Son y están

«Nuestro sensor y purificador hará doméstico controlar la calidad del aire que respiramos»

Antonio León Jiménez. Fundador y Presidente de Graphenstone. Su empeño en inventar pinturas ecológicas que además eviten la proliferación de microorganismos nocivos ya era un éxito comercial en 50 países antes del coronavirus y en otoño lanzará AirTales con un sensor y un purificador para prevenir y limpiar el aire de nuestro entorno bajo techo o en la calle.

Juan Luis Pavón juanluispavon1 /
25 jul 2020 / 10:43 h - Actualizado: 25 jul 2020 / 10:45 h.
"Banca","Empresa familiar","Tecnología","Arquitectura","Pintura","Mercados","Empresas","Industria","Producción","Fondos","Alimentación","Construcción","Ingeniería","Son y están","Banca","Extenda","Universidad de Sevilla","Policía Local","Viajes","APP","Airbus","Málaga","Idiomas","Inversión","Supermercados","Inglés","Laboratorios","Distribución","Diseño","Logística","Otoño","La calle"
  • Antonio León, ha ampliado las instalaciones de su empresa Graphenstone en El Viso del Alcor. / EL CORREO
    Antonio León, ha ampliado las instalaciones de su empresa Graphenstone en El Viso del Alcor. / EL CORREO

Una de las pequeñas empresas españolas más globales es de El Viso del Alcor, municipio de la provincia de Sevilla. Porque pocas, sea cual sea su sector y los productos que fabrique y comercialice, tienen su página web en 15 idiomas. Entre ellos, no solo el inglés o el chino, sino también el coreano, el holandés, el georgiano, el vietnamita,... Graphenstone es la gran proeza empresarial de Antonio León Jiménez, visueño, de 43 años. Ahora empieza a ser más conocido porque sus pinturas 100% ecoeficientes y desprovistas de componentes químicos nocivos, fruto de la combinación de la cal y la tecnología de grafeno, también acreditan su condición de desinfectante ante el coronavirus por el notable ph de la cal. Pero su éxito internacional es muy anterior a la irrupción de la pandemia. Y es el resultado de 15 años de trabajo, de convicciones, de tentativas, de dificultades, de mejoras. Empezó con un ayudante y ya son más de 70 personas en plantilla. De una facturación de 300.000 euros en el año 2014 a superar los 20 millones en 2019, en su mayor parte con ventas fuera de España. Y con altas expectativas de crecimiento no solo con las pinturas sino también con la nueva línea ecosaludable que lanzará este año: AirTales, un sensor de bolsillo que analice la calidad del aire y un purificador del aire que elimine partículas perjudiciales detectadas.

¿Cuáles son sus coordenadas familiares?

Mi padre, ya jubilado, siempre ha sido carpintero artesano, ebanista. Mi madre ha ejercido de ama de casa. Mi hermana es arquitecta. Mi esposa es maestra de escuela infantil, tenemos dos hijos, vivimos en El Viso del Alcor.

¿Dónde estudió?

Siempre en centros públicos, y eso refuerza mi estima por la enseñanza pública. En el Colegio Gil López, en El Viso, y en el Instituto Los Alcores, en Mairena, un centro que unió mucho a ambos pueblos y favoreció que desaparecieran rivalidades y nos mezcláramos tanto que de ahí han salido muchos matrimonios. Hice la carrera de Química en la Universidad de Sevilla, desde niño me encantaba toda la ciencia, elegí Química porque es la más versátil para tener salidas profesionales.

¿Cuál fue su primer empleo?

En la empresa Industrias Químicas Eurotex, en su fábrica de pinturas, en nuestro pueblo, El Viso del Alcor. Dirigida por un gran empresario, Cándido Rubio, muy tenaz y con las ideas claras. Hice con ellos las prácticas de la universidad en quinto curso y después me contrataron. Empezar en la industria de las pinturas marcó mi vida. Estuve cuatro años y llegué a ser el director técnico. Hasta que decidí montar mi propia empresa.

