El problema que no existe

Acoso escolar. El IAPAE lucha contra esta lacra trabajando la actitud de la víctima

26 nov 2016 / 07:00 h - Actualizado: 28 nov 2016 / 12:10 h.
"Educación","Acoso escolar","Educando para el futuro"
  • El Gobierno ha puesto en marcha recientemente un teléfono gratuito donde denunciar casos de acoso escolar. /El Correo
    El Gobierno ha puesto en marcha recientemente un teléfono gratuito donde denunciar casos de acoso escolar. /El Correo

¿Qué es acoso escolar? Con esta pregunta tan simple y directa comienza uno de los talleres que imparte Rafael Romero, director del Instituto Andaluz para la Prevención del Acoso Escolar (IAPAE), en una localidad cualquiera de la provincia de Sevilla. Un municipio más en el que varios padres y madres, algún que otro docente, ningún político, todos ellos ciudadanos de a pie, asisten preocupados ante un problema que solo nos impacta «cuando salta algún caso extremo en los medios, como un suicidio o una paliza grave», afirma Romero.

Y es que precisamente en la definición y percepción del problema es donde radica la principal diferencia que esta asociación mantiene con el tratamiento del acoso escolar por parte de la Junta de Andalucía. Mientras que la administración pública matiza que es importante no confundir este fenómeno con «agresiones esporádicas entre el alumnado y otras manifestaciones violentas que no suponen inferioridad de uno de los participantes», Romero se pregunta: «¿Qué es inferioridad de uno de los participantes? ¿A partir de qué hostia lo llamamos acoso escolar?».

Para Romero, es fundamental «actuar sobre los hechos, no sobre la subjetividad». De este modo, el director del IAPAE, que cuenta con 11 años de trabajo en el ámbito a sus espaldas, todo radica en un problema de «actitud» y prefiere hablar de «conductas acosadoras, más que de acosadores». Por ello, trabaja desde la óptica de que hay tres tipos de actitudes: las personas, los dragones y las tortugas, siendo éste último grupo el que engloba a la mayor parte de las víctimas de acoso escolar. Si bien, no le gusta hablar de un perfil único.

«¿Qué le dices a tu hijo cuando te cuenta que lo llaman hijo de puta en el colegio?», interroga este maestro en martes marciales, a los asistentes a su charla. «Que no eche cuenta», «que llame él hijo de puta al que se lo dice» o «que se lo diga al profesor», son algunas de las respuestas que recibe.

Sin embargo, para Romero estas contestaciones solo ponen de manifiesto, lo que él llama «una indefensión aprendida» y explica: «Es como intentar comerse la sopa con un tenedor; nosotros les damos una cuchara».

Con esta métafora, este maestro explica cómo aborda los casos que le llegan «siempre al límite, cuando ya los niños están totalmente machacados, algunos con ideas suicidas».

¿Cual sería la respuesta adecuada?» «Le miras a los ojos y en voz alta le respondes ‘Yo no soy un hijo de puta y no vuelvas a insultarme más’». Así, los profesionales del IAPAE trabajan la actitud a través de la expresión corporal, la mirada y la forma de andar, no solamente de los niños que sufren acoso sino también de sus padres. «Enseñamos a los progenitores a dotar a sus hijos de las herramientas necesarias para prevenir y enfrentar los conflictos», explica Romero, que añade que el éxito depende de la implicación de los padres. «Mi forma de trabajar no es una terapia», matiza este especialista en acoso escolar, que exige la colaboración «total de la familia» a la hora de ponerlo en marcha.

¿Cómo se mide el éxito de este método? Romero aclara: «Hay que tener en cuenta dos aspectos fundamentales; por un lado, el origen del problema, que está en las familias y por eso trabajamos con el entorno. Así, el niño sale del hoyo, al 100%. Diferente es la responsabilidad del acoso escolar, esa es de los centros, de los directores». En este punto, el director del IAPAE se muestra muy crítico con el protocolo actual: «Los colegios tienen la patria potestad de nuestros hijos el tiempo que los dejamos allí, por eso cualquier cosa que les ocurra es responsabilidad de ellos pero ¿por qué no solucionan? Por miedo, a los inspectores, a los padres...» .

«Hay mucha incomprensión, te enfrentas al mundo entero»

Según datos del Observatorio para la Convivencia Escolar en Andalucía el índice de casos de acoso escolar en la comunidad es del 0,03 por ciento. El teléfono contra el acoso escolar (900 018 018) ha registrado casi un millar de casos desde su puesta en marcha el 1 de noviembre.

A Rafael Romero, sin embargo, no le gusta hablar de cifras: «Un solo caso ya es un drama». Junto a él asiente Ana, madre de un menor que ha sufrido el acoso escolar durante cinco años. «Fue en primero de Primaria cuando me llegó por primera vez con las gafas rotas, porque se las habían pisado», relata Ana, que añade que el acoso ha sido constante hasta ahora, que con 11 años, su hijo «ha aprendido a devolver una colleja por primera vez».

En la resolución de su problema ha tenido mucho que ver Rafael, al que Ana acudió «desesperada, porque nadie nos escuchaba, hay mucha incomprensión en torno al acoso escolar, llega un punto que te ves totalmente solo y te enfrentas al mundo entero». En su caso, el cambio comenzó por ella misma: «Me di cuenta de que la primera que tenía que cambiar de actitud para poder ayudar a mi hijo era yo misma» y concluye rotunda, «y funciona».

Pautas para prevenir

La Asociación Andaluza para la Prevención del Acoso Escolar (IAPAE) nació hace un año y medio. En 2015 ayudaron a 158 familias y en lo que va de año han atendido en alguno de sus programas, a más de 50 en la provincia de Sevilla. Ofrecen una serie de pautas básicas para prevenir y enfrentar el acoso escolar:

Cenar y comer sin tele

«Si interrogas, los niños no te cuentan las cosas». Lo ideal, según el director de IAPAE, es que los pequeños encuentren el ambiente propicio en casa para comunicarse con confianza con los padres y si tienen un problema, sean capaz de trasladarlo a los mayores.

Leer con los hijos

«Si no eres capaz de sacar cinco minutos al día para dedicarle atención a tus hijos, no busques un psicólogo después». Así de tajante es Rafael Romero, cuando se trata de la procedencia del problema del acoso, tanto en las víctimas como en los acosadores: comienza en casa.

Nada de móviles

«El problema siempre es el mismo, antes y ahora, el miedo», aseguran desde IAPAE, pero ahora con las nuevas tecnologías el acoso, desgraciadamente, sale de las aulas y llega a cualquier sitio. Por eso, aconsejan, los niños no deben tener móvil propio antes de los 16 años .