«Siempre me llaman de fuera para exponer pero de aquí no lo hacen»

La pintora sevillana de proyección internacional Victoria Melero Pradas coloca a Murillo «entre los dioses» tras su homenaje en el Ateneo de Sevilla

h - Actualizado: 27 may 2018 / 21:19 h.
"Artes plásticas"
  • La pintora Victoria Melero, en el Ateneo de Sevilla ante su particular homenaje a Murillo. / Manuel Gómez
    La pintora Victoria Melero, en el Ateneo de Sevilla ante su particular homenaje a Murillo. / Manuel Gómez

Victoria Melero Pradas reta al más pintado –y no es un chiste de artistas– a que pase sus cuadros por la pantalla de rayos equis a ver quién es el guapo que les encuentra un trazo de dibujo. Como explicaba tras su homenaje a Murillo en el Ateneo de Sevilla, donde entre otros lienzos de tema diverso colgó una reinterpretación del célebre autorretrato de The Frick Collection, la sevillana se reconoce en el color y no en la línea; en su pasión por dejarse llevar por el camino adonde el arte le diga, más que en seguir la pauta de un boceto previo al carboncillo. El resultado es que, al igual que sucede habitualmente en la literatura, donde los personajes acaban decidiendo las historias por encima de la voluntad inicial de su autor, también en su quehacer se encuentra ese rasgo de humildad y de buena voluntad creativa de quien no se propone decir la última palabra, sino disfrutar con lo que hace. Que es, dicho por los médicos, la mejor forma de que los demás también disfruten. «Pinto a través de lo que yo imagino», lo resume ella.

El currículum de Victoria Melero enviado por correo electrónico pesa dos megas. Gran parte de ese poderío son las exposiciones individuales y colectivas, festivales, concursos y demás en los que ha participado sobre todo en los últimos años, ya que pese a ser pintora «desde muy niña», es en los últimos quince años cuando su actividad se ha intensificado más: Lituania, Francia, Marruecos, Dubái, Italia y Rumanía son parte de su itinerario expositivo, que también pasa por España y en concreto por Sevilla, donde pese a ser su cuna no pertenece a ningún sanedrín artístico no tanto porque no la inviten, «que sí lo hacen», precisa ella, o porque no sea una persona muy abierta, que salta a la vista que sí lo es, como porque pasa más tiempo en el extranjero. «Expongo siempre fuera porque siempre me llaman de fuera para exponer. De aquí, no me llaman. Pero vamos, que no tengo queja ninguna de Sevilla», aclara la autora.

Reconoce su pasión por esta ciudad y por ese hijo célebre que ahora se recuerda con ocasión de los 400 años de su nacimiento. «Murillo sí es cierto que no ha tenido nunca el reconocimiento que debería haber tenido. Fuera de España, sí. Pero en España, no», sostiene Melero. «Ni siquiera en Sevilla. Ha sido el olvidado. Y sin embargo, Murillo, para mí... La exposición que yo iba a hacer en el Ateneo estaba previsto que fuese sobre las emociones, y sin embargo en último momento me decanté por Murillo, porque quería hacerle mi principal reconocimiento; porque Murillo es mucho más de lo que en Sevilla se le reconoce. Y fue capaz de hacer lo que no ha hecho nadie: aplicar el arte religioso a las personas profanas, sacar a una Virgen María del pueblo, las escenas cotidianas, no sagradas... y eso lo hizo él en el siglo XVII. Fue muy valiente. Además, sin haber salido de Sevilla fue capaz de absorber muchísimo de la pintura italiana y flamenca, y de hacer un realismo brutal al más alto nivel. Para mí es el más completo de los pintores españoles incluyendo a Velázquez». Más aún, para la artista nunca ha habido otro igual: «Porque domina el color como nadie, domina el dibujo como nadie, domina la pincelada como nadie. Y sobre todo, el espacio, la atmósfera que crea, a eso no hay quien se le acerque; si acaso, Velázquez. Murillo está entre los dioses».

Cuatro siglos después, aquel genio sevillano le transmite a ella justamente esa emoción que Melero pretende hacer llegar al público de sus cuadros, más allá de toda teoría y de toda explicación objetiva. «Es algo fundamental para mí», confiesa la autora.