El pasado siempre es un tema recurrente cuando hay una reunión de personas entradas en años. ¿Te acuerdas de...? Es una coletilla que usamos para rememorar un tiempo que ya se fue y que difícilmente volverá. Un momento en el que no había preocupaciones más allá que tener veinte duros y poder ir al quiosco de la esquina para comprar una bolsa con las chucherías que más nos gustaban. Al pasar los años, las pesetas se convirtieron en euros y las golosinas que adquiríamos desaparecieron. O no.

Retrochuches nació en 2016 en una de esas conversaciones de las que antes hemos hecho referencia. «Mi hijo sacó una bola de una máquina expendedora. Dentro había un Escalofrío. Hacía mucho tiempo que no veía uno y en ese momento, los que nos encontrábamos alrededor de la mesa empezamos a hablar de esa y otras chucherías que hacía años que no probábamos» cuenta Silvia Suárez, la encargada de endulzar con dulces de la EGB a las generaciones actuales. «Empezamos a buscar esas chucherías y vimos que se seguían fabricando. Como mi hermano es informático, él me dijo que se encargaba de hacer la web y lo que hicimos fue crear un catálogo de esos productos para que la gente fuese adquiriéndolo por internet. La primera etapa fue muy modesta. Lo hacíamos todo desde casa de nuestros padres. Poco a poco hemos ido ampliando clientes y el local. Yo, que soy farmacéutica, ahora vivo de ésto». De hecho, en el pasaje de la calle Marqués de Nervión, en el número 116, se puede encontrar la sede física de Retrochuches.

Dráculas, Snipes de nata, Lolipop, Dipper, chicles Boomer, Peta Zetas o Bang Bang son algunos de los nombres que nos llevan un par de decenios atrás. Todos esos productos y muchos más se encuentran en la página web www.retrochuches.com

A bastantes personas les parecerá la idea una genialidad, pero lo cierto es que los comienzos no fueron fáciles. «Al principio, la gente era escéptica porque eso de vender chuches por internet no lo ven. Los que nos conocen repite. El público que nos compra, mayoritariamente, está entre los 30 y los 55 y suelen ser más mujeres que hombres» explica Suárez.

Retrocuches no se dedica exclusivamente a las chucherías, también tienen un apartado de juguetes retro. «Las canicas, los trompos de madera y los paracaidistas son los que más se venden. Los yo-yo con luces o las maquinitas de agua en la que tienes que darle a los botones para ensartar unos anillos en unos palos, también salen mucho. Los padres quieren regalarle a sus hijos cosas que salgan de la tecnología».

Pero no sólo para los más pequeños son estos productos, «el blandiblú y la mano loca es un clásico que se lleva la gente y lo suelen comprar padres de 40 años que lo llevan a la oficina».

Estos productos que endulzan el amargor de un tiempo pasado que nunca volverá han llegado a puntos tan distantes como Polonia, Suiza, Reino Unido o Alemania. «Nos han pedido que mandemos a Latinoamérica, pero los portes son muy altos» asegura Silvia Suárez, que junto a su hermano Miguel Suárez, son los encargados de conseguir que volvamos a la época del colegio de un mordisco.