«Es grave la falta de matemáticos tanto para la docencia como para las empresas»

Emilio Carrizosa Priego. Catedrático de la Universidad de Sevilla y Presidente de la Red Española Matemática-Industria. Está muy implicado en solucionar una de las asignaturas pendientes de nuestro modelo socioeconómico: potenciar la excelencia en matemáticas y la participación de los investigadores matemáticos para mejorar la competitividad de las empresas y la eficiencia de las administraciones públicas. La gran dificultad para ello es el enorme desajuste entre oferta formativa y demanda de profesionales. España necesita muchísimos más matemáticos. Faltan también para la docencia.

Emilio Carrizosa es uno de los principales investigadores del Instituto de Matemáticas de la Universidad de Sevilla (IMUS), vertebrando numerosos proyectos de dimensión internacional

Emilio Carrizosa es uno de los principales investigadores del Instituto de Matemáticas de la Universidad de Sevilla (IMUS), vertebrando numerosos proyectos de dimensión internacional / Juan Luis Pavón

Juan Luis Pavón

“Está bien asumir responsabilidades y a la vez no apoltronarte. Tengo un mandato de cuatro años al frente de la Red Española Matemática-Industria (Math-In), ninguna norma impide que me presente a la reelección, pero mi intención es seguir implicado intensamente durante los tres años que me quedan, intentando que las cosas se hagan como creo que es mejor, disfrutando de la gente interesante que voy conociendo, trabajando codo con codo junto a quienes se aprende mucho, y después tocará darle paso a otra persona que aportará su ilusión y sus conocimientos. Es lo que hice cuando presidí solo un mandato la Sociedad Española de Estadística e Investigación Operativa (SEIO), y cuando dirigí el Instituto de Matemáticas de la Universidad de Sevilla”. Así se define Emilio Carrizosa, catedrático de modelos de optimización y álgebra computacional, que desde junio de 2021 preside Math-In, asociación nacional sin ánimo de lucro, en la que están involucrados 30 grupos de investigación de universidades y centros científicos, cuyos objetivos asociativos son proporcionar soluciones y transferir tecnología matemática a los sectores productivos de la sociedad, en especial a empresas y administraciones públicas.

¿Cuáles son las coordenadas de sus raíces biográficas?

Nací en Córdoba hace 56 años y desde 1975 resido en Sevilla, vivo en el centro de la ciudad, me siento sevillano por los cuatro costados. Mis padres trabajaron los dos como maestros de primaria, él de ciencias y ella de letras. Sus dos hijos somos profesores, yo soy el mayor, mi hermano hizo la carrera de Física y da clases en un instituto en Canarias. La familia se afincó en Sevilla cuando yo tenía 9 años de edad. Mis padres tenían en mente que sus hijos hicieron estudios superiores y para eso consideraron que era bueno mudarse a una gran ciudad. Mi barrio de infancia, adolescencia y juventud fue El Plantinar. Estudié en el colegio que ahora se llama Aníbal González y que entonces tenía de nombre Generalísimo Franco. El Bachillerato lo hice en el Instituto Martínez Montañés. Y la carrera de Matemáticas en la Universidad de Sevilla. Me siento orgulloso de haber tenido toda mi formación en la enseñanza pública. Y siento el compromiso moral de devolver a la sociedad lo que a través del Estado invirtió en mí.

Imagino que sus padres influyeron en su interés por las matemáticas.

Me gustan desde que era muy chico. Mi padre me ponía en casa las cuentas de multiplicar con varias cifras, y aquello me parecía un reto maravilloso: hacer combinaciones con aquellos números y que al final hubiera un único resultado correcto, y ser capaz de sacarlo. Lo recuerdo con enorme cariño. Sentarme con mi padre, ponerme juegos para multiplicar y dividir, me parecía interesantísimo que cualquier problema que planteara tenía una solución que la mente de un niño era capaz de encontrar.

¿Su ilusión era dedicarse a dar clases?

Llegué a la Facultad de Matemáticas como casi todos los estudiantes de mi época: el sueño era ser profesor de instituto. El ascensor social era de escaso recorrido: subir una planta. Mis padres eran maestros de Primaria, pues yo aspiraba a dar un pasito más y ser docente en Secundaria. Pero en mí se produjo un cambio: me di cuenta de que se me daba bien. Estudiaba mucho, sacaba buenas notas y los profesores en la facultad ponían mucha pasión en lo que enseñaban, disfrutaban dando clase. Decidí que quería hacer lo mismo. La docencia debía ser muy interesante porque veía cómo los profesores disfrutaban muchísimo. Y mi sorpresa es que llevo décadas pasándomelo bien, tanto enseñando como investigando y haciendo transferencias de las matemáticas a la sociedad.

