Sevilla marca, su arquitectura, sus tradiciones, su luz, su calidez... y los diseñadores nacidos en esta provincia tienen un estilo especial, aunque no siempre sea el recargado de volantes y bordados, y sea más la luz de la ciudad y su vida extrovertida lo que les marque. La vida social, desde la Feria de Abril, con su inigualable moda flamenca, a las bodas o cualquier otro acto familiar donde aquí gusta mucho echar el resto desde el tocado –o pamela– a la punta del pie.
Lejos de los más clásicos, desde Petro Valverde a los Victorio&Lucchino, o Lina, en el caso de la moda flamenca, la moda nacida desde y para Sevilla no para de renovarse y rejuvenecerse. Y el número de creadores de moda asentados a lo largo de la geografía sevillana es inabarcable.
Sí hay una regla no escrita que parece repetirse: salvo excepciones, los hombres copan la mayoría del mercado de diseños de boda, ceremonias y fiesta –hay excepciones, como Ana Herreros, Balbina Arias o Malula–, mientras que las mujeres son mayoría en moda flamenca –sin olvidar a Paco Álvarez o Eloy Enamorado–. Aquí hemos hablado con algunos de ellos, que nos explican cómo les inspira Sevilla y cómo llegan desde aquí –o desde municipios de la provincia como Utrera o Burguillos–, al resto del mundo.
Antonio García abrió su primer taller en el centro de Sevilla en 1998. A su firma, ya consolidada, se unía hace diez años su hermano Fernando, quien lleva 15 compaginando cine y moda y en los últimos años ha saltado a la fama tras lograr un Goya por el vestuario de La Isla Mínima y otras dos nominaciones por Grupo 7 –dirigida por Alberto Rodríguez, como la anterior– y A perfect Day, de Fernando León de Aranoa en la pasada edición de los premios cinematográficos.
«Antonio empezó con su marca y hace diez años yo me uní, aunque siempre hemos estado vinculados, ha sido una cosa natural», explica Fernando, quien apunta a que «la marca ya estaba asentada y era sumar una persona más a la marca», como la razón por lo que, por ejemplo, no se llaman Hermanos García o Antonio y Fernando García.
A priori parecería complicado diseñar a cuatro manos, pero, explica, «nos reunimos todas las semanas y yo me vuelco más en la parte de las colecciones –‘paro dos meses de hacer cine y estoy en el taller’–, de las redes sociales, la web, mientras que la ejecución del día a día en el taller a medida la lleva más él».
También Antonio ha colaborado con su hermano en algunos proyectos cinematográficos. Así, vistió a Clara Lago y Úrsula Corberó en la película Quién mató a bambi, y en la película actualmente en cartelera El hombre de las mil caras, donde hizo un diseño para la modelo y actriz Ana Galocha.
En cuanto al estilo de la marca Antonio García, Fernando lo explica: «Tenemos la suerte de vivir en Sevilla, por la luz, por la calidez, por cómo se vive, pero no somos diseñadores locales, la moda es universal. Nuestro estilo es minimalista, contemporáneo, nos gusta la sobriedad, el lujo mate, la moda retro revisada y, sobre todo, que perdure, que se pueda poner».
Y aunque sus modelos se venden en toda España «y tenemos muchas novias de Madrid que vienen para acá en el AVE», reconoce que «costura a medida se hace en toda España, pero Andalucía es un buen foco». Al respecto, señala que «tenemos una colección prêt-à-porter, y luego a medida, pero el foco más grande de la marca es el wedding: novias, madrinas, invitadas... Es el 80 por ciento de nuestra clientela actual».
En cuanto a las novias destaca que «tenemos un estilo muy definido, pero nos adaptamos a la clienta, a esa chica, y a partir de ahí creamos juntos. Lo importante sobre todo es que sea ella». Y es que, aunque existe una moda de boda, en cada caso «hay que tener cuidado, por ejemplo, con los escotes, si la boda es civil o religiosa, y en el caso de la madrina, tiene que ser muy sobrio para acompañar la mantilla», afirma.
Si quiere adquirir un modelo de la firma Antonio García, tiene modelos de prêt-à-porter desde 500 euros y de invitada desde 600. Y en cuanto a vestidos de novia, tiene diseños a medida desde 3.500 euros.
