Los sevillanos que abordaron Ferraz

Sánchez perdió la batalla por el control del partido a manos de sus barones, en una operación orquestada desde la federación socialista más poderosa: la Andalucía de Díaz y sus adláteres

05 oct 2016 / 08:26 h - Actualizado: 05 oct 2016 / 09:00 h.
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  • Sánchez en Sevilla, rodeado de Díaz, Espadas, Pradas y Pérez. / El Correo
    Sánchez en Sevilla, rodeado de Díaz, Espadas, Pradas y Pérez. / El Correo

La guerra fría tantas veces negada estalló en cruenta batalla, sin cuartel ni prisioneros pero con gruesas secuelas: dos bandos enfrentados al extremo, un líder derrocado con ansias de revancha y sangrantes heridas con mucho por suturar. El PSOE saltó por los aires en un Comité Federal que confirmó tan beligerantes expectativas, evocador, entre los más viejos del lugar, de esas luchas en aquella democracia recién nacida en la que saltaban chispas sobre si la rosa debía ser marxista o socialista.

Pero si por algo resultó familiar el sainete de Ferraz –así tratado por propios y ajenos– fue por el modus operandi puesto en liza en la madrileña vía, un método bien conocido por Sevilla. En Blanco White o en el Hotel Renacimiento, el socialismo hispalense ya vivió frenéticas y belicosas pugnas por el control del partido, con gestoras y cadáveres en el camino. Si bien, con un atenuante esencial, el de tratarse de disputas locales no tan dañinas para la imagen de unas siglas ahora hechas trizas.

Sevilla, la agrupación socialista más poderosa de España, plaza clave en la federación andaluza, granero de votos y bastión del histórico partido, tuvo un protagonismo supremo en la estrategia que acabó con Sánchez fuera de la Secretaría General. Desde San Vicente (sede del PSOE-A), un puñado de peones se desplegaron en un tablero complejo, para, de forma rápida –y eficaz– tomar las riendas del órgano que marcará el devenir más próximo del partido.

SUSANA DÍAZ

La líder andaluza era, con total seguridad, la dirigente territorial más crítica con el camino que Sánchez había tomado en la secretaría general, pese a brindarle su apoyo en las primarias que auparon al madrileño en 2014. Tras los dardos de los últimos meses, Díaz pasó a la acción como comandante de la facción rebelde.


VERÓNICA PÉREZ. «YO SOY LA AUTORIDAD»

Cuando Verónica Pérez se plantó en las narices de Ferraz y pronunció la ya mítica frase de «soy la única autoridad en el PSOE, le guste a quien le guste», medios de todo el país hablaban de una prolongación de Díaz. Pero Pérez es eso y mucho más: secretaria general de la agrupación socialista con la mejor carta de servicios del país. Su participación en la estrategia que depuso a Sánchez fue clave, como presidenta de la Mesa del Comité Federal que abrió la puerta a la dimisión del ya exlider socialista. Fue además quien prendió la mecha en la noche del domingo con un tuit de «hartazgo» por la desastrosa trayectoria electoral de su partido.


ANTONIO PRADAS. 17 DIMISIONES BAJO EL BRAZO

Un coche accede por el garaje de Ferraz. Dentro va Pradas, número tres de Sánchez, cabeza de lista por Sevilla al Congreso y afín a Díaz. Pradas fue el brazo armado que ejecutó uno de los golpes clave: la dimisión de más de la mitad de la ejecutiva socialista, acción dirigida a forzar in extremis la dimisión de Sánchez y el nombramiento de una gestora. El enroque del madrileño no inhabilitó esta ofensiva bien articulada, que movió hilos entre las muchas federaciones. La buena posición de Pradas en Madrid, con cargo fuerte en la ejecutiva y diputado de postín por Sevilla, confirma la pericia de San Vicente a la hora de desplegarse en la capital.


FERNANDO RODRÍGUEZ VILLALOBOS. ÉL HABLA, TODOS ESCUCHAN

Si se habla de barones socialistas, Villalobos es algo más que un duque para el PSOE andaluz. Hombre de peso en el aparato del partido cuyas alocuciones siempre se toman en consideración. Por eso, cuando más fuerte era el runrún ante la inminente rebelión, se mostró tan tajante como claro y mandó a Sánchez al rincón de pensar, «con Almunia y Rubalcaba». El «si yo fuera él me iría a casa» no era más que un aviso a navegantes previo a la estrategia tejida en San Vicente. Villalobos, presidente del partido en Sevilla, es hombre de la máxima confianza de Díaz y elemento clave en las tramas del PSOE sevillano.

LUIS VARGAS. EN LA RETAGUARDIA JURÍDICA

Apostado en Ferraz, silencioso y en un segundo plano mientras Verónica Pérez incendiaba la situación aparecía no en pocas fotos Luis Vargas, hombre de máxima confianza de las secretarias generales del PSOE sevillano y andaluz. Vargas integra el gabinete juridico del partido en la provincia y a nivel institucional es director general de políticas migratorias de la Junta de Andalucía. A él se le atribuye uno de los papeles de muñidor en la trama en base a su conocimiento en el campo jurídico y el derecho privado. Hombre muy valorado en el partido, colecciona una vida de estrecha colaboración en la alta esfera política andaluza.

JUAN CORNEJO. UN ARTIFICIERO PARA EXPLOTAR LA CRISIS

Aunque gaditano, Cornejo es hombre fuerte en Sevilla. El número dos de Díaz es también su artificero, quien empaca y descarga los proyectiles cargados de pólvora que salen de San Vicente. Cornejo maneja a la perfección los tiempos de la explosión de declaraciones, como los repetidos mensajes de dimisión de Sánchez que el secretario de organización lanzó en apenas cinco días.

MARIO JIMÉNEZ. EL FONTANERO DE LA GESTORA

Dicen de Jiménez, onubense prácticamente afincado en San Vicente, que maneja como nadie ese oficio tan en boga que es la fontanería política. De perfil rocoso, es el encargado de despachar a la oposición en el Parlamento. En la estrategia de Díaz copa protagonismo tras el derribamiento de Sánchez, como guardián de la gestora que presidirá Javier Fernández, el presidente de Asturias.

Sevillano también es Felipe González, historia del partido de la rosa. Fue el expresidente quien en unas controvertidas declaraciones animó a la beligerancia contra Sánchez, al que acusó de engañarle: «Me dijo que se abstendría en segunda convocatoria». Eso ocurrió el miércoles 28, horas antes de que Pradas se presentara en Ferraz con 17 dimisiones y la intención de derribar la ejecutiva. Coincidencia o no, fue el zamarreo del histórico dirigente el que desencadenó una lucha sin cuartel por el dominio del partido. «Felipe está en el bando de la abstención, ¿dónde está Díaz», espetó Sánchez tras las palabras de González, que también promovieron a la formación de dos facciones irreconciliables.