¿Qué filón vio para crear algo competitivo?

Fomentar la creación y uso de pinturas exentas de agentes químicos nocivos. Eso no lo abastecían las empresas predominantes en un sector donde manda el lobby de las petroquímicas. Comencé a trabajar en esa idea en 2006, cuando aún imperaba el 'boom' inmobiliario. En colaboración con una empresa de Málaga, vendíamos con su marca, Colorea, y era un prototipo que empezamos a testar y a vender en pequeñas cantidades en ferias ecológicas, al lado de quienes vendían tomates, aloe vera... De ahí pasamos a enviar a tiendas ecológicas de Sevilla, Madrid, Alemania. Con eso empecé a sacar un sueldo, y en 2009 di el paso para crear la empresa Industria Española (Iedisa) e invertir para montar una fábrica que produjera dos millones de kilos.

¿Qué le enseñaron esas tentativas iniciales?

Tenía que entrar en los países del norte de Europa, donde ya había cultura de la pintura natural o mineral. Noruega, Finlandia, Suecia, Alemania, Dinamarca. Porque en España compraban cuatro gatos, para pintar una casa grande vendías quince latones pero para un piso solo dos. Y era imprescindible dar el salto a entrar en grandes lineales, en grandes cadenas de distribución, donde comercias un volumen de facturación de otra escala. Quien era entonces la directora de Extenda, Teresa Sáez, me animó mucho a concurrir con un 'stand' en ferias internacionales y la primera fue Biofach, la feria ecológica de Munich, en 2010. Un paso muy positivo y en el que fui constatando que el producto era bueno pero de durabilidad muy baja, por lo que solo lo querrían clientes que repintaran con bastante frecuencia. Necesitaba hacer realidad de otra manera el principio de economía circular.

¿Cómo le dio un giro?

Conocí a Isidoro Gordillo, de Gordillos Cal de Morón, estaba promocionando la cal natural como producto ecológico y tenía con la Universidad de Sevilla un proyecto de caracterización de cales y morteros como materiales de construcción. Decidimos unirnos. La cal me aportaba la mineralización que yo buscaba, porque los alemanes trabajaban mucho más el silicato, pero lo plastifican, le meten acrílicos para darle más resistencia. Mi idea era salirnos de los derivados de la industria del petroleo. Y fueron investigadoras en el departamento universitario de materiales de construcción para arquitectura quienes nos abrieron los ojos a intentar fibrar la cal con nanomateriales.

¿Fue fácil?

Años de probaturas, de 2011 a 2013. Porque estábamos usando fibras vegetales, resinas naturales hechas con almidón de patatas. Funcionaban con la cal, pero su resistencia duraba poco, por lo que no valía para tener pintura a la venta almacenada. Empezamos a mirar las fibras de carbono, contactamos con Airbus y con empresas aeronáuticas auxiliares, nos dejaron muestras, pero no sabíamos trabajarlas para lo que necesitábamos. Perdimos mucho tiempo. Todo cambió cuando descubrí a José Luis Valverde Palomino, catedrático de Ingeniería Química en la Universidad de Castilla-La Mancha, que estaba desarrollando para Repsol un proyecto de nanofibras grafénicas. El formato de grafeno había sido descubierto por investigadores rusos y era un avance enorme, porque siendo la lámina de grafeno un producto carbónico tenía características metálicas muy poderosas: resistencia, flexión, complexión, y conductividad sin calentarse. José Luis Valverde nos orientó para en la fabricación de pintura usar la tecnología de grafeno y meterle a la cal una fibra de carbón.

Explíquelo.

