Regulados en los papeles

Los vendedores del mercadillo de la Ronda del Tamarguillo apenas notan cambios con la nueva ordenación municipal. Algunos demandan al Ayuntamiento un control más continuado

04 sep 2016 / 19:58 h - Actualizado: 05 sep 2016 / 08:07 h.
"Ayuntamiento de Sevilla","Venta ambulante","Carmen Castreño"
  • Los toldos protegen a vendedores y compradores en el mercadillo de Pino Montano, que cada viernes se monta en la calle Estrella de Oriente. / Pepo Herrera
    Los toldos protegen a vendedores y compradores en el mercadillo de Pino Montano, que cada viernes se monta en la calle Estrella de Oriente. / Pepo Herrera
  • Una pareja avanza por el mercadillo a pleno sol. / Pepo Herrera
    Una pareja avanza por el mercadillo a pleno sol. / Pepo Herrera

Triunfan los ritmos latinos y las mercancías se pregonan a voz en grito:

Patatas nuevas, cuatro kilos un euro.

Seis bragas cinco euros, Maribel.

El mercadillo de la Ronda del Tamarguillo vive su primer viernes de septiembre, todavía con calor de pleno verano. Es, junto al de la calle Estrella de Oriente de Pino Montano, el primer mercadillo que se ha regularizado. Quedan otros 11, confirmó en el Ayuntamiento a finales de julio, cuando se constituyó la Comisión Municipal de Comercio Ambulante.

–Bueno, hemos renovado la documentación, como todos los años, explican unos comerciantes.

Lo tienen todo en regla: «el autónomo, los módulos...», aclaran. ¿Pero se ha notado el cambio? «Bueno, tienes que echarte un poco más a la raya», conceden, y sonríen. La raya es una marca que existe y que, a medida que se avanza en paralelo a la avenida por el interior del mercadillo, se vuelve menos recta.

Mira, ése se ha puesto ahí, y el otro todavía más delante. Si yo me quedo en la marca no me compra nadie.

La regulación tiene una importancia incuestionable, entre otras cuestiones porque en el sector trabajan alrededor de 1.400 comerciantes. Se desarrolla en suelos de titularidad municipal y de dominio público, por lo que la potestad del Ayuntamiento al regular «estas actividades de tradición histórica y cultural en Sevilla, constituye no solo un mandato legal, sino un auténtico servicio de obligado cumplimiento que la Corporación debe asumir, al tener una idiosincracia propia, diversa a otras formas de comercio ambulante no sedentario», según se lee en la Ordenanza Reguladora del Comercio Ambulante.

Pero hay más. La vicepresidenta de la Comisión Municipal de Comercio Ambulante, Carmen Castreño, ya animó a las cuatro asociaciones del sector representadas en la comisión a que aceleren el proceso, puesto que la Junta de Andalucía prevé sacar una línea de ayudas para mejoras en las infraestructuras en los mercadillos, y el Ayuntamiento sólo podrá acogerse a esas subvenciones para aquellos que estén plenamente regularizados.

La ausencia de nombres propios no es casualidad. No hay muchas ganas de charlar con alguien que toma notas. «Eso habla con el delegado del mercadillo», apunta uno.

Algunos se apartan y discretamente apuntan que hace meses, «muchos meses», que no ven a un policía municipal por allí. Y lo echan en falta. «Hay gente que se está forrando. Lo bueno sería que esto lo controlaran los municipales y que los pagos se hicieran por transferencia al banco», coinciden varios, que hablan también de negociaciones por «los sitios» que no siguen los criterios establecidos. «Eso lo controlan entre cuatro, y también en Alcosa, San Pablo y el Charco de la Pava», amplían.

Es momento de preguntarle al delegado. Preguntar por él es fácil, encontrarlo no tanto. «Está siempre en la caravana». ¿La caravana? «Sí, la caravana amarilla». Pero amarilla y todo no es fácil de encontrar, y menos en medio del trajín de gente que, sin abarrotar el mercadillo, sí mantiene un continuo flujo de gente.

Nuevo intento: ¿el delegado? «Al lado del bar, uno con bigote». ¿El bar? «Bueno, no es un bar, pero es como un bar». Ni rastro, y poco después una posible explicación. «Ya te hemos visto dando vueltas. Es que él está todo el rato de un lado para otro». Pues vale.

El calor pega ya de firme. No ha habido forma de dar con el delegado. Sí es fácil encontrar unos tomates maduros y con sabor que una hora después ya son un gazpacho enfriado in extremis a base de hielo. Dos kilos, un euro.