¿Cuál es su principal línea de investigación matemática?

La construcción de modelos matemáticos que den lugar a algoritmos para la resolución de problemas del mundo real. Como hacer la planificación de la limpieza de una planta de producción de energía solar, o el diagnóstico de un cierto tipo de cáncer, o identificar características de una empresa examinando el contenido de su web para determinar si es innovadora o no. La manera en la que traduces el modelo a ecuaciones y a relaciones matemáticas, esos agentes que interaccionan en la realidad, es un desafío apasionante.

Usted es uno de los impulsores del Instituto de Matemáticas de la Universidad de Sevilla, el IMUS, del que fue su director. ¿Cuáles son los principales logros?

El IMUS está teniendo un crecimiento sostenido en la captación de financiación europea, nacional y autonómica para proyectos, y en la percepción de los colegas nacionales o internacionales sobre su nivel. Somos unos 100 investigadores con vinculación estable, más otros 100 como colaboradores. Tenemos muchos grupos haciendo transferencia de tecnología matemática a la industria y a la sociedad. El excelente equipo de gestión administrativa es clave para que muchos investigadores se aventuren a concurrir a un proyecto, o a organizar un congreso. Saben que el IMUS les respalda para la labor de gestión.

Ponga ejemplos de investigación aplicada para solucionar problemas reales.

Nos han pedido desde Chile mejorar la gestión de la molienda de la piedra en una mina en el norte del país, necesitan controlar mejor mediante herramientas matemáticas la velocidad de la cinta por la que pasa la piedra. Otro ejemplo: una estudiante nuestra haciendo una estación de investigación en el Instituto de Estadística de Dinamarca, y está analizando un problema que tienen con la clasificación de productos para hacer las encuestas sobre el precio de la cesta de la compra. Y otro ejemplo: en junio de este año organizamos en Sevilla una escuela de doctorado para jóvenes europeos, dedicada a modelos matemáticos para la toma de decisiones. Acudió un directivo de la cadena británica de supermercados Tesco y nos planteó un problema interesante: no saben cómo acertar al poner el precio a un producto como la lechuga. Uno de los factores que influyen cada día es si hace buen tiempo o no. Si es una jornada muy desapacible, mucha gente pospone a otra fecha ir a comprar. Si es un día bastante agradable, también posponer ir porque prefieren dar un paseo y comer en la calle. La modelización matemática y el análisis de datos para estas decisiones es una creciente demanda en las empresas.

¿Qué está priorizando impulsar desde la Red Española Matemática-Industria, Math-In?

Nuestra sociedad ya se ha enterado, gracias a los medios de comunicación, que las matemáticas están en todas partes y son una herramienta fundamental. Además, hay buenas divulgadores de los matemáticas y los medios masivos los han incorporado a sus programas. Pero aún la sociedad no es, en general, consciente de lo que las matemáticas pueden hacer por ella. Por ejemplo, en la industria, donde las empresas ya tienen tantos datos que esa acumulación de datos se convierte en un problema si no aplican modelos para su adecuada gestión y procedimientos para tomar decisiones basadas en datos.

¿Cómo están vertebrando la colaboración entre empresas e investigadores?

Estamos creando grupos de trabajo con muchas empresas para generar redes de confianza. No solo con empresas muy grandes en sectores estratégicos como energía o distribución, también lo hacemos con empresas pequeñas de otro ámbito. Para orientarles a enfocar los problemas de tomas de decisiones basadas en datos, y también para estar preparados cuando surge una convocatoria de fondos europeos y son ridículos los plazos para presentarse y preparar proyectos.

¿Se está gestionando bien en España adaptar la oferta formativa a la enorme demanda laboral de especialistas en matemáticas, donde hay pleno empleo?

No. Lo que tiene de dinámica positiva, con la contratación de muchos jóvenes, genera en paralelo consecuencias negativas.

Explíquelo.

