Narcotráfico

Legalizar el hachís para acabar con el narcotráfico, ¿una opción viable?

Juan Franco, alcalde de La Línea, propuso hace unos días legalizar el consumo de esta droga como posible vía para acabar con las mafias que trafican con ella. Hablamos con expertos en la materia y asociaciones cannábicas para saber si es una vía recomendable

Incautación de hachis por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado

Incautación de hachis por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado / PN

Carlos Doncel

Carlos Doncel

“A lo mejor la solución es legalizar el consumo de hachís como ocurre con el tabaco y el alcohol. Quizá a partir de ahí cortamos con el narcotráfico”, comentó el pasado 12 de febrero Juan Franco, alcalde de La Línea de la Concepción, una localidad que, como Barbate, lleva mucho tiempo sufriendo las consecuencias del narcotráfico. Desde la Operación Espejo en los 2000 al reciente despliegue y repliegue del OCON-Sur se han detenido a decenas de delincuentes en la provincia de Cádiz, pero el problema continúa. Y los que viven esto a diario, claro, no saben ya cómo ponerle fin.

Juan Franco, alcalde de La Línea de la Concepción

Juan Franco, alcalde de La Línea de la Concepción / EL CORREO DE ANDALUCÍA

El debate de la legalización no ha comenzado con Juan Franco, pero sí lo ha vuelto a reavivar. Organizaciones como la Confederación de Federaciones de Asociaciones Cannábicas (ConFAC) llevan décadas defendiendo los beneficios de la despenalización: “Por supuesto que regular los clubes sociales de cannabis, que es lo que apoyamos, es el primer paso para poner solución a la guerra contra las drogas”, asegura Ana Afuera, representante de ConFAC. Esta entidad apuesta por locales “para adultos registrados y sin ánimo de lucro” en los que la hierba provenga “de núcleos pequeños de producción, que sean las personas quienes puedan cultivar y distribuir”.

“Habría que evitar que las prácticas criminales se colasen en la regulación y en los clubes, y se podría hacer con controles”, argumenta Afuera. “En el momento que reduces esa rentabilidad para una mano y la repartes para diferentes trabajadores, como sucede en un club social de cannabis, a la mafia no le resulta tan rentable entrar ahí”, declara esta representante de ConFAC. “Seguirá existiendo mercado ilícito, pero creemos que con el tiempo la sociedad se acostumbrará a adquirirlo en estos locales. Hoy día hay tabaco de contrabando, pero la mayoría lo compra en el estanco”.

A nivel político nacional, la coalición Sumar, presente en el gobierno español, propuso en su programa electoral para las últimas generales la “regulación íntegra del cannabis y el modelo de asociaciones cannábicas basadas en el autoconsumo y sin ánimo de lucro (...) para no favorecer a las mafias”. Respecto a esta medida, Francisco Sierra, diputado por Sevilla por esta formación en el Congreso, afirma que “no está recogida en el acuerdo de gobierno con el PSOE”, pero que la defenderán “como el resto de propuestas recogidas en el programa”. Sí que ha comenzado ya el trámite por parte del Ministerio de Sanidad, con Mónica García al frente, para regular el uso con fines medicinales, tal y como la ministra trasladó este miércoles.

La edad, el THC o el mercado negro, trabas legales

“La legalización no suprimiría de ninguna manera el mercado ilegal por varias cuestiones”, sentencia Paco Mena, presidente de la Coordinadora Alternativas, una entidad que lucha contra la droga en el Campo de Gibraltar. Si ponemos la edad legal a los 18, y la media de consumo del cannabis está situada en los 14 años, dejaríamos fuera a toda la población joven, que es la que más lo fuma”.

Y no solo la edad: Mena señala que habría que determinar también qué nivel de THC —principal sustancia psicoactiva del cannabis— se legalizaría, con el riesgo de “no tener mañana un problema de enfermos mentales”. “Aunque si es bajo, el mercado negro ofrecería un producto con más THC, porque la gente fuma para ponerse a gusto, e incluso bajarían el precio para que fuera más barato”, apunta el presidente de la Coordinadora Alternativas. “Además, todo esto debería contemplarse en un contexto europeo”.

En Canadá es legal el cultivo y consumo de marihuana desde 2018, y es el propio Estado quien la distribuye o permite a tiendas físicas que lo hagan. Desde entonces, buena parte de los fumadores acuden a esta vía para adquirirla, aunque, tal y como indica un artículo científico publicado en la revista Adicciones en 2022, “el mercado ilegal sigue utilizándose de forma habitual”.

¿La legalización acabaría con la criminalidad?

“Imaginemos que se legaliza y los narcos comienzan a producir porque tienen dinero. Esa gente, con los socios que tenían antes, ¿no van a ejercer algún tipo de violencia? Yo creo que sí”, opina un periodista especializado en narcotráfico que prefiere mantenerse en el anonimato. “Siempre el crimen organizado va a tener su baza. Si permites comercializar hachís, quizá creas otro problema: pueden extorsionar a negocios para que vendan su chocolate, por ejemplo”, dice este experto.

En Europa está el caso de Países Bajos, donde el consumo de esta droga está despenalizado. La criminalidad, por contra, no ha disminuido: “Han pasado de que no entrara tanta cocaína a que metan una mayor cantidad y consigan con ella más dinero para comprar coffee shops o restaurantes donde lavarlo”, ilustra este periodista. “Han llegado a un nivel de corrupción tal, que hay funcionarios que han hecho pasaportes falsos a narcos. Es una cadena: cuanta más pasta, a más gente puedes llegar”.

Entonces, ¿qué hacemos en la provincia de Cádiz?

“Lo que está claro es que, a mi entender, y me puedo esta equivocando, las recetas que se están aplicando no son las adecuadas”, siguió Juan Franco tras proponer la legalización del hachís. Paco Mena coincide con el alcalde: “Se debe reforzar el sistema judicial y policial, pero es un error pensar que esta guerra la vamos a ganar solo con guardias”. “Con el Plan Especial de Seguridad se ha detenido a 10.000 tíos, aunque luego el narcotráfico los protege en la cárcel. O hacemos otro tipo de cosas o estamos destinados al fracaso”, advierte Mena.

El paro en la provincia de Cádiz es algo endémico, casi tan propio de la zona como las playas o el viento de levante. La Línea tiene una tasa de paro actual del 34,99%, y Barbate, del 27,99%. “A nosotros no nos abandonó un gobierno, nos abandonó el Estado, que es más grave. Y fruto de ese abandono histórico hemos perdido dos generaciones de jóvenes y vamos por la tercera”, afirma el presidente de la Coordinadora Alternativas, que defiende una inversión fuerte en barrios deprimidos en formación, educación, empleo estable y ratios menores en el colegio. “De esta forma al menos los niños tendrán la posibilidad de elegir en un futuro entre una vida honrada o en el narcotráfico”.

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