Una fibra de carbón que en su centro es un nanotubo, el cual tiene 0,1 micra de dimensión. Y sobre ese nanotubo, se enlazan láminas de grafeno entre 0,3 nanómetros y 0,4 nanómetros, en una estructura que se llama espina de pez. Esa es la fibra que fuimos capaz de dispersar y meter en una estructura mineral. Y conseguimos un producto con la resistencia y durabilidad que necesitábamos, pintura capaz de cumplir su función tres, cuatro o cinco años en exteriores, y cinco años en interiores.

¿Tenía usted otras fuentes de ingresos en todo ese periodo de investigación?

Para una empresa malagueña desarrollamos la evolución de unas membranas acústicas proyectables, Graflex, se vendían mucho para las cadenas de supermercados y para los gimnasios que necesitaban aislar acústicamente locales comerciales que cogían en el centro de las ciudades. Y también seguíamos vendiendo la pintura de Colorea. Aún comercializamos ambos productos, que ahora son el 1% de nuestra facturación, y entonces nos ayudaban a financiar nuestro gran proyecto.

¿Cuándo pasaron de los prototipos a la comercialización?

Salimos al mercado con la versión 7 de la pintura de cal y tecnología de grafeno. Empezamos a testar desde la versión 1 a la 6 con la marca Gordillo Cal de Morón, con clientes suyos habituales, polveros de material de construcción de Carmona y otros pueblos. Animábamos a probarla, a mojarla y fregarla a los pocos días de pintar. Y seguimos haciendo evolucionar el producto. En 2015 teníamos la versión 14 y ya en 2017 consolidamos un portafolio donde estaban mejor resueltos los aditivos, las imprimaciones, las terminaciones.

Cuando decidió crear la marca Graphenstone, ¿sorprendía en sus inicios que una empresa sevillana tuviera un nombre comercial en inglés, o se entendía que buscaba abrirse al mercado global?

Eso lo hizo muy bien Cosentino desde Almería con la marca Silestone. Fue visionario y hemos seguido ese camino con Graphenstone.

¿Qué cliente fue el prescriptor que les catapultó?

Una gran empresa india, Asian Paints, fueron los primeros que confiaron en nosotros de modo importante. Hicimos para ellos un proyecto con marca blanca, nos dejaron publicitarlo y venderlo a laboratorios de la India, y cuando descubrieron su calidad eso nos abrió internacionalmente las puertas de Leroy Merlin, Nippon Paint, Sodimac, etc. La India puede tomarle a medio plazo el relevo a China como superpotencia económica. Creo que es la cultura con mayor capacidad de evolución. Nosotros hemos descubierto a gente enormemente inteligente, muy centrados, muy estrictos, duros negociadores. Por eso hay en Estados Unidos tantos ejecutivos de las grandes multinacionales tecnológicas que son indios.

¿A qué les obligó ese nivel de clientes?

A cumplir estándares de calidad muy exigentes. A invertir en tener laboratorios de control de calidad de los procesos de hidratación de las cales y sus desarrollos industriales. Isidoro Gordillo prefirió no aventurarse en esas inversiones porque prefirió mantener su modelo de empresa familiar, también admirable, como cuarta generación de caleros de Morón. Y nosotros afrontamos vertebrar el ciclo completo del proceso para garantizar a los clientes su trazabilidad. La provisión de nanofibras se resolvió bien cuando José Luis Valverde montó en Noblejas (Toledo) la empresa Phi4.

Cuando empezaron a promocionar los productos de Graphenstone, ¿cómo reaccionaron las empresas que lideran el mercado de la pintura?

Decían que estaba loco, o que era un vendedor de crecepelos y productos milagro. Y que los inversores me abandonarían pronto. No valoraron ni la capacidad industrial ni la financiera de los socios de la empresa. Hasta hace muy poco no creyeron que este proyecto fuera a consolidarse. Y en el grupo empresarial que creamos con Phi4, el fabricante de grafeno, mediante un reparto de participaciones, este año entró en Phi4 como inversor a título personal Henry Kravis, fundador y primer ejecutivo de KKR, uno de los fondos de inversión más grandes del mundo. Esa noticia ha impactado. A quien intente amedrentarnos en lugar de competir sin zancadillas, empezará a pensar que ya estamos en otra liga. Porque ahora están llegando muchos bancos y fondos a interesarse por nosotros para ofrecernos entrar en la empresa y participar en inversiones.