La mayoría de los estudiantes del grado de matemáticas ya tienen comprometido un contrato de trabajo antes de acabar sus estudios. Ya sea en una empresa en Madrid, en Sevilla, o teletrabajando para una de Australia. Se incorporan pronto al mercado laboral con excelentes resultados. Pero es una pena que muchos no acaben una formación de posgrado con un máster que les vendría muy bien para dar un paso más. Nunca hemos tenido como ahora un porcentaje tan alto de alumnos muy buenos. A cualquiera de los 20 actuales me gustaría tenerlo en mi equipo de investigación. Todos se van a empresas con trabajos estimulantes y bien pagados. Ninguno se quiere dedicar a dar clases. Y en los niveles preuniversitarios (Secundaria, Bachillerato,...) está aumentando el número de personas que imparte docencia en matemáticas pese a que su bagaje principal son solo algunas asignaturas de matemáticas que tuvieron en primero de sus respectivas carreras técnicas. Sabrán los conceptos que han de impartir, pero otra cosa es que los tengan interiorizados y sean capaces de transmitir a los chavales la pasión por las matemáticas. A la vez que eso ocurre, muchas empresas no encuentran graduados para contratarlos, pese a que ofrecen buenas condiciones económicas. Y faltan candidatos para dedicarse a hacer investigación en la universidad o a dar clases en institutos. Es grave la carencia en cada una de las vertientes.

¿Qué propone para solucionarlo?

Aumentar de manera sustancial el número de plazas para entrar como alumnos en las facultades de matemáticas. El mercado laboral los necesita. No hay empresa, ya sea nacional o multinacional, con la que hable de acordar un contrato de transferencia de conocimiento desde el ámbito académico, que no me pida muchos currículos de alumnos, porque no hay suficientes. Y también hacen falta muchos más que quieran ser profesores. Esa era la preferencia hace 20 años. Ahora no quieren ser docentes, donde los sueldos y las condiciones laborales no son atractivos. Su sueño hoy es ser consultores y analistas de datos en empresas, a ser posible multinacionales, y vivir en Nueva York o en Londres.

¿Qué causa la disminución de la demanda por parte de chicas para cursar la carrera de Matemáticas?

Porque el tirón social de ser competitiva y poder ganar dinero aprobando esta carrera causa la masculinización de los estudios de matemáticas. Hasta ahora, Informática sí era percibida como una carrera eminentemente masculina, mientras que en Matemáticas se había estabilizado que un 50% del alumnado eran hombres y la otra mitad mujeres. Cuando se percibe menos esta carrera como de servicio para cuidar, para enseñar, deja de ser atractiva para una parte de las mujeres. Están optando por cursar titulaciones de ciencias de la salud, entre otras. Es una pena que se haya perdido esa paridad en las aulas.

¿Cómo se resolverá la sustitución de su generación cuando se jubilen?

A muchos nos gustaría dar clase incluso con 80 años de edad. Creo que se resolverá admitiendo en las facultades de matemáticas a arquitectos, ingenieros agrónomos, etc.. Pueden enseñar pero su nivel de formación es claramente menor. Los matemáticos se habrán ido a empresas, donde les pagan mejor y les dan más estabilidad laboral. El mundo académico se ha vuelto perverso. La gente con más de 30 años de edad no consigue un contrato estable en la universidad. Es un desincentivo enorme.

En las estrategias nacionales o regionales para impulsar la modernización de España, percibo que en la elección de expertos hay abundancia de personas que proceden de la informática y pocos del ámbito matemático.

Es un error de bulto que están cometiendo nuestros dirigentes. Las estrategias para el desarrollo mediante inteligencia artificial están vinculadas totalmente a lo tecnológico, en detrimento de lo científico. Un ejemplo para que se entienda el error: en nuestro grupo de investigación trabajamos en los algoritmos explicables de inteligencia artificial, para evitar discriminaciones en Justicia, en Empleo, etc. Si en la base de datos aparecen mujeres que han tenido un rendimiento profesional peor porque han estado encargándose al mismo tiempo de las tareas familiares, entonces cuando llegue otra mujer, el algoritmo recomienda no contratarla porque considera que no va a rendir como lo hace un hombre. No es que el algoritmo lo haya programado un machista. Lo que está haciendo es repetir el sesgo que existe en la población. Corregir eso, idear algoritmos que no discriminen, que sean explicables y que puedas justificar las decisiones que se han tomado, eso no es un trabajo tecnológico, sino un trabajo científico y ético. Y a los científicos nos están dejando hablar muy poquito. Poner la carga casi al 100% en lo tecnológico dejando fuera lo científico, es un error de graves consecuencias.

Habrá más causas de esa descompensación.

Los matemáticos somos un colectivo relativamente pequeño. No estamos en las esferas de las grandes tomas de decisiones, como sí están los ingenieros, los informáticos, los ejecutivos de empresas. Sucedió lo mismo con la pandemia covid. Ofrecimos continuamente nuestra ayuda, y se nos escuchó poco en las administraciones públicas, cuando ofrecíamos modelos con predicciones sobre cuántas personas iban a enfermar. Había reticencia para aceptar nuestra mano tendida.

Tracking Pixel Contents