Premios Princesa de Asturias

La Princesa transmite "la emoción de la esperanza" y el Rey denuncia "violaciones sistemáticas de derechos" en Oriente Próximo y Ucrania tras cederle el protagonismo de los Premios

Leonor volvió a presumir de Asturias, "una tierra en la que soy muy feliz", y su padre mostró "emoción" al verla asumir la responsabilidad de glosar a los galardonados

El cantautor catalán protagonizó uno de los momentos más emotivos al cantar, acompañado de una violinista, "Aquellas pequeñas cosas" tras un discurso en el que defendió el diálogo y el entendimiento

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Amor Domínguez

Pablo Tuñón

La esperanza. Ese fue el hilo conductor del discurso de la Princesa Leonor en la entrega de los premios "Princesa de Asturias" 2024. La primera vez que ha tenido que glosar a todos los galardonados -hasta ahora lo hacía su padre- y para ello leyó un discurso tejido con habilidad y que comenzó y terminó parafraseando letras de Joan Manuel Serrat. "En esta entrega que es especial: hace diez años que soy presidenta de honor de la fundación Princesa de Asturias, tras la proclamación de mi padre como Rey de España. Y aunque mi hermana y yo participamos en esta ceremonia desde 2019, en esta década me he sentido muy cerca de los valores que impulsa esta fundación", confesó en el comienzo de su intervención, en la que volvió a recalcar, como el jueves todo lo que les une a Asturias: "Venir a Oviedo cada año y vivir junto a todos vosotros el entusiasmo que se respira estos días hacen que nos sintamos acogidos y queridos en esta tierra a la que me unen, como saben, no solo un título y todo lo que entraña, sino que es la tierra de mi familia materna. Es una tierra en la que soy muy feliz".

Entrando ya en faena, llegó la primera cita a Serrat con un verso que primero leyó en catalán y luego en castellano: "En torno a septiembre, antes de que llegue el frío, compran su billete para el tren de la esperanza". "Este verso lo escribió Joan Manuel Serrat hace 60 años. Está en la canción E'ls veremadors'.... Lo cito ahora porque me gusta pensar que las personas extraordinarias que hoy os sentáis en este escenario del teatro Campoamor ofrecéis con vuestra obra que hoy premiamos la emoción contraria al escepticismo o al desánimo: la emoción de la esperanza", explicó Leonor para dar pie a glosar brevemente los méritos de cada uno.

De Ana Blandiana, premio "Princesa" de las Letras, recordó que "cuando tenía mi edad no le permitieron entrar en la universidad: y no ha dejado de plantar cara a los totalitarismos con su poesía limpia, clara, depurada". Y enlazó con la figura de la iraní Satrapi, premio "Princesa" de Comunicación y Humanidades: "En su obra más conocida, 'Persépolis', narra una infancia y adolescencia de represión en su Irán natal. Satrapi expone en sus creaciones las condiciones que vivió en aquellos años con su imponente talento para plasmar la búsqueda de un mundo más justo e integrador, y eso nos da esperanza. Y ha reinventado de un modo deslumbrante el lenguaje común al arte y a la comunicación".

¿Y qué contribución a un mundo de esperanza atribuyó la Princesa a la Agencia Magnum, premio de la Concordia? "En tiempos de ruido, prisas y artificio, Magnum afina la mirada con su fotoperiodismo audaz y veraz, dando independencia a sus fotógrafos y prestando a la historia la huella de los hechos", recalcó antes de referirse a la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), premio de Cooperación Internacional, que "hace realidad lo que tantas veces escuchamos: que solo la educación puede transformar sociedades, consolidar la democracia y promover el respeto a los derechos humanos".