¿Por qué le desacreditaban?

Pensaban que la pintura ecoeficiente iba a ser siempre algo residual. En 2013 ya hablaba yo de que la pintura plástica basada en hidrocarburos es en las paredes un caldo de cultivo en el que proliferan hongos, bacterias, virus. No me lo inventaba, eran informes de la Organización Mundial de la Salud. Por ejemplo, sobre las bacterias en la pintura plástica que se usaba para quirófanos. En 2019 el mundo empezó a reaccionar ante el tremendo problema ecológico de los microplásticos en los mares. Desde seis años antes yo decía que la fabricación de pintura plástica es la tercera vía de mayor generación de microplásticos en el planeta. Ahora, con la pandemia del covid, todos se han puesto las pilas y están creando productos con certificaciones que nosotros teníamos cinco años antes. Y algunos dicen que Graphenstone se está aprovechando del covid, por la elevada capacidad desinfectante que tiene nuestra pintura gracias a la cal. No, no nos estamos aprovechando de esta desgracia. Desde 2016 me han escuchado decir en las ferias internacionales que cada metro cuadrado pintado cuenta, que las personas necesiten paredes que le ayuden a tener un aire purificado y limpio.

¿Teme que le arrebaten su ventaja competitiva?

Están creando pinturas ecológicas con un modelo de producción que no es sostenible. Utilizando grandes cantidades de recursos vegetales para tener bioetanol, biodiesel, etc., que encarecen la alimentación humana y animal. Nosotros, en cambio, usamos cal, de las canteras de Morón y de Estepa, que no le hace daño a nadie.

¿Qué magnitudes tiene el sector en España?

Unos mil millones de euros de facturación. El 60% se vende en tiendas especializadas y el 40% en grandes superficies.

Para sustentar su expansión internacional, ¿cuántos días estaba de viaje, fuera de casa?

En años como el de 2019, estuve 220 días fuera de España. Y no cuento los viajes nacionales. Estábamos en todas las ferias internacionales, y con gran éxito. Con un 'stand' allí donde queríamos expandirnos, y acompañando a socios donde lo tuviéramos, como Asian Paint en India. En los próximos años, hasta el 2023, no haremos un esfuerzo tan descomunal en viajes. Toca consolidar mercados en países como Chile, donde nos demandan más productos de alta gama, o en Colombia, donde se vende más la pintura a precio estándar. El tipo de demanda depende mucho de la idiosincrasis de cada país y de su poder adquisitivo. Además nos están llegando pedidos de países donde no hemos hecho promoción, como Irán, Pakistán, Arabia Saudí,... Además de iniciar nuevos proyectos, como en Israel con una empresa de ese país.

El estilo de su marketing corporativo recuerda al de Ikea.

Esa era la idea. En el sector de la pintura hemos sido disruptivos en muchos aspectos. Por ejemplo, la primera empresa con un 'packaging' 100 % reciclado y reciclable. Porque no podíamos vender un producto 100% ecoeficiente en un envase de plástico tóxico. Lo logramos con la empresa Gruplasa, de Industrias Sanz. Y vamos a seguir innovando en los envases para resolver uno de los handicap de la pintura: su transporte.

¿Cuál es el cambio?

Con una empresa andaluza especializada en 'packaging' se está diseñando un envase para transportar en caja de cartón. Hasta ahora los envases han estado pensados para pintores profesionales y no para el consumidor que lo pueda comprar y usar directamente. La pintura se vende muy poco online y es el cliente el que ha de desplazarse a tiendas especializadas o a centros comerciales porque su transporte sufre un alto gravamen, porque en la logística de distribución y reparto hay muchos desperfectos y roturas. En Europa se usa mucho el envase de 15 litros, cuyo peso máximo no debe superar los 25 kilos. En Estados Unidos suelen ser de 20 litros y peso máximo de 30 kilos. Son envases difíciles de abrir. Nuestro objetivo es ponérselo más fácil tanto al particular como al profesional, con tamaños y pesos más manejables.

