Catástrofe en Valencia

La falta de información y grupúsculos de ultraderecha emergen tras los bulos sobre la DANA

Los expertos ven en la catástrofe el escenario perfecto para las noticias falsas y señalan su carácter "intencionado"

Trabajos de achique y búsqueda de víctimas en el garaje subterráneo de Bonaire.

Trabajos de achique y búsqueda de víctimas en el garaje subterráneo de Bonaire. / Fernando Bustamante

Mateo L. Belarte

Las inundaciones provocadas por la DANA de Valencia han dejado tras de sí un terreno enfangado, perfectamente abonado para la proliferación de bulos. Las noticias falsas se han multiplicado con el paso de los días, alimentadas por la atención mediática que ha generado la tragedia y por la reducción de la información suministrada desde las autoridades que gestionan la emergencia, en especial la relativa al conteo de personas fallecidas. Las redes sociales son su ecosistema favorito, pero en los últimos días han saltado incluso a la gran pantalla y en horario de máxima audiencia. El aterrizaje de grupúsculos de ultraderecha sobre la zona cero ha sido el último elemento de este cóctel explosivo.

La desinformación empezó pronto, con supuestas rupturas de presas, desalojos de pueblos enteros, cortes de agua en grandes poblaciones o acusaciones de graves delitos a colectivos vulnerables. Luego llegaron las víctimas en el párking del Bonaire y otros puntos anegados por el lodo donde todavía no habían podido acceder los equipos de rescate. Pero, ¿cómo surgen estos bulos? ¿Quién los inicia, quién los mueve y quién se beneficia de ellos?

Hay factores comunes en este ritual de la confusión. Todas las noticias falsas parten de un elemento real al que se le añaden grandes dosis de ficción. Los promotores del bulo citan a supuestas fuentes de alguno de los colectivos al mando, en este caso cualquiera de los cuerpos de emergencia participantes. También profesionales de la Justicia, vinculados con el levantamiento de cadáveres. El objetivo es dar un revestimiento de veracidad a sus afirmaciones.

Algunos de los expertos consultados por Levante-EMV diferencian entre dos grandes tipos de noticias falsas: las que nacen por generación espontánea y las interesadas, que todos coinciden en señalar como las más peligrosas por sus fines "espúrios" y "desestabilizadores". Otros como el analista de datos Javier Barriuso descartan las casualidades.

El experto en seguridad y redes Marcelino Madrigal defiende que los bulos "naturales" obedecen a la propia condición humana. Señala que en momentos de emergencia como los vividos durante la noche del pasado martes y posteriores, las noticias falsas se cuelan entre las incógnitas que se acumulan entre la ciudadanía afectada.

"Los bulos proliferan aprovechando la tragedia y la falta de certezas de la población", apunta Madrigal, que considera "muy fácil" poder introducirlos en este escenario. En ese sentido, subraya que "cuanto más apele a un sentimiento y menos a la razón, mejor" para el bulo, para quien la rabia actúa como gasolina. La información oficial, por contra, es su criptonita. Pero esta no ha fluido en los últimos días, en especial la relativa al recuento de víctimas.

"Tiene una explicación, pero no se ha transmitido", lamenta el experto en ciberseguridad, que reclama una figura como la que encarnó Fernando Simón durante la fase dura de la pandemia. "Si no eres transparente estás abriendo camino a los bulos", apostilla.

Esto puede explicar parcialmente por qué vídeos especulando sobre muertes masivas en garajes, como el de Bonaire, tienen mucho más recorrido que los de testigos directos que aseguran que en ese aparcamiento, con capacidad para 5.000 coches, no había gran afluencia en el momento de la riada.

Pero hay más. Este mismo caso de las víctimas acumuladas en párkings se ha movido a través de cuentas de gran influencia en las redes sociales. Los expertos enmarcan estas publicaciones en los bulos "intencionados", ya sea para ganar seguidores, monetizar su actividad online o con fines políticos. Y aquí entran en juego los grupúsculos de extrema derecha detectados en los últimos días en la zona cero.

El consultor Ramón Sabater apunta que hay "intereses claros" para "desestabilizar" al Gobierno central y que esto se está viendo ya en Valencia. "Tienen nombres y apellidos", dice en referencia a los líderes de Frente Obrero, Revuelta o Democracia Nacional, cuya presencia sobre el terreno denuncia también Madrigal, quien además añade que muchos fueron asiduos en las protestas ante Ferraz del año pasado.

Barriuso coincide en la intencionalidad. "Cada bulo tiene una intención y su medio de propagación es el vehículo que lo amplifica. Una publicación inventada se convierte en bulo cuando comienza a generar una 'bola de nieve' que amplifica el mensaje", dice insistiendo en el caso de Bonaire.

Y esa intencionalidad encuentra "el caldo de cultivo perfecto" estos días en Valencia, añade Madrigal, que destaca que las personas afectadas no tienen tiempo para verificar informaciones. Esto supone un problema añadido: "Las víctimas no están en Twitter, pero sí que empiezan a tener al lado a estos grupúsculos nazis que difunden bulos a través del boca a boca". Y añade: "no sólo eso, sino que además ahora han saltado al prime time". La referencia apunta a Iker Jiménez y su programa televisivo.

Sabater, que lo considera un "problema de seguridad nacional" detecta una última causa en la proliferación de bulos: la "desjerarquización de la información". "Tiene el mismo peso la información proporcionada por un medio tradicional con profesionales que la lanzada por altavoces mediáticos de la extrema derecha, como Vito Quiles, Alvise o Javier Negre".

Estos perfiles también están siendo priorizados por la propia red social, remata Madrigal, que recuerda que desde la adquisición de Twitter por parte del magnate negacionista Elon Musk, esta herramienta da más peso a quien paga la suscripción mensual que a perfiles de prestigio contrastado como Aemet.

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