Una reunión de amigos

Más de 200.000 niños de Infantil y Primaria comienzan el curso escolar en Sevilla. En el Huerta de Santa Marina aprovechan para que los padres y los pequeños se conozcan y empiecen el año con ganas

12 sep 2016 / 13:35 h - Actualizado: 12 sep 2016 / 14:58 h.
"Educación"
  • La primera alumna de la clase a la que le tocó escribir en la pizarra. / José Luis Montero
    La primera alumna de la clase a la que le tocó escribir en la pizarra. / José Luis Montero
  • Con el nombre la maestra en la pizarra, todo está listo para comenzar el trabajo. / José Luis Montero
    Con el nombre la maestra en la pizarra, todo está listo para comenzar el trabajo. / José Luis Montero
  • Una maestra se esfuerza por atraer conseguir la atención de los alumnos desde el primer minuto. / José Luis Montero
    Una maestra se esfuerza por atraer conseguir la atención de los alumnos desde el primer minuto. / José Luis Montero

–Mamá, ya he hecho pipí.

Pablo ya está listo para acudir a su primer día de clase. Se cuelga su mochila, le da un beso a los abuelos –ha ido a despedirse de los abuelos- y se va con su madre rumbo al sistema educativo.

Pablo es uno de los 207.329 alumnos de Infantil, Primaria y Educación Especial que se incorporan hoy a las clases en la provincia de Sevilla en 527 colegios. En su caso, y en el de sus compañeros de 3 años, lo hará poco a poco. Hoy entrará en clase con su madre y mantendrá un horario reducido durante dos semanas.

Su colegio es el Huerta de Santa Marina, en plena zona norte del casco histórico. De camino, por la calle San Luis y la estrecha Padre Manjón, se agolpan padres y madres y niños, coches y bicicletas. Dentro, en el patio, está todo organizado. Dentro de lo posible.

Los profesores buscan a sus alumnos y los van colocando, sentados en el suelo, en una fila. En el grupo A de tres años los primeros en llegar son Pablo y Álvaro, casi un resumen perfecto de los nombres más habituales entre los niños más pequeños. Luego llega Ana, poco conforme y haciendo pucheros. La madre de Álvaro la anima: no llores, mira, una amiga nueva le dice a su hijo. Es la rutina de la mañana: niños que se conocen, aunque algunos ya compartieron guardería, y padres que también aprovechan para conocerse.

Despierta la megafonía, «nos gusta daros la bienvenida a todos a la vez, especialmente a los nuevos», y explica por qué los niños se han colocado en líneas a partir de un círculo central que ocupan los maestros. El lema de este curso es «nuestra energía mueve el mundo», de manera que los niños se han colocado como rayos alrededor del sol, que son sus profesores.

Una bola del mundo gigante sirve para identificar y presentar a los maestros, algunos de los cuales reciben sonoras ovaciones. Algo habrán hecho bien. En la enumeración de docentes destaca la sustituta de la profesora de apoyo de infantil, que está de baja maternal, y la ausencia «del especialista de Educación Física, que no ha llegado todavía». Un clásico del comienzo de curso.

Hay música, no hay silencio por más que se pida y hay niños que se dan la mano. A las doce menos cinco queda inaugurado el curso. Los pequeños se marchan a sus clases más o menos en fila. En la puerta de Tercero B una madre se lamenta: «Se me ha perdido mi niña». Pero la niña aparece con una silla entre las manos y entra en su clase. «Un beso, cariño. Buena suerte».