Otto Engelhardt, el sevillano pacifista que asesinó la barbarie

Tardíamente, la Sevilla que olvida a sus benefactores recupera la figura de un alemán ejemplar. Una exposición en la Casa de la Provincia descubre al Otto más emprendedor

Juan-Carlos Arias

Cuánta razón llevaba Santa Teresa. En una misiva a sus monjas castellanas recalcaba de Sevilla que era ‘la ciudad de María Santísima donde habita el diablo’. Pensábamos que se refería a las bondades y maldades españolas. Pero si Otto Engelhardt fue virginal por su bonhomía, su compatriota Gustav Draeger actuaría de Lucifer. Leerán aquí la versión más cruda de dos alemanes antagónicos.

Una vida intensa

La verdadera y fecunda historia de Otto Engelhardt (1866-1936) va más allá de consideraciones religiosas. Fue un ingeniero alemán que se afincó en Sevilla a finales del siglo XIX. Su tesón logró que Sevilla se modernizara a pasos agigantados. Como cofundador de la Compañía Sevillana de Electricidad (hoy ENDESA) logró cablear la ciudad y llevar luz donde antes habían velas o lámparas de aceite.

Posteriormente, dirigió la Compañía de Tranvías (The Seville Tramways), de capital británico, e implantó unas condiciones laborales óptimas para su plantilla y el consiguiente aplauso de los sindicatos. Su cese, por presiones de los ‘aliadófilos’ por ser alemán, mereció la gratitud de los trabajadores con un multitudinario homenaje. Otto maridó lo mejor de la ingeniería y su origen teutón con la idiosincrasia hispalense.

Además, no olvidó sus raíces. Fue cónsul alemán, creyó en el pacifismo, los derechos humanos y la libertad hasta sus últimas consecuencias. Su coraje evitó una tragedia orquestada en Sevilla en 1915 al intentar sabotearse navíos foráneos en el puerto. La trama incluía la custodia consular de unos explosivos que se ocultaban; el olfato de Otto lo desbarató todo.

Tras su etapa directiva, el alma emprendedora y creatividad de ‘Don Otto’ fundó el Laboratorio Sanavida, en San Juan de Aznalfarache. Desde allí se comercializaron fármacos (Epivomin) y complementos alimenticios como el Ceregumil, que aún vemos en las farmacias.

La llegada de Hitler al poder en Alemania (1934) y sus prolegómenos violentos de los Camisas Pardas intuyó en Engelhardt que, en el país que le vió nacer, la sangre tardaría poco en correr. De brillante pluma comenzó a escribir artículos en El Liberal que dirigía su amigo José laguillo en pro de la paz, las libertades y la Alemania del Kaíser y la República de Weimar que conocía con antecedentes democráticos o asimilados.

Uno de sus sucesores en el Consulado alemán Gustav Drager. ferviente nazi prusiano, la emprendió obsesivamente contra Engelhardt. Consideraba ‘impublicables’ sus trabajos periodísticos en una Sevilla fragmentada en su cúpula entre germanófilos y aliadófilos desde la Primera Guerra Mundial (1914-1918).

Las atrocidades del Führer en el poder lograron la nacionalidad española a Engelhardt. Telegrafió a Hitler

con escueto mensaje: ‘abajo el fascismo’, devolvió sus condecoraciones germanas y escribió un revelador libro, Adiós Deutschland (1934). Ya seguían sus pasos desde Berlín (Ministerio de Exteriores; posteriormente por GESTAPO local) desde 1929 cuando empezó a alojar y ayudar a exiliados del nazismo en Sevilla. Por esta razón, los días de Engelhardt estaban contados: los espías nazis eran implacables con el cotidiano de su compatriota dentro y fuera de Villa Chaboya, su espaciosa casa sanjuanera.

En agosto de 1936, pocas semanas después de implantarse el terror fratricida del General Queipo de Llano, éste recibió la visita del Cónsul Draeger con un encargo verbal y una lista de ‘aliadófilos’ sevillanos; estos últimos, mayoritariamente, acabaron en paredones. Lo señala el historiador y profesor universitario Juan Ortiz Villalba en el libro Del golpe militar a la guerra civil (RD Editores, 2006). La complicidad Queipo-Draëger [era un retorno por la ayuda militar nazi a la sublevación franquista contra la IIª República] verbalizó que era prioritario matar a Engelhardt, ya parte de los veteranos objetivos nazis. Dicho y hecho.

