Un trasiego de camiones pasa por Morón de la Frontera con destino a las empresas aceituneras de la localidad. Es uno de los municipios más afectados por la decisión del Ejecutivo de Donald Trump de imponer aranceles a la aceituna negra española. Sin embargo, aún se espera conocer los argumentos de la Comisión de Comercio Internacional (ITC por sus siglas inglés) de Estados Unidos para confirmar los aranceles y que podría ser el último salvoconducto para este sector que genera cientos de empleos en la provincia. Un desenlace que se producirá el próximo 24 de julio.
Mientras tanto, los trabajadores siguen entrando y saliendo en las dos empresas de Morón afectadas por la medida: Aceitunas Guadalquivir y Ángel Camacho. Ambas, junto con la rondense Agro Sevilla, se enfrentan a esta condena en uno de sus productos estrella: la aceituna negra.
Como todas las mañanas, a las puertas de Aceitunas Guadalquivir se paran muchos de los camiones antes de entrar a realizar la carga. Ildefonso Romero trabaja en esta empresa sevillana que da empleo a más de 400 personas y que se reparten entre las cuatro plantas de fabricación. Aunque es pesimista y reconoce que «la noticia supuso un mazazo», aún queda un hilo de esperanza y espera «al día 24 de julio para conocer si la decisión es firme, porque con Trump nunca se sabe». Reconoce que hay preocupación, aunque desde la empresa les han transmitido «tranquilidad».
Será dentro de dos semanas cuando la Comisión de Comercio Internacional anuncie los motivos de su decisión y dé a conocer su resolución final en el marco de la investigación sobre el daño causado a los productores californianos, los mismos que hace un año denunciaron a tres empresas sevillanas. Una vez se anuncie esa resolución final, el Departamento de Comercio tendrá que decidir si finalmente adopta la imposición de derechos por competencia desleal (los aranceles antidumping) y los derechos compensatorios de las subvenciones.
Parece un día normal aunque muchos de los empleados no paran de pensar sobre la decisión anunciada el martes por la ITC. Javier es transportista y considera que esta medida «afectará a todos ya que buena parte de la exportación era a Estados Unidos». Comparte su opinión Lourdes, quien mientras entra a trabajar a mediodía, reconoce que «la noticia ha sentado mal».
La preocupación flotaba en el ambiente desde hace tiempo; sin embargo, en un principio lo escuchaban en las noticias, pero ahora ven que es «una realidad», manifiesta Jesús, también trabajador de Aceitunas Guadalquivir.
Tras la resolución «se nota más preocupación entre los trabajadores porque hay una laguna» y no saben «cómo puede afectar». Reconocen que Estados Unidos es muy importante dentro del sector aunque esperan que «se abran otros mercados», viaje que ya han emprendido las empresas.
Maro Carrillo también trabaja en Morón de la Frontera. Lleva diez años en Ángel Camacho, otra de las empresas que están seriamente afectadas por los aranceles. Admite que «hay bastante preocupación» puesto que son muchas las familias que dependen de este sector. Hay pocas esperanzas, sin embargo, esperan que la Unión Europea «meta presión» y las malas noticias se conviertan en «las mejores».
La confirmación de los aranceles estadounidenses ha sentado como un jarro de agua fría en la localidad, cuyo alcalde, Juan Manuel Rodríguez, destaca que pese a apoyar «al sector y las diferentes medidas que han tomado, el camino es que se entienda como un problema europeo». Una opinión que comparte el alcalde de La Roda de Andalucía, Fidel Romero, quien pide a la Unión Europea que «dé un puñetazo sobre la mesa» y comience a trabajar por «la defensa colectiva» para evitar «los daños colaterales» que provocan estos aranceles a los ciudadanos «de a pie».
El regidor moronense considera que la aceituna negra es «una primera víctima de los aranceles, pero que detrás de esta pueden venir otros sectores». De ahí que exija que se traspase fronteras y que se analice la imposición de aranceles «como un ataque a Europa y las políticas económicas europeas».
En las instalaciones de Agro Sevilla, la cooperativa de segundo grado líder en exportación de aceituna negra, todavía están «digiriendo» la decisión de la Comisión de Comercio Internacional, tal y como reconoce su presidente, Gabriel Redondo. Agro Sevilla ya tuvo que prescindir de medio centenar de trabajadores (eventuales) por el efecto de los aranceles preliminares. Por el momento, no se han planteado nuevos despidos, aunque Redondo no los descarta, como tampoco lo hace el portavoz del comité de empresa, Jesús Jiménez. No será «nada alarmante ni drástico», indica Redondo, quien matiza que «serán empleos que, por supuesto, se recuperarán en cuanto la cartera de pedidos evolucione hacia otros mercados».
Los productores y envasadores de aceituna de mesa no se achantan ante el ataque de Donald Trump y ya están buscando mercados alternativos para «colocar el excedente de aceituna» que se genere por el conflicto, indica el presidente de Agro Sevilla. Un camino largo, pues obtener la posición en el mercado estadounidense ha sido fruto de un arduo trabajo de más de tres décadas.
Otra de las bazas está en el mercado nacional. La cuota de mercado de la negra en España es pequeña y su crecimiento lo hace a costa del precio. Por eso, Redondo insiste en la necesidad de promocionar este producto, «sobre todo porque es un complemento vegetal perfecto para las comidas». Según el presidente de Agro Sevilla, «países donde antes no se consumía han ido introduciéndola poco a poco en sus menús porque es un tipo de aceituna que no quita sabor a otros alimentos». De ahí, su éxito entre las pizzas, ensaladas y otras recetas norteamericanas.
Tras las entamadoras y envasadoras sevillanas hay un entramado de empresas que indirectamente también se ven afectadas por el castigo del Ejecutivo de Trump. Son las etiquetadoras, los fabricantes de bidones o maquinaria para el procesado de la aceituna, los transportista e incluso los estudios de ingeniería que se encargan de levantar las estructuras de las empresas.
Tecnopol es una de esas empresas. Desde hace una década fabrica depósitos para el almacenamiento de aceituna de mesa, así como para el proceso de oxidación de la aceituna verde para que se convierta en negra. La compañía radicada en La Roda de Andalucía también está siendo víctima del ataque norteamericano. «Mientras que el año pasado se fabricaron 1.100 depósitos, este año, a estas alturas, tan solo 200», explica el fundador de esta empresa, Adrián Montero, lo que se traducirá en una merma de la facturación de «un 40 por ciento». Además se ha visto obligado a reducir plantilla: de 25 a 12 empleados.
La aceituna de mesa permitió a La Roda de Andalucía sobrevivir con cierta holgura a la crisis económica. De hecho, frente a otros pueblos de la comarca con rentas per cápita no superiores de los 10.000 euros este municipio de 4.000 habitantes gozaba de una renta de 17.000 euros gracias, precisamente, a la actividad y riqueza que genera la aceituna de mesa. Sin embargo, ahora es cuando «aquí va a empezar la crisis», sostiene Montero.
Hace más de medio siglo, el sector de la aceituna de mesa empezaba a hacerse hueco y al calor de su pujanza nació DT Bando, radicada en Dos Hermanas. Esta empresa fabrica maquinaria para el procesado y envasado del fruto, también para su deshuesado e, incluso, para hacerla rodajas, maquinaria muy utilizada para hacer las slices de la aceituna negra que triunfa entre los consumidores estadounidenses. Por el momento, no ha notado los efectos, pero su director general, Juan Bando, está «seguro» de que les va a afectar porque «la capacidad de compra de los clientes mermará».
En cambio, compañías como la ingeniería Inar o la comercializadora de etiquetadoras Centrosur sí han sufrido las consecuencias de los aranceles. Ambas empresas han notado «la intranquilidad» y la «tensa espera» de sus clientes. Inar tenía pendiente ejecutar entre cinco y seis proyectos de mejora de instalaciones «que se han quedado en stand by», expone su director gerente, Francisco Javier Santos. Para Centrosur también se han paralizado algunos proyectos «porque las empresas del sector, ante esta crisis, están en un momento de recapitular», explica el gerente de la firma, Javier del Pino, quien matiza que cuanto el cliente se ve afectado por una decisión del calibre de la de Donald Trump, «paraliza cualquier tipo de inversión».
Le ha costado ser contundente –de hecho, todavía no lo ha mostrado con medidas diplomáticas– pero tras un año de conflicto ayer, por fin, la Comisión Europea se pronunciaba con cierta severidad frente a las medidas comerciales de Estados Unidos. Ahora, Bruselas lamenta que se vayan imponer aranceles porque su industria está «materialmente perjudicada» por las importaciones de este fruto, que considera ilegalmente subsidiadas.
Las razones preliminares de la Comisión Europea de Comercio Internacional no convencen a los europeos, quienes indican que estas medidas proteccionistas «no están justificadas ni en su proceso ni en sustancia». Las fuentes comunitarias, que consideran estos gravámenes «ilógicamente altos», insisten en que atacan a un producto «de alta calidad, exitoso y no subsidiado, popular entre los consumidores estadounidenses». Por ello, una vez se publiquen las medidas restrictivas a la aceituna (dentro de dos semanas), Bruselas analizará la decisión y evaluará «todas las posibles opciones de reacción» a esta decisión.
Una reacción tardía y que no se produjo cuando se vieron amenazados otros sectores europeos, reacción que ha molestado a todo el sector andaluz. La Unión Europea respondió con su propia lista de aranceles a los gravámenes que Estados Unidos impuso al acero y aluminio europeos. Además, también interpuso una denuncia ante la OMC.
Los agricultores europeos se las están viendo venir. Representados por el Comité de organizaciones agrarias y cooperativas comunitarias (Copa-Cogeca), llaman a la Comisión Europea a «activar procedimientos en la OMC» contra la acción «ilegal» emprendida por Estados Unidos. En opinión del secretario general de la organización, Pekka Pesonen, Bruselas «también debe trabajar en encontrar nuevos mercados para nuestra producción de calidad y ayudar a compensar las pérdidas económicas a las que se enfrentan los productores españoles».
Para los productores europeos, «la principal razón por la que las importaciones de aceituna de mesa española de mesa son tan competitivas es porque los productores han invertido en técnicas innovadoras y sostenibles para mejorar su viabilidad económica». Además, denuncian que la caída de más del 40 por ciento de las importaciones españolas «no se están cubriendo con producción estadounidense», sino con un incremento de la aceituna procedente de otros mercados.
Por ello, indican que están muy «decepcionados por el modo en que esta disputa comercial está escalando», ya que va a ir «en detrimento de los agricultores de ambos lados del Atlántico y también privará a los consumidores estadounidenses de la calidad que España produce», afirma Pesonen.
Desde que se desatara el conflicto los agricultores no han dejado de repetir que si de algo saben es de superar las adversidades. El año pasado no fue bueno como consecuencia de la climatología. Sin embargo, se espera que la próxima campaña sea buena «por las lluvias de esta primavera», explica el presidente de Agro Sevilla. En variedades como la manzanilla se espera una cosecha alta, mientras que la hojiblanca «podría batir récords», indica Redondo. Que el desastre sea mayor o menor dependerá del precio del aceite, ya que el productor de hojiblanca «juega con la dualidad de que puede destinar una parte a verdeo y otra al molino», explica el presidente de Agro Sevilla.
No obstante, productores y políticos no están dispuestos a bajar los brazos. Mientras llega la resolución final y Europa se decide a actuar, representantes de Izquierda Unida, entre ellos el alcalde de La Roda, Fidel Romero; el diputado de Unidos Podemos por Sevilla Miguel Ángel Bustamante; el coordinador local de IU en Sevilla capital, Ismael Sánchez; y el director general de la empresa Agro Sevilla, José Ignacio Montaño, se reúnen hoy en Madrid con el agregado para asuntos económicos de la embajada de Estados Unidos, con el fin de mostrar el «daño» que los aranceles están provocando en su población. Además, le extenderán una invitación para que conozca in situ la realidad socioeconómica del olivar.