CATÁSTROFE EN VALENCIA
Primeros casos de gastroenteritis en la zona cero de la DANA
Sanidad reconoce la asistencia a varios casos puntuales, sin ser considerada brotes, y vigila el estado de las aguas en la zona cero
Lluís Pérez
Siete días después de la catástrofe, una semana viviendo en espacios con fango, aguas estancadas y exceso de residuos, tiene sus efectos en la salud de las personas. Las autoridades sanitarias están preocupadas por la insalubridad en la zona cero de la Dana; especialmente, por las heridas infectadas y los virus gástricos, como explicaba ayer Levante-EMV. En Paiporta y Benetússer, se están registrando varios casos de vecinos con problemas intestinales; aún no de la magnitud para recibir la catalogación de brote, pero comienza a haber preocupación entre la ciudadanía. Los casos son, de momento, puntuales. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un brote requiere la aparición de varios casos durante dos o tres días en un lugar específico. A Sanidad, por el momento, no le consta ninguno; pero sí que reconoce atención a casos aislados.
"No hay que crear alarma, pero es mejor prevenir que curar y es necesario informar a la gente". Son palabras de Dolores Bargues, catedrática de Parasitología en la Universitat de València (UV), quien pide mucha precaución con las heridas sin desinfectar, el contacto del fango con boca y ojos y el consumo de agua o alimentos infectados o en mal estado. "Si no hay un buen lavado del fango antes de comer, o no lavamos correctamente los alimentos; el riesgo es mayor", reconoce. En algunos municipios de la zona cero, esta circunstancia puede ser más compleja. En Calicanto, aunque menos afectada por las inundaciones, el agua no era potable ayer, según informaba Aigües de l'Horta. De hecho, desde el grupo de expertos de Salud Pública, se está «realizando una vigilancia continuada de las aguas en los municipios afectados».
Síntomas gástricos
"La principal preocupación deberían ser las enfermedades de transmisión hídrica -, explica- por la presencia de amebas libres, patógenos y parásitos diseminados en las aguas residuales y el barro". Estas llegan al organismo, principalmente, por vía oral y provocan infecciones como la gyardia o la cryptosporidium. Sus síntomas más evidentes son las náuseas, los vómitos, el dolor intestinal y la diarrea aguda; requieren "acudir a un centro médico para recibir tratamiento".
Sin embargo, estos organismos pueden causar "enfermedades muy graves". Entre ellas meningoencefalitis, una inflamación cerebral, la lectoespilosis, la hepatits A o infección del hígado, u otras enfermedades zoonóticas, transmitidas por la orina de los animales disueltas en el agua. Sus síntomas son como los de una gripe o cualquier enfermedad viral, por lo que es necesario ser diagnosticada por facultativos para ser tratada correctamente.
La acumulación de agua estancada al aire libre puede generar otros problemas en el largo plazo, debido a la proliferación de mosquitos, por lo que Bargues cree que sería "necesario" realizar "fumigaciones" para evitar la aparición de larvas y la multiplicación de insectos en el plazo de 15 días.
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