prisión pero que aun así se tiene en cuenta a la hora de tramitar las renovaciones de los permisos de residencia.

No obstante, el miedo a que pudiera ser deportado no pudo ser el motivo de que Mamouth se tirara al agua porque, tal como apunta , "hay gente que lleva más de 15 años en Sevilla sin permiso y vive tranquilamente". Mamouth, según el relato de sus amigos, conocía perfectamente cómo funciona el sistema.

Su situación laboral no era estable pero sí tenía ingresos. Le salían muchos trabajos temporales "algo habitual". Trabajaba en un matadero de pollos en un pueblo cercano a la capital y completaba ese sueldo con la venta ambulante que realizaba los domingos en el centro de Sevilla. Con estos trabajos, mantenía a la familia, a su mujer y a su hija, que a esta hora ya conocen la noticia por boca de unos de sus hermanos.

“No me cuadra su reacción fue rarísima y no la entiendo”

La versión que la Policía Local ha compartido con los medios, es decir, que Mamouth se tiró para huir de los agentes y que no quiso entregar la mercancía en ningún momento, no convence en absoluto a la comunidad senegalesa. "No me cuadra su reacción fue rarísima y no la entiendo porque él no es nuevo y ya lo ha pillado varias veces la Policía", explica a este medio Ndemba, un senegalés veterano residente en Sevilla que es miembro de la Fundación Cepaim, una organización especialmente volcada en la inclusión social con presencia en toda España.

Durante la manifestación en la Puerta Jerez que ha tenido lugar este lunes, Abdou, en representación de los senegaleses en Sevilla, insistían en no dar por buena la versión oficial. "Somos pobres, pero no somos tontos" y reprochaba que había algunos policiales que tenían un "comportamiento totalmente excesivo" por practicar la venta ilegal pero que, luego, eran los mismos compraban sus productos.

Mamour insiste en que alguien pudo haberlo empujado y es por eso que insiste en los testimonios visuales de los minutos de la persecución y el rescate. "Él no sabía nadar, no pudo tirarse", subraya de manera reiterada.

La Asociación de Manteros, que es el gremio que aglutina a los vendedores ambulantes no regulados de origen africano, reclaman a las autoridades una investigación judicial en la que salgan a la luz los vídeos de cámaras de seguridad donde se pueda ver el momento en el que Mamouth "se tiró" al agua. "La policía sabe que ha hecho cosas que no puede hacer y que nosotros no podemos defendernos", defiende Mamour. Con su testimonio en primera persona, este treintañero senegalés revela el abuso policial que existe entre los agentes contra este tipo de vendedores en los que, en ocasiones, ha mediado episodios de violencia. "A mí me han llegado a pegar con palos".

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