Una repentina alta a Engelhardt por flebitis en el Hospital Central (hoy Parlamento de Andalucía) desde la sala San Cosme, cama número 37, el 12 de septiembre de 1936 lo llevó preso en virtud de un ‘bando de guerra’ de Queipo. Dos días después, el alemán-sevillano que apostó por la paz y se rebeló ante el nazismo y la barbarie fue fusilado. Su cuerpo se cree fue arrojado a la fosa Pico Reja.

Sobre tan vil proceder se obró, durante décadas, la infamia y el ninguneo de un bienhechor de Sevilla. Villa Chaboya, la casa familiar-laboratorio de Engelhardt fue ocupada por tripulantes de la Legión Cóndor nazi desde finales de 1936. Pero la memoria sobre las huellas de Engelhardt se va recuperando. Una calle en Sevilla honra al alemán junto a una placa en el Parlamento de Andalucía.

Sucesivos reconocimientos del Ayuntamiento de San Juan de Aznalfarache al primer dueño de Villa Chaboya no han logrado reparar la ruina y abandono de un inmueble que -sin duda- tiene mucha historia y merece restauración. ‘Descubriendo a Otto’ (2020) es un documental muy recomendable que se estrenó en el Teatro Romero San Juan dirigido por Ricardo Barby.

Cita con Otto

Una exposición, ‘Descubriendo a Otto Engelhardt’, además repetir el título del documental, mostrará a los visitantes lo más desconocido -en modo presencial- de tan ilustre sevillano. La organiza el Ayuntamiento de San Juan de Aznalfarache y la Casa de la Provincia-Diputación de Sevilla. En la Plaza del Triunfo y hasta el próximo 24 de octubre se acercan al público los hechos más relevantes de la interesante y destacada biografía de Engelhardt.

La muestra la inauguraron días atrás la biznieta, Ruth Engelhardt Pintiado y la Concejal de Cultura-Ayuntamiento de San Juan de Aznalfarache, María Francisca Aparicio junto a Miguel Ángel Melero, coordinador de la Casa de la Provincia. Nos llama la atención que el esfuerzo reparador de la familia esté auspiciado también por entidades privadas, con fotografías, cuadros, libros, objetos relacionados con la historia y con la vida cotidiana de Engelhardt. La colaboración público-privada merece aplauso reivindicando la memoria histórica.

Lo más nutritivo de la figura de Otto Engelhardt es que su figura nos trasmite un mensaje de paz ante la violencia, de rechazo ante la barbarie y de coherencia ante la sinrazón. Sus ideas han marcado, creemos, a sus familiares y cuantos le conocieron. Fueron trasmitidas, en voz muy baja, en los años del franquismo cuando los enemigos se multiplicaban, nos invadían y la conspiración judeo-másonica hacía de las suyas a la ‘reserva espiritual de occidente’. Los valores, las palabras, los hechos para reivindicar la trayectoria de Engelhardt son perennes según vemos. Se abren paso al desvarío que falsificaba una historia que parecía oficial

Epílogo doble

La última cita con Otto Engelhardt la tendrán el día en que sus descendientes puedan honrar su memoria y dignidad si se hallan sus restos en la fosa Pico Reja.

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Ahí se cree, repetimos, se arrojaron durante los tristes días de la guerra fratricida. Los restos del que fuera Cónsul-nazi Gustav Draëger están bajo una lápida abandonada en San Fernando, zona de ‘no católicos’. Está rodeado de tumbas de dirigentes comunistas, ateos, ‘aliadófilos y colinda con el cementerio judío hispalense. ¿Ironías de la historia?. El prusiano-sevillano murió joven -en 1957- y acabó arruinado a finales de 1944. Tuvo que malvender sus propiedades y hasta su pretencioso Mercedes 320 Cabriolet-78 cv. pocos meses antes de perder los nazis la Segunda Gran Guerra. Sus hijas omitieron el apellido paternal de su identidad. ¿Justicia virtual?.

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