¿Cuánto ha aumentado con la pandemia del coronavirus la demanda de sus productos?

Con respecto al año pasado, hemos aumentado un 40 % la facturación. Y eso que han estado cerradas durante dos meses las tiendas de nuestros socios. Nuestro crecimiento ya era muy fuerte antes del covid, y lo va a seguir siendo. Porque Leroy Merlin ha acordado que Graphenstone esté en la cabecera de todos sus lineales en las tiendas que tiene en todo el mundo.

¿Todo esto le ha motivado a emprender nuevos proyectos complementarios?

Estamos muy ilusionados con la nueva empresa que hemos creado: Talestech, nombre elegido para homenajear a Tales de Mileto, el primer gran científico. Nuestro lema es 'hacer visible lo invisible' y hemos creado un sensor para que cualquier persona, cuando entre en una habitación, en un local, en una oficina, en una tienda, en un restaurante, en un gimnasio, etc., sepa la calidad del aire que está respirando, qué está inhalando, y decida si quiere seguir ahí o si prefiere irse. Eso vale para decidir dónde comer, dónde hacer deporte, dónde viajar,... AirTales es todo desarrollo tecnológico español: placa base fabricada en Jaén, sensores y carcasa en Castellón, diseño de la app en Sevilla por la empresa Z1, que es buenísima. Saldrá a la venta en octubre o noviembre de este año. Hará doméstico controlar la calidad del aire que respiramos. Y en 2021 tendremos además un producto más evolucionado: un purificador vírico, en formato dron, tanto para hogares como para edificios y para espacios públicos de cualquier municipio. Igual que pasa el camión regando las calles, un dron puede limpiar la polución y los virus que haya en las calles.

¿Mantiene su objetivo de crear en Mairena del Alcor un área de innovación aplicada al sector de la construcción?

Sí. Ese proyecto lo tenemos acordado conjuntamente con el Ayuntamiento de Mairena del Alcor, en los terrenos que ahí tenemos en Mairena del Alcor. La idea fundamental es tener un centro de I+D y mostrar a clientes foráneos cómo se pueden construir casas con materiales completamente sostenibles. Por otro lado, hemos ampliado nuestra fábrica en El Viso del Alcor, automatizando las dos plantas, y en una vamos a tener la primera 'cámara blanca' para hacer visible lo invisible en paredes, en muebles, y demostrar a promotoras, a empresas de mobiliario, a centros comerciales, cadenas hoteleras, de restaurantes, lo que supone estar respirando en un ambiente con elementos contaminantes, o estar en lugares donde las pinturas de las paredes, los barnices de las sillas, etc, no tienen esos microorganismos nocivos porque son pinturas antimicrobianas. Para eso ya nos están llamando empresas de muebles. Queremos motivarles a acreditar que no son contaminantes sus espacios y sus objetos. Porque, ¿se imagina que hicieran esa clasificación los TripAdvisor o Booking con los datos aportados por los usuarios del sensor?

¿En su entorno percibe si hay muchas personas con su mentalidad emprendedora y su capacidad de conseguir clientes de cualquier lugar del mundo?

Mientras el sistema educativo no lo inculque, seremos pocos, y la mayoría de los niños querrán de mayor ser profesor, policía local, empleado de banca, administrativo. Hasta que la escuela de negocios no forme parte de la enseñanza, y hasta que no se aprenda la cultura del riesgo para perder dinero y después ganarlo, y saber invertirlo, y prosperar, es imposible que seamos más de cuatro los que nos movamos y nos emocionemos montando empresas.