Los modelos del utrerano han llegado desde su atelier en la calle Álvarez Hazañas de Utrera a toda España e incluso a Estados Unidos. Y no tiene intención de moverse de su pueblo «menos ahora que este año me han dado el Mostachón de Oro», afirma, y aclara que «hoy en día no hay que irse a la capital para darse a conocer, en dos segundos a través de las redes, conocen tus diseños, contactan y puedes vender en cualquier parte del mundo».
Aun así, el grueso de su clientela es de Sevilla y provincia, aunque también ha vestido a novias de Barcelona y Madrid «les he hecho dos pruebas en vez de las cuatro habituales y finalmente he viajado para vestirlas el día de la boda». E incluso, señala, «una chica de Estados Unidos vio un modelo mío en Instagram que le gustó y se lo enviamos».
Se define como «un poco clásico, me gusta valorar lo que nos rodea y mi fuente de inspiración es lo que tengo a mi alrededor. Vivir en Andalucía y Sevilla nos da para crear y sacar inspiración». Puede adquirir un modelo a medida de invitada o ceremonia de Alejandro Postigo desde 800 euros y de novia a partir de los 2.000 euros, dependiendo sobre todo del tejido elegido.
Es una de las veteranas, 40 años en este mundillo, y tiene las cosas claras: cuando miras una mujer vestida de flamenca no tienes que tener dudas de que es un traje de flamenca. «Me gusta lo clásico, siempre que se renueve con tejidos y formas, pero no soy transgresora, que se vea que es un traje de flamenca tal cual es, siempre desde el respeto a todo», afirma.
A la hora de adaptar un traje de su colección a una clienta, señala que «es muy importante estudiar a cada mujer, dónde le favorece el talle, el escote cuadrado o de pico, tratar de encontrar lo que más le favorece y disimular cualquier defecto que ella se vea para lo que el traje de flamenca da mucho juego». Al respecto de la moda de los últimos años del talle bajo, que no favorece a todo el mundo, Vera afirma que «está pasando», y aclara: «Cuando hago un traje a medida el gusto de la clienta es el que manda, pero yo llevo tiempo subiéndolos e incluso a la cintura, porque no es necesario y es una incomodidad el entallado. Bailan como las geishas, y para subir a caballo o bajar dos escalones necesitan ayuda, y el problema de ir al baño es importante», indica.
Pilar Vera hace colecciones para pasarela con tejidos exclusivos «y diseñados por mí», a partir del cual hace las variaciones que pide la clienta. En este caso, puede adquirir uno de estos trajes exclusivos a partir de 700 euros, pero tiene también una colección más económica, Vital Pilar Vera, con precios que oscilan entre los 35o y los 550 euros.
El joven Eloy Enamorado ganó en 2014 el certamen de diseñadores de moda flamenca, que organiza la Diputación de Sevilla, y desde entonces no para. Los modelos que surgen en su atelier de Burguillos ya han llegado a Dubai y Japón, y lo que en un principio era sólo moda flamenca, ya se ha extendido a vestidos de boda y fiesta. Sólo trabaja con modelos a medida, no tiene tienda, desde sus talleres de Burguillos. «Se hace la colección en enero y empiezo a fabricar cada modelo adaptado a cada clienta», explica. Así, cuenta, en la actualidad «hacemos traje de novia y también prêt-à-porter, y casi lo que menos hacemos es flamenca, porque está más reducido a una época del año determinada».
En cuanto a su estilo, «estamos haciendo más moda contemporánea, no sólo de la tierra, y lo que más caracteriza a nuestros modelos es lo elaborado a mano, bordados en cristal, en oro o en plata, aplicaciones sobre el tejido, óleos en los vestidos...», destaca. La mayoría de sus clientes «son de las poblaciones de los alrededores y de Sevilla capital, aunque también tengo clientes en Alicante y Barcelona».
En cuanto a los precios, los modelos de prêt-à-porter se pueden comprar desde los 200 euros, mientras que los trajes de novias cuestan de media unos 2.000 euros, dependiendo de la morfología y del tejido. «Nos ajustamos al presupuesto que traiga la clienta», afirma.