Pasó a referirse Leonor a los premiados en la categoría de Investigación Científica y Técnica. "Con Svetlana Mojsov, Daniel Drucker, Jeffrey Friedman, Joel Habener y Jens Holst, premios de investigación científica y técnica, sucede que han encontrado en el campo de la endocrinología su modo de cooperar y han desarrollado una herramienta que puede ser de ayuda a personas con diabetes y obesidad. En un mundo con casi 900 millones de personas que padecen obesidad y 540 millones, diabetes, convendría además pensar en la prevención como estrategia indispensable en salud pública: he aquí una gran esperanza", afirmó. Y la esperanza, en el caso de Carolina Marín, la campeona de bádminton premio "Princesa" de los Deportes, viene de la mano de la superación pese a los obstáculos encontrados, como la gravísima lesión sufrida en los Juegos Olímpicos. "Lo más relevante es que el valor no está solo en las medallas -incluso de oro-, sino que es la actitud ante la adversidad y ante el triunfo lo que define a una gran deportista", recalcó Leonor, que no se olvidó tampoco de Ignatieff, premio "Princesa" de Ciencias Sociales. "Para quienes, como yo, estrenamos nuestra mayoría de edad, acercarnos al pensamiento de Ignatieff es todo un reto. Un desafío que nos atrae porque nos habla de valores compartidos y del reto permanente de la convivencia", expresó la Princesa.

Y Serrat, de nuevo, cerró el discurso de la Princesa. Recordó Leonor que "también ha mostrado su compromiso con la democracia y la tolerancia" y confesó que "he escuchado estos días muchas canciones suyas y he leído con atención sus letras". Para terminar parafraseando esa esperanzadora letra de un éxito del cantautor catalán: "Hoy puede ser un gran día; y mañana, también".

El Rey Felipe se acuerda de las guerras en Oriente Próximo y Ucrania y llama a "la contención y la humanidad"

El Rey Felipe VI recordó, para abrir su intervención, los premiados de su primera ceremonia de entrega, hace 43 años, cuya figura tuvo que glosar. Y lo hizo para mostrar su orgullo como monarca y padre. "Por eso, permítanme que comparta con ustedes un pensamiento íntimo: Entenderán que les diga que veo con emoción —de Rey y de padre—, que Leonor, como Presidenta de Honor que es de la Fundación, se encargue de hacerlo a partir de ahora, como acabamos de ver hace un instante", afirmó. No se olvidó de agradecer lo que ha cosechado durante cuatro décadas presidiendo el acto, "todo un aprendizaje continuo, emocionante y gratificante", especialmente por haber conocido a tantos premiados.

Felicitó a los galardonados de este 2024 -"vuestra grandeza se mide por el impacto tan positivo que tenéis en la sociedad; y ahí están vuestras obras para demostrarlo", enfatizó- y lanzó un mensaje de concordia: "Vosotros, los premiados, nos recordáis con vuestro ejemplo que, en el centro de cualquier discurso, acción o decisión, ya sea en el ámbito económico, social, político o artístico, debe seguir estando – siempre y de manera ineludible– la persona. La historia nos alerta de las graves consecuencias de apartarse de ese camino. Como nos alerta de los graves riesgos de la 'polarización"', de la negación del otro por sus convicciones o creencias; porque piensa, reza o vota distinto". No se olvidó en este punto de "las imágenes atroces -de muerte y desolación- que nos llegan de Oriente Próximo, de Ucrania, de África y de otros lugares del mundo, asolados por conflictos abiertos y violaciones sistemáticas de los derechos humanos, que nos obligan a una llamada incesante a la contención y a la humanidad; también a la denuncia y a hacer lo posible para que la paz y la seguridad vuelvan a ser compatibles, complementarias y conducentes a la convivencia, o al menos la coexistencia".

Felipe VI hizo así un llamamiento a los poderes públicos y a la ciudadanía en general: "Es, por ello, obligación de las instituciones, pero también de la sociedad civil, (de los ciudadanos), luchar contra todo aquello que se separe, siquiera un ápice, de ese respeto integral que debemos a la persona, a cualquier persona, a la dignidad de cualquier ser humano; contra todo lo que se separe de la voluntad y el compromiso de seguir construyendo sociedades capaces de convivir, dialogar y trabajar por el bien común. Defender la dignidad de la persona significa también proteger y fomentar el régimen de Derechos y Libertades que la garantiza, y que fundamenta nuestra Democracia. Y, en el ámbito exterior, implica reforzar la arquitectura de Tratados e instituciones que sustenta a la Comunidad Internacional. El multilateralismo y la cooperación, sin duda, son nuestras mejores herramientas para afrontar los desafíos globales de nuestro tiempo".

Quiso Ana Isabel Fernández, presidenta de la Fundación Princesa, subrayar el papel de la Princesa Leonor. "Forma parte de una generación de españoles a los que les ha tocado madurar en un momento complejo de la historia y al mismo tiempo ilusionante por la rapidez y la transformación que suponen algunos de los avances que vive la humanidad. Nuestro compromiso es acompañar a esa generación, en este tránsito, en su afán de saber, de percibir la realidad en su diversidad, para que puedan afrontar sus desafíos y asumir responsabilidades", afirmó. "Somos testigos de la responsabilidad y el compromiso con los que ejerce su papel de servicio a España. Un cumplimiento responsable del deber que se ha visto reforzado en esta nueva etapa formativa que ha comenzado, mientras somos testigos también de su creciente, sincero y profundo compromiso con la Fundación", agregó al final de su discurso, en el que, igualmente, celebró el éxito de toda la programación organizada en torno a los premios, especialmente los actos desarrollados en los días anteriores. "'La Semana de los Premios' se ha convertido en un referente con un programa de actividades culturales destinado a acercar el trabajo y los valores de los galardonados a la ciudadanía, que congrega cada año a un gran número de participantes", remarcó.

Los discursos de los premiados

De los premiados, fue la poetisa rumana Ana Blandiani la primera en hablar, y lo hizo para reivindicar el papel de la poesía frente a los abusos de poder y la violación de los derechos humanos. "Por increíble que parezca, durante las décadas de los cincuenta y sesenta del siglo pasado, en las cárceles comunistas de Rumanía se produjo una auténtica resistencia a través de la poesía. El primer Memorial a las Víctimas del Comunismo del mundo incluye una sala con las paredes y el techo enteramente cubiertos de poemas nacidos durante las detenciones. A falta de lápiz y papel, que estaban prohibidos, todo poema necesitaba para su existencia de tres personas: la que lo componía, la que lo memorizaba y la que lo transmitía a través del alfabeto morse, y a pesar de estas precarias circunstancias se compusieron miles de poemas que consiguieron pasar de celda en celda y de prisión en prisión", recordó. Blandiani también llamo a buscar un papel central para la poesía hoy en día. "Pero lo que ayer nos salvó del miedo, del odio y de la locura, ¿no puede salvarnos hoy de la soledad, de la indiferencia, del vacío de fe, del exceso de materialismo y consumismo y de la falta de espiritualidad?", reivindicó antes de citar ese "España me duele" de Miguel de Unamuno. "He utilizado la angustia del filósofo español ante el destrozo de su país como un punto de apoyo en el universo actual, en el que las naciones se difuminan ante las ideologías, como un ancla en la profundidad del tiempo, en cuya superficie se estrellan las olas siempre cambiantes de la posmodernidad, a las que me resisto porque me duele España, me duele Rumanía, me duele el mundo", expresó.

Le siguió el escritor y académico canadiense Michael Ignatieff. Casi a modo de fábula, recordó las figuras del erizo y el zorro según los escritos de Isaiah Berlin: "El zorro sabe muchas cosas, el erizo sabe una única cosa importante". Explicó Ignatieff que "algunos de mis compañeros galardonados son erizos y otros son zorros" y se definió a sí mismo como "un viejo zorro". "Cualquiera que haya sido ensayista, periodista, cineasta, profesor de historia, biógrafo, teórico de los derechos humanos, incluso –Dios no lo quiera– político, no puede ser otra cosa que un zorro", aclaró. Y matizó aún más su pensamiento: "La verdad es que, honradamente, no puedo decir que he tenido una única preocupación fundamental. El trabajo creativo es como escalar en la oscuridad. La mayor parte del tiempo no sabes dónde vas. Algunas veces ni siquiera sabes por qué lo estás haciendo. Solo en un momento como este, cuando las nubes se abren y te encuentras en la cima, empiezas a comprender el camino que has emprendido. Mirando ahora hacia atrás, también quisiera confesar cuánto temía a veces la libertad de mi zorro, cuánto tememos la mayoría de nosotros la libertad, cuán difícil es mantener la soberanía de nuestro propio juicio, ver el mundo tal como es, no como nos gustaría que fuera, cuánto, de verdad, debemos todos luchar para ser mujeres y hombres libres en un mundo saturado de manipulación y mentiras. Sin embargo, poder llamarnos libres y merecerlo realmente es el premio que más importa en la vida".

La iraní Marjan Satrapi optó por hablar de la "humanidad". Y contrapuso las dos caras del ser humano, la buena y la mala. "Con esto, quiero decirles que no tengo una visión idealizada de lo humano y que yo, en mí misma, experimento esa dualidad. Acepto tanto mi violencia como mi benevolencia, esperando siempre que la segunda prevalezca sobre la primera", expresó. Y pasó a defender un papel preponderante del humanismo en la educación.

"Durante mucho tiempo he creído que la clave para que cualquier ser humano pudiera vivir con dignidad, para que nunca sufriera brutalidad o humillación por su sexo, su etnia o su color, era la educación. ¿Pero no tenía Goebbels un doctorado en filosofía? ¿El Dr. Mengele no había hecho el juramento hipocrático? ¿Estaremos equivocados cuando definimos educación? Quizás antes de educar a nuestros hijos para que tengan éxito económico y social, debiéramos enseñarles que el verdadero éxito radica ante todo en el humanismo", reflexionó la autora del cómic "Persépolis". "Quizás en la educación, en vez de enseñar a nuestros hijos a aprenderlo todo de memoria y a recitarlo como loros, deberíamos enseñarles ética, civismo y sobre todo compasión y bondad. Y les aseguro que no soy de las que ponen la otra mejilla. Por una bofetada recibida devolvería diez, pero trato de no ser nunca yo quien pega la primera", sentenció antes de parafrasear a Saadi, poeta iraní del siglo XIII: "...Tú que eres indiferente al sufrimiento de los demás, No mereces llamarte humano..."

Serrat, un protagonista muy esperado

Y llegó uno de los momentos más esperados, la intervención de Joan Manuel Serrat, que dejó algunas palabras en catalán en un discurso mayoritario en castellano. "Vengo de una larga posguerra y de una familia humilde que me dio lo mejor que podrán hallar en mí. En el camino azaroso fui encontrando las razones para seguir adelante y con el impulso de los sueños llegué hasta aquí", explicó refiriéndose a sus raíces. "Soy una persona que se siente querida y respetadaa la que le gusta su oficio. Cantar y escribir canciones. Soy un hombre partidario de la vida", recalcó, antes de seguir enumerando rasgos de su identidad. "Prefiero los caminos a las fronteras, la razón a la fuerza y el instinto a la urbanidad. Soy un animal social y racional que necesita del hombre más allá de la tribu", expresó. Y pasó a reafirmar sus creencias: "Creo en la tolerancia. Creo en el respeto al derecho ajeno y el diálogo como la única manera de resolver los asuntos justamente. Creo en la libertad, la justicia y la democracia. Valores que van de la mano o no lo son".

También mandó Serrat un mensaje crítico a los valores actuales. "Tal vez por eso no me gusta el mundo en que vivimos, hostil, contaminado e insolidario donde los valores democráticos y morales han sido sustituidos por la avidez del mercado, donde todo tiene un precio. No me gusta ser testigo de atrocidades sin unánimes y contundentes respuestas. No me conformo al ver los sueños varados en la otra orilla del río. ¿Cuándo llegará el tiempo de vendimiar los sueños?, me pregunto de mala gana, al ver partir a los amigos sin cosechar", reflexionó. Se acordó de todos los que le han acompañado en su trayectoria, especialmente a su mujer y a sus padres. "Gracias a los que han hecho suyas mis canciones y a todos los que desde los cuatro puntos cardinales se alegran conmigo al ver mi nombre unido a la rotunda lista de galardonados con este Premio", finalizó.

Tras su discurso se produjo el momentazo, una sorpresa que ya se filtró un día antes: Serrat cogió el micro y una violinista, Úrsula Amargós, le acompañó en el escenario. Empezaron a sonar las notas y la letra de "Aquellas pequeñas cosas". La emoción desbordó al público presente, y su mujer y sus hijas derramaron algunas lágrimas mientras grababan el instante. Las mismas que él mismo estuvo a punto de derramar a lo largo de la ceremonia, cuando la Princesa recordaba sus letras.

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Y con emoción terminó la gala, con las gaitas tocando el himno de Asturias y la Familia Real al completo cantándola, antes de que Leonor, por primera vez, pronunciase la convocatoria de la próxima edición de los premios "Princesa de Asturias", una función en la que también tomó el relevo de su padre.

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