Pasos nuevos, herencias eternas

Sevilla Sur. Los peregrinos del Tiro de Línea caminan al Rocío empujados por la juventud del barrio que asume el mandato romero de «padres a hijos»

Manuel J. Fernández M_J_Fernandez /
17 may 2018 / 14:54 h - Actualizado: 17 may 2018 / 21:27 h.
"El Rocío 2018"
  • El Simpecado de Sevilla Sur camina rodeado de la multitud. / Jesús Barrera
    El Simpecado de Sevilla Sur camina rodeado de la multitud. / Jesús Barrera
  • Varias mujeres empujan la carrera de Sevilla Sur. / Jesús Barrera
    Varias mujeres empujan la carrera de Sevilla Sur. / Jesús Barrera
  • La ofrenda floral de la Guardia Civil al Simpecado de Sevilla Sur es uno de los momentos más emotivos de su peregrinar. / Jesús Barrera
    La ofrenda floral de la Guardia Civil al Simpecado de Sevilla Sur es uno de los momentos más emotivos de su peregrinar. / Jesús Barrera

Tiene nueve años y ya sabe cuál es su sitio. En la rueda derecha de la carreta del Simpecado. Donde ha ido y sigue yendo su padre, El Solomillo, como le dicen cariñosamente. A Aitor nadie le ha tenido que decir nada. Sólo ver y seguir los pasos de su familia. Una de las tantas que mantiene encendida la llama rociera al sur de la ciudad. «Lo ves, de padres a hijos», dice Enrique Domínguez, romero de todos los caminos (32), mientras contempla orgulloso la estampa de Aitor y su progenitor pregonando la verdad de la romería en la partida de Sevilla Sur. La hermandad filial puso ayer rumbo al Rocío cumpliendo el mandato de aquellos padres del colegio de las Mercedes que lo dispusieron todo para gloria del Tiro de Línea y de sus futuras generaciones.

Lo recuerda uno de los hermanos veteranos cuando la comitiva llega a la glorieta Párroco Carlos Rodríguez Baena, al poco de salir de la parroquia. «Este cura fue el que metió el veneno en el barrio». La historia la conoce también el hermano mayor, que no duda en apearse del caballo para estar «donde empezó todo». Juan Antonio Martínez tiene nervios de primerizo. Se estrena con la vara dorada y eso siempre impone. «Tenemos mucha ansiedad por empezar ya. Que nos ayude la Madre para llegar a Ella y darle gracias por todo lo que nos da sin pedirle». Para lograrlo, el párroco José Capitas, da algunas pautas bajo un sombrero de ala ancha: «Que vayan todos con María, con fe, profundidad, servicio, camino y espiritualidad». Hace suyas las palabras del papa santo que hace 25 años pisó las arenas y añade algo más: «¡Qué todo el mundo sea rociero!... Pero ‘hay que ser buen cristiano’, como dice otra sevillana».

Un modelo de vida que Enrique ha inculcado a sus hijos y a los hijos de sus hijos: «Tengo nietos de 18 años que he traído en brazos de chiquillo. Ahora vienen... Bueno, este año van y vienen por tema de estudios», revela mientras los peregrinos de Sevilla Sur, más de 300, avanzan por Felipe II y se adentran en la sombra de la arboleda del Porvenir. Pasos nuevos pero con historia para todos. Incluido el carretero. «Venía con mi tío cuando apenas era un chiquillo. Ahora vuelvo con mi compadre Alberto», cuenta Raúl Ibáñez, de la ganadería Ibáñez Santos, de Camas, que 30 años después retoma la yunta de la carreta, ahora tirada por Florido y Romero, dos astados de gran porte, como advierten en el cuartel de la Guardia Civil de Eritaña: «¡Menudas bestias! ¡Qué grandes son!».

Antes de enfilar el puente de las Delicias y dejar el asfalto, el Simpecado con la silueta de la Plaza de España protagoniza una última pará en Fátima. Rezos para los enfermos y romero para sanar o aliviar el dolor en las camas. Sus males marchan en los corazones de estos rocieros. También el recuerdo a los ausentes, como Paco Hidalgo, hermano de honor y ex hermano mayor –por quien lleva luto la carreta–, o el que fuera su teniente de hermano mayor, Miguel Pérez Cubillana, «de cuerpo presente». Antes del mediodía salta la noticia en las redes: «Muere el doctor Ramón Vila». Lo hace el mismo día que parte la hermandad del Rocío de su pueblo de Carrión. Todos ellos ya están viendo la cara